Kamika: Dioses Oscuros

17. Una verdad que duele

Despedirnos de las ninfas tardó más de lo que pensamos. Una parte de ellas no quería dejar ir ni a los pegasos ni a Cailye, y la otra no dejaba mover a Andrew. Ninguna parecía particularmente interesada en lo que ocurriera conmigo, bien podría pasar desapercibida para todas las oréades, excepto por un par de ellas.

Tanto Megan como Peny estaban paradas a unos metros de mí, mirándome pero sin llegar a acercarse, despidiéndonos con una mano. Mientras la primera lucía más cohibida la segunda solo sonreía con naturalidad. Al mismo tiempo la líder de esas ninfas llegó a mi lado.

Diana sonrió ante la actitud de las ninfas y posó su atención en mí sin borrar esa sonrisa ladeada de su rostro. Se paró recta, con el mentón ligeramente elevado y una postura fresca.

—No te lo tomes personal —dijo—. Las ninfas siempre hemos tenido más inclinación hacia los mellizos del sol y la luna que hacia cualquier otra deidad. Además, a muchas les agradas, ya sabes, por lo que dijiste antes.

Solté un bufido pequeño. Lo cierto era que de vez en cuando sentía una que otra mirada hostil por parte de algunas ninfas, en especial de Lina, la ninfa de blanca apariencia que desde el comienzo demostró su opinión sobre nosotros. Y algunas de las ninfas mayores tampoco me veían de la mejor manera luego de abandonar la reunión. Mi reputación no mejoraba, por el contrario.

—Lo que digas.

Por un segundo nos quedamos en silencio, observando cómo cada vez más abochornaban a los Knight, y con el frio de la noche acariciando mi piel. Parecía que Diana no tenía frio, pero a lo mejor se trataba de costumbre.

—¿Sabes lo que significan las marcas? —preguntó de la nada, sin mirarme.

Negué con la cabeza. Ahora que lo pensaba, las ninfas y las musas las tenían, pero ni las Gorgonas ni las Furias contaban con ellas.

—Es la marca de Gea —contestó a su pregunta—. Quien nace bajo el sello de Gea, bajo su poder, recibe las marcas como signo de pertenecer a ella, de ser parte de la naturaleza. Algunos piensan que sus trazos y formas contienen nuestro destino, otros creen que nos definen; yo pienso que nos dan esperanza y sabiduría —Hizo una pequeña pausa, y tras tomar aire continuó—. Representan nuestra conexión con la naturaleza, es por eso que las Amazonas no las tienen. Cuando se transforman desparecen.

Había algo en sus ojos al hablar de sus marcas que se sintió especial. Por un segundo fue como si su mirada reflejara lo desesperada que estaba por aferrarse a esas marcas.

—¿Qué…? —intenté preguntar, pero ella me interrumpió.

—Mi madre era una líder muy extraña —Cambió por completo de tema—. Las ninfas mayores no podían controlarla, seguía a su instinto cuando era joven, y cuando maduró lo seguía haciendo, solo que con conocimiento de causa —Su mirada se tornó gentil sonriendo de la misma forma—. Cuando asumí el cargo temían que fuera igual, que tuvieran que pasar por todo lo que pasaron cuando ella era líder joven otra vez, después de todo, teníamos marcas muy similares.

Tomó aire antes de volver a hablar, ahora mirando la poca luz selene que traspasaba los árboles.

»Cuando Pandora vino la última vez ella fue la primera en enfrentarla, pero todas tenían demasiado miedo para seguirla y Pandora terminó por derrotarla, obviamente. La convirtió en Amazona para que sirviera de ejemplo para cualquiera que intentara desafiarla, y le dijo que un día vería cómo me transformaba frente a sus ojos. Cuando lo hizo sus marcas se borraron, tan solo se fueron, y ella ya no se sentía con la viveza que la caracterizaba. Ocurrió hace mucho tiempo, yo era una niña, desde entonces ocupo su lugar.

Hubo un breve momento de silencio.

—¿Por qué me cuentas eso? —pregunté, a lo que ella sonrió con nostalgia.

—Porque te encontrarás con muchos tipos diferentes de líderes y comunidades en Kamigami. Algunos serán amigables, otros hostiles; algunos te querrán oír, otros te querrán matar; habrá los que son incomprendidos y excéntricos, y los que siguen un manual como lema. Pero todos ellos tienen algo en común.

—¿Y qué es?

Su sonrisa en ese instante no fue como las otras, esta vez era cálida, como si brillara con… esperanza.

—Todos están dispuestos a hacer lo que haga falta para proteger a los suyos.

El fuerte aleteo de Niké frente a nosotras captó nuestra atención. Aterrizó cerca de mí y guardó sus alas para no incomodar a las otras ninfas que también la observaban.

No dijo nada, pero sus dorados ojos me miraron de esa forma que me decía que tenía un mensaje de At, y que ese era el de darnos prisa. No importara cuántas veces nos despidiéramos, nunca era fácil tan solo seguir nuestro camino.

Miré en dirección de Andrew, y en cuento nos vio a Niké y a mí captó el mensaje. Se deshizo sin mucha cordialidad de sus seguidoras y tomó a Cailye del brazo, arrastrándola hacia nosotras con los pegasos pisando sus talones. Y para mi sorpresa, Capella tenía su crin peinada en múltiples trenzas al igual que su cola.

Luego de eso un grupo de ninfas nos ofreció muchas ensaladas y otros platos preparados con frutos de ambrosia para el camino. Andrew los recibió y los guardó como guardábamos todo: en miniaturas. Y tras muchas despedidas por fin estuvimos listos para partir.




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