Kao: Guerra Samurái

1 - El Nacimiento del Sucesor

Kao: Guerra Samurái

Capítulo 1

EL NACIMIENTO DEL SUCESOR

 

 

      En el Siglo VI, año 518, durante una estrellada y agradable noche que cubría a Ceres, país de la primavera, un importante nacimiento tomaría lugar. Los curanderos más prestigiosos del clan dejaban a sus pacientes para atender el nacimiento y todo el pueblo murmuraba a la expectativa de ese grandioso evento. Una de las noches en la que mas silencio y calma había en las calles, dejando ver un pueblo prácticamente fantasma, era en realidad, una de las noches mas ruidosas dentro de las viviendas. Campesinos de todo el pueblo se reunían con familiares y amigos para disfrutar de una cena que quedaría guardada en la historia del clan. Como era costumbre cada vez que ocurría un evento de este calibre, nadie debía trabajar esa noche, permitiendo las celebraciones, excepto por los curanderos y sirvientes del emperador. Ellos se encontraban reunidos en la casa de uno de los curanderos más antiguos y hábiles del país con el único objetivo de hacer nacer a quien todo el clan ansiaba conocer.

      “¡Por el futuro emperador!” gritó uno de los campesinos mientras brindaba con vino junto a sus camaradas bajo el techo de su humilde casa. Lo mismo comenzaba a repetirse en cada reunión, hasta que, en cada rincón del clan, ya habían llevado el vino a sus bocas en honor al mismo bebe, dejando las copas vacías y los estómagos llenos.

      Mientras tanto, en la poblada casa del curandero, donde no cabía una mosca y la tensión desbordaba por todos lados, la esposa del emperador Takeda, la señora Takeda, recostada en la cama mas cómoda del pueblo y sudada como nunca antes, había finalizado de pujar. El niño que mantenía al pueblo entero alterado finalmente nació.

      —Bienvenido, Kao—susurró con una sonrisa el flamante emperador del clan Atsuko, quien sostenía al recién nacido en sus grandes y cálidos brazos.

      Los curanderos se sintieron aliviados tras haber vivido las 12 horas mas intensas y peligrosas de sus vidas. Si algo salía mal por su culpa, sus cabezas serían el precio. Si todo salía bien, como acabó ocurriendo, su prestigio se extendería hasta las nubes y habrían alcanzado el pináculo de un curandero, tras haber sido de las pocas personas en la historia en haber contribuido al parto que da lugar al hijo de un emperador, es decir, el futuro emperador del clan. Por supuesto que esto solo aplicaba a los curanderos tradicionales como la mayoría de personas en esa casa que ayudaron con el nacimiento, ya que a los curanderos de tan alto nivel como el dueño de casa, que son considerados médicos, no se los puede castigar de ninguna forma, pues son escasos en el mundo y su conocimiento no puede ser desperdiciado.

      La señora Takeda no podía mover un solo músculo sin sentir un profundo dolor, por lo que simplemente dejó caer lagrimas puras de alegría hasta quedar felizmente desmayada.

      —D-disculpe, señor, p-pero necesitamos al bebe— dijo tímidamente el curandero mas experimentado al emperador Takeda que aún sostenía con mucho cuidado a su hijo— debemos realizar las verificaciones rápidamente para estar seguros de que salió todo bien y el bebe está... s-saludable.

      —Taiki, sabes que has liderado este nacimiento con la mayor de las calmas y la precisión que solo un médico puede tener, no tienes por qué temerme— le respondió el emperador muy suavemente al notar lo entrecortadas que fueron las palabras del hombre.

      —Lo siento, gran emperador Takeda. No quise ofenderlo.

      Taiki, el médico mas famoso del país de Ceres, y uno de los pocos médicos del mundo, conocía al emperador del clan Atsuko desde hacía varios años, por lo que sabía que clase de persona era. Sin embargo, darle una orden al emperador de un clan samurái siempre era algo con lo que ponías tu vida en juego, y más aún en momentos tan delicados como aquel. Finalmente, el bebe fue entregado a los curanderos inmediatamente.

      El emperador Takeda era un hombre alto, imponente físicamente, con unos brazos y manos grandes. Su larga cabellera rubia en conjunto con su barba del mismo color y sus profundos ojos negros, eran la imagen que el clan Atsuko reconocía como su líder, su honorable emperador. Misma imagen que su esposa reconocía como su amado marido, y Kao reconocería como su padre en el futuro.

      Una vez la señora Takeda recuperó la consciencia, varios minutos después de que naciera su hijo, el único que aún se encontraba en la habitación junto a ella era el emperador Takeda. La habitación era un caos. Materiales utilizados por los curanderos, trozos de tela húmedos utilizados para calmarle la fiebre a la mujer, y por supuesto, el desorden típico de una casa. El emperador se sentó a su lado al verla despertar, tomó su mano y la apretó delicadamente.

      —Felicidades, Ayame. Todo ha salido bien. Kao se encuentra entre nosotros — dijo en voz baja pero lo suficientemente fuerte como para que su esposa pueda escucharlo.

      —D-debemos irnos de aquí, Mako. E-esta es la casa de-

      —Es la casa del médico Taiki, lo sé. Pero puedes descansar aquí todo el tiempo que quieras — la interrumpió el emperador Takeda—. No olvides que eres la mujer del emperador de este clan. Eres la señora Takeda, Ayame. Ellos deben dar sus vidas para protegerte.

      Ayame Takeda cerró los ojos sosteniendo aún la mano de su esposo. Pero justo cuando se iba a quedar dormida, cansada y con voz muy suave, susurró lo que ella sintió serían sus ultimas palabras:

      —¿E-es lindo?

      —Si. Es hermoso— le respondió el emperador, lamentando que ella no haya podido verlo siquiera.

      El hombre presionó la mano de su esposa firmemente y con mucho amor, dejando que, con una sonrisa en la cara, su esposa finalmente pueda descansar durante toda la noche. Mako Takeda, emperador del clan Atsuko del país de Ceres, se quedó dormido en el regazo de su mujer, mientras el resto del pueblo continuaba celebrando el nacimiento de su hijo bajo una histórica noche estrellada. Kao Takeda había nacido, el niño que debía heredar el imperio del Clan Atsuko.



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En el texto hay: politica, sobrenatural, guerra

Editado: 01.03.2023

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