Kan...
Kan tenía un inmenso miedo a las mujeres, tanto era que tuvo que asesinar a las dos personas más importantes de su vida, pero también las que más les temía. Sin dar una oportunidad a esas dos de explicar, que ellas no le harían nada que lo asustara, como aquellas que si lo habían lastimado.
Cuando su padre llegó a casa y observó desde la puerta la espeluznante escena que tenía ante él, supo ya era demasiado tarde para ayudarlo.
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—¿Y? ¿Cómo te sientes? —Se formó un inmenso silencio, que fue roto a los pocos segundos.
—No es aburrido estar aquí... —soltó aire en forma de cansancio— pero sus preguntas repetitivas sí que hacen que sufra.
El hombre mantuvo la compostura. Y decidió seguir con el cuestionamiento.
—Aún quieres...
—Debo... acabar con ellas —Sonrió malévolo. La persona frente a él, a pesar de los años de experiencia, sintió escalofríos—. ¿No creé?
El psiquiatra rio más para sí mismo, porque, sabía, tenía un largo camino para que, al menos, ya no estuviera atado a esa cama.
Se aclaró la garganta, paso saliva y respondió poniéndose de pie sin quitarle la vista al chico.
—Nos vemos la próxima semana... Kan
Kan, Sonrió y antes de que la persona atravesara la puerta habló— Me saluda a Lidia
Al recibir esas palabras su respiración se agitó, Kan había mencionado el nombre de la hija de aquel hombre.
—Cuando sale del instituto —carcajeó y su sonrisa era de alegría total, como si gustara de ver al psiquiatra en ese estado—. Se ve realmente hermosa.
—Cómo la...
—Aquí, lo estaré esperando —se despidió con una gran sonrisa de satisfacción.
Mientras salía el sujeto de bata blanca y cerraba las puertas con todas las cerraduras puestas, para la seguridad... del psiquiátrico y de mujeres que yacían fuera, para así, no acabaran como la hermana y madre de Kan.
ViryMoLo