Kamika: Dioses Oscuros

4. Cero control

Noté por el rabillo de mi ojo cómo se me acercaba, a paso firme y acelerado mientras los demás se encontraban distraídos hablando entre ellos. Lo vi a tan solo unos centímetros en cuento sentí su mano sobre mi antebrazo. Quizá notó mi amago de huir y por ello sujetó mi brazo, porque justo cuando la presión aumentó no fui capaz de moverme.

Sentí su mirada penetrante sobre mí antes de girar mi cuello, y cuando lo hice me topé con el ceño fruncido y la mirada furiosa de Andrew. Su forma de observarme, como si tuviera miles de cosas por decirme, me hizo estremecer.

—Tenemos que hablar —decretó, y pude sentir la dureza de sus palabras con solo su tono de voz.

Tragué saliva, nerviosa. Sabía que iba a regañarme, lo supe desde la llamada de Cailye, pero aún no estaba preparada para oírlo.

Abrí la boca para hablar, decirle que lo sabía, pero entonces Sara y Daymon se nos aproximaron de la nada.

—¿Está todo bien entre ustedes? —interrogó mi amiga mientras nos observaba de pies a cabeza, como si buscara alguna anomalía física.

—Actuaron extraño hace un rato —completó Daymon, mirándonos con ojos curiosos—. ¿Problemas en el paraíso? —Y sonrió como un niño pícaro y travieso.

El agarre de Andrew disminuyó hasta que me soltó, y miró a nuestros amigos a los ojos cuando respondió:

—Depende de a qué te refieras con extraño —Me señaló—. Con ella nada nunca es normal, es un término que está más allá de ella. Y es precisamente por eso que siempre se mete en problemas que me afectan más a mí que a ella.

Lo miré rayado a pesar de la situación. No importaba el tiempo que hubiera pasado, ni cómo hubiera cambiado nuestra relación, esa parte de él que se moría por soltar esos comentarios seguía intacta aun en el peor momento.

Sara me miró a mí, en busca de una respuesta. Por lo visto no se tragaron la explicación de Andrew.

—No ocurre nada, en serio —Me mostré lo más sincera posible, esperando que les convenciera mi respuesta—. No actuamos más extraño de lo normal, somos igual de extraños que siempre.

Sara me miró confundida, y Andrew ahogó un suspiro.

—¡Déjame a mí! —Se ofreció el pelirrojo, con entusiasmo y una gran sonrisa—. Si ocultan algo lo sabré.

Entonces, Daymon se nos acercó más, queriendo usar su habilidad con nosotros. Me quedé quieta, a la espera de su comentario delator, al igual que Andrew; comencé a sudar sin darme cuenta, y mi boca de pronto se secó. Si él se enteraba justo en ese momento el mundo se me vendría encima. Sin embargo, éste nunca llegó.

Daymon frunció el ceño, confundido, y adoptó una posición pensativa.

—Qué extraño —musitó.

Andrew y yo intercambiamos una mirada igual de confundida mientras Sara se acercaba a Daymon.

—¿Te encuentras bien? —le preguntó Sara a Daymon al tiempo que le tocaba la mejilla.

Se veía preocupada, y como no estarlo si la habilidad de Daymon nunca había fallado. Era de las habilidades más precisas del grupo, imposible escapar de su radar.

Desvié la mirada unos centímetros, y al hacerlo me percaté de un elemento inusual en la puerta por mi periferia. Vi una mancha café cerca de la entrada, a la altura de un niño…

No me hizo falta fijarme dos veces para entender que aquella mancha se trataba en realidad de mi hermano, ese era su cabello, inconfundible al igual que el mío. En cuanto llegué a esa conclusión, y como si me hubiera leído la mente, la parte de la cabeza que se asomaba por la puerta desapareció.

Me quedé unos segundos observando la entraba, esperando a que volviera a aparecer, pero nada pasó. Fue como si lo que vi no fuera más que una ilusión óptica provocada por la exorbitante luz que entraba al palacio. Sin embargo, estaba segura de haberlo visto en ese lugar.

—¡Ailyn! —Escuché la voz de Cailye llamándome. Moví mi cabeza varias veces, regresando a la realidad, y al hacerlo noté que además de Sara y Daymon, ahora las otras tres personas de la sala estaban a mi alrededor—. ¿Todo bien? Pareces distraída.

Observé los seis pares de ojos sobre mí, y asentí.

—Lo estoy, solo me siento algo cansada, es todo —Me excusé, consiente de la mirada poco fiada de Andrew. Él debía intuir que algo más me preocupaba, ya que al hablar miró también la puerta, en busca de mi preocupación. Pero al no encontrar nada tan solo me miró— ¿Qué era lo que decían? No estaba escuchando.

—Decíamos que es hora de irse —repitió Evan, sonriendo con amabilidad—. Se hace tarde, y debemos pensar en lo que acordamos.

Los demás asintieron, pero yo todavía tenía demasiadas preguntas respecto a Cody en mi cabeza como para hacerlo. Mi hermano ocultaba algo, estaba segura, y a esas alturas ya no sabía cómo sacarle información.

Logan fue el primero en irse, y casi que pisándole los talones Cailye salió tras él, persiguiéndolo como perrito, luego de soltar una despedida general en el aire.

Aparentemente, y quizá por culpa de mi hermano, a Daymon comenzó a dolerle la cabeza, así que Sara luego de despedirse lo sacó de la sala de juntas rumbo a su apartamento. En cuanto a Evan, él permaneció en la sala después de que los demás se fueran; se despidió de Andrew y de mí y se alejó a uno de los rincones de la sala.




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