¿Cómo era todo antes? De repente había olvidado cómo me dolía el pecho cuando todo comenzó, cómo mis piernas me llevaban a un lugar y mi corazón a otro. Recordé cuando lloré por quedarme en casa, cuando me despedí de mis padres y cuando tomé la bicicleta de mi hermano para alcanzar a mis amigos.
De repente todo había pasado rápido, de un momento a otro pasaron casi tres años desde que la marca apareció en mi cuello y mi destino comenzó a moverse.
Me agobiaban los recuerdos, imágenes acompañadas de una melancolía agria y una extraña mezcla de amor y tristeza. Recordé cuando Sara me salvó de los cuervos, cuando conocí a Evan, cuando Andrew me extendió su mano la primera vez que nos vimos, cuando conocí a Cailye y ella lloró, cuando me encontré a Daymon casualmente en un parque, y cuando Logan llegó corriendo hacia nosotros.
Y todo lo que pasó después.
Mi mente iba demasiado rápido, viajando a través de los años, recordando cuando conocí a mis aliados, cuando me enfrenté al caos y cuando mi camino se cruzó con el de Pandora. Y ahí me quedé, es ese ser, en ese punto inflexible.
La luz de la luna no me alcanzaba a iluminar, entraba por la puerta del balcón de mi habitación, pero se detenía a centímetros de mi cuerpo. La oscuridad parecía calmar mis angustias, el silencio le daba voz a mi mente.
Me acurruqué más, sentada en el piso, observando el mapa del mundo de los dioses lleno de hilos, señaladores y notas. Me pregunté cómo era posible que ahora ese mapa se viera diferente. Solo había recuperado una forma de amor, no era como si me hubieran quitado todo el amor que podía dar. Y, de alguna manera, ese mapa se veía mal abordado, como si la perspectiva que estuviera usando estuviera al revés.
—Ailyn… —llamó Andrew del otro lado de la puerta, preocupado, en un tono bajo—. Háblame.
Desde que volvimos de Kamigami me encerré en mi habitación. Había muchas cosas que necesitaba pensar y quería estar a solas, mi cabeza me pedía a gritos irme de ese lugar. No quería hablar con nadie, ni siquiera con Andrew. Pero no era por el motivo que él pensaba.
—Si fue un error… si nunca debí devolvértelo… Dímelo, o grítamelo, pelea conmigo o lánzame tu poder de alguna forma. Por favor, dime cualquier cosa. Ailyn… háblame, te lo pido…
Él estaba del otro lado de mi puerta, se apostó ahí desde que volvimos hacía más de un día y se negó a moverse. No hablaba mucho, solo cuando me quedaba en un silencio tan profundo que ni siquiera las hojas de mi habitación se movían ante el viento. Pasaba horas en silencio si yo caminaba, pero cuando me quedaba quieta parecía entrarle el pánico.
No tenía muy claro qué le preocupaba, pero sentía su angustia a través de la puerta.
De nuevo, me quedé callada. Y él también.
Me levanté del suelo, solo para recorrer mi habitación llena de pergaminos y libros, perfectamente acomodados. Este nuevo cuarto parecía tener espacio suficiente para todas las ideas presentes y futuras.
Evité acercarme al balcón. Sabía que Kirok paseaba por el jardín justo debajo, vigilando al igual que Andrew. Mi familiar no intentó hablar conmigo luego de lo que pasó, se limitó a permanecer lo suficientemente cerca para que yo supiera que estaba ahí. Él parecía saber cómo me sentía.
Me limité a caminar por la habitación, haciendo el ruido justo para que Andrew no insistiera. No era que estuviera molesta con él, o que considerara un obstáculo tener a mi amor devuelta. Era solo… que de repente todo había cambiado y al mismo tiempo todo seguía igual.
Me detuve de golpe y suspiré.
El mapa estaba al revés, pero la respuesta siempre estuvo ahí. La naturaleza de Pandora, la Luz de la Esperanza, mi propia existencia… todo estaba conectado. Sabía cómo ponerle fin.
La respuesta estaba frente a mí, lo que debía hacer era claro. Pero… no quería hacerlo. ¿Por qué yo? No me parecía justo. No lo podía aceptar, no lo había hecho desde que lo vi y el que ahora estuviera completa no cambiaba el hecho de que yo quería…
Negué con fuerza, intentando alejar esa idea de mi cabeza. Estaba atrapada en un circulo vicioso que consumía mi poca estabilidad.
Pasaron las horas sin darme cuenta, pronto otra noche se había ido y el día llegó. El tiempo seguía avanzando, el Olimpo seguía exigiendo atención.
Entonces tomé una decisión y me puse a escribir. Me senté en el escritorio y escribí una carta para mis amigos.
Deimos y Fobos aun no volvían de Kamigami, y los mensajeros de Kirok aun no traían el adamantio. Además, Pandora seguía en silencio. ¿De verdad estaba en la Tierra? Ya no podía estar segura. Mientras nada cambiara yo no podría moverme más de donde estaba.
«De Ailyn.
Sé que todos saben lo que pasó, y sé que se preocupan por mí. Pero estoy bien. El hecho de que no quiera hablar con ustedes no significa que me esté ahogando en un mar de desesperación, o que esté enojada. Sé qué les preocupa, sé que temen que vaya a cometer alguna imprudencia, pero les prometo que no será así.
Solo necesito algo de tiempo. Y mientras lo tengo, también hay cosas que necesito que hagan por mí.
Sara, sé lo que dije sobre los humanos, también recuerdo lo que tú me dijiste antes de irme. Y tienes razón. No te rindas con ellos, intenta conectarlos de nuevo, salvar algo de su humanidad. No importa que tan pequeña sea esa parte de su alma, debemos protegerla. Perdón por olvidarlo. Solo tú podrías hacerlo. No los dejes morir.
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Editado: 15.10.2025