Todo se quedó en un inquietante silencio por unos segundos, el tiempo fluyó más lento, el aire de repente se sentía pesado. Mi corazón latía despacio, como si entre lamentos no tuviera energía suficiente para bombear.
Me puse de pie, dándole la espalda a mis amigos, con las manos temblorosas y el rostro húmedo. Me dolía la cabeza, el pecho y mis piernas no eran confiables. No podía pensar con claridad, mis pensamientos eran confusos y manchados por los recuerdos de Logan. Sus ojos, sus muecas, sus orejas rojas y sus miradas letales, todo, al mismo tiempo. Lo veía en todas partes, como un fantasma.
Hasta que sentí el impacto. No percibí su energía hasta que me golpeó por la espalda. El dolor se expandió por mi cuerpo mientras me regresaba al suelo con una ira sorprendente; sentí ardor en mi omoplato derecho, punzante y ardiente. No me atreví a revisar la herida hasta que identifiqué la punta que se me clavaba en el musculo.
Vi la flecha enterrada en mi carne, plateada, que se deshacía en medio de partículas brillantes. Me entumecí, mi energía se fue al suelo y vi borroso por varios segundos. Sentí nauseas, la boca con un sabor metálico de repente. Oía lejano, como si estuviera bajo el agua. Pero el efecto fue rápido, dolió y se llevó cada gota de mi energía divina, pero no me hizo nada más grabe como yo sabía que podían llegar a ser esas flechas.
Me giré hacia mis amigos cuando los hechos conectaron con mi cabeza, y el corazón se me cayó a los pies como si en verdad alguien me hubiera matado.
Me permití escuchar, y los gritos llegaron a mis oídos con oleadas de furia y violencia. Cailye lloraba a mares, sus ojos llenos de rencor e ira me observaban, encendidos en un plateado sobrenatural, y su arco en las manos apretándolo con tanta fuerza que toda su mano estaba blanca.
Andrew la sujetaba de la mano en alto, de pie frente a ella, entre nosotros. Me daba la espalda, por lo que no pude ver la expresión de sus ojos. Pero sí vi el horror y la tristeza en los ojos de mis amigos. Daymon estaba en shock, igual que Sara, por completo abatidos, mientras que Evan tenía el ceño fuertemente fruncido y estaba justo detrás de Cailye, como si fuera a noquearla si fuera necesario.
Pero, pese a su hermano, Cailye me miraba solo a mí, su ira solo hacia mí. Oleadas de sentimientos confusos, de mucho dolor y… un corazón roto. Y lo entendí, su cólera y ese grito que quemaba en su garganta.
Cailye me había lanzado una flecha.
—Lo mataste —escupió con fuerza, su rostro contraído por la rabia. Su hermano la sujetó con más ímpetu.
Abrí los ojos de par en par, mi cuerpo se sintió sin fuerza suficiente para ponerme de pie otra vez.
—Cailye —bramó Andrew, molesto de una manera nueva. Una ira diferente a la que le conocía. Su cuerpo parecía un edificio, una barrera entre su hermana y yo.
Cailye no lo miró.
—¡Tú lo mataste! —gritó ella y una descarga de su energía divina se expandió por lo que quedaba del salón del portal.
Su poder obligó a Andrew a soltarla, la fuerza que usó Cailye alejó incluso a Evan. Su cabello suelto saltó junto con su voz. No dejó de mirarme como si quisiera cortar mi cuello con sus uñas.
Sentí cerca a Kirok, lo que confirmé cuando sus manos me tomaron de los brazos para ponerme de pie y cuando su energía divina se desplegó para protegerme. No lo vi con claridad, no podía apartar mi atención de Cailye, pero sentí una oleada amenazante proveniente de él.
—Ella no lo hizo —repuso Andrew en un tono sombrío pero firme. Se paró a media distancia de nosotras, dándome la espalda—. Él tomó su elección.
Cailye, encendida con una ira hirviente, corrió hacia mí en un intento por cumplir una amenaza en sus ojos. Se encontró con los brazos de su hermano de nuevo, que le impedían el paso con una determinación férrea, la abrazó como si lidiara con un oso rabioso, y no la soltó por ningún motivo.
—¡Me lo quistaste! ¡Igual que todo lo que he tenido! —bramó ella, sus ojos brillando en plateado, sus marcas también encendidas, su cuerpo como una bola de fuego.
Las paredes se estremecieron, las nubes ocultaron cualquier rayo de sol. Su poder divino fluía de ella como cascadas violentas, queriéndose llevar algo de… de mí. Kirok estaba a mi lado, no se movía hacia ella, pero no se alejó de mí. Su postura y el poder que fluctuaba de él resultaba igual de inflexible, como si estuviera preparado para saltar sobre Cailye si fuera necesario.
Yo… lloraba. No podía evitar tan solo hacerlo. La ira de Cailye me lastimaba como latigazos de cuero, la ausencia de Logan calaba en mí como una estaca en la espalda. No podría… hacer nada en esa situación.
—Ella no te ha quitado nada. No es su responsabilidad —le dijo Andrew, pero eso solo avivó su odio y su rencor—. Cailye. Debes detenerte.
—¡Estaba justo frente a ti! —gritó la rubia en los brazos de su hermano, de los que no podía huir—. ¡Podrías haberlo alcanzado! Te supliqué que lo detuvieras. ¡Pero lo dejaste morir! ¡Dejaste que tomara cada gota de su vida y tienes el descaro de llorar!
Me sentía débil. Si ella me tocaba me iría al suelo sin esfuerzo. Mi cuerpo no era suficiente para mi tristeza, para los pedazos de mi corazón hechos polvo. Las lágrimas seguían saliendo como único grito de mi alma. No pude encontrar mi voz.
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Editado: 03.11.2024