Karma★

Feliz cumpleaños

03/09/2010

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03/09/2010

Narrador omnisciente:

El cielo azul se encontraba estrellado, a pesar de ser las cinco de la mañana apenas, el viento soplaba y movía los cabellos de Elena, quien admiraba la vista, volteando cada minuto hacia abajo. Sus párpados ya los sentía cansados, pero se negaba a dormir.

Por dos cosas: El pacto que había hecho con ella misma de estar despierta todo el día de su cumpleaños, y para poder disfrutarlo aunque sea muy poco...

Se encontraba junto a una ventana que daba hacia el patio trasero de su casa, se podía observar casi todo, pero a ella lo que más le gustaba era ver a su mamá, y eso era justo lo que hacía. Ella había fallecido hace ya tres años atrás, eso hacía que cada cumpleaños —o más bien, todos los días— se vieran grises, siempre cabizbaja y muy rara vez mostraba su sonrisa tan característica de ella, y si lo hacía era escasa, y todos concluían con lo mismo: esa no era Elena. Y aunque este comportamiento ya estaba siendo algo habitual y normal en ella después de lo ocurrido con su madre, no dejaba de ser deprimente.

—Algún día haré justicia por ti, mi estrella favorita. —Sollozó en silencio para no despertar a su papá.

Poco a poco el sueño la venció y al fin comenzó a quedarse dormida, mientras tarareaba la canción que su mamá le cantaba todas las noches de lluvia.

—¡¡Feliz cumpleaños a ti!!, ¡felicidades, Elena! —El papá de Elena había entrado cantando de sorpresa al cuarto de su hija.

—Mmm, gracias —, bostezó —¡Muchas gracias, papá!

—Cada vez más grande, mi niña. Y hoy, hace quince años, la vida me dio mi regalo más preciado: mi ricitos de oro- hizo una pausa viéndola mientras sonreía— ¿Segura no quieres una fiesta? ¡Celebración! Una comida, por favor—. El papá, por lo visto era el más emocionado que la misma cumpleañera. El brillo de sus ojos era de esperar que Elena le contestara que sí, pero no fue el caso. — No me gusta verte así, sé que es difícil porque tu mami siempre fue una mujer fuerte, hermosa y, sobretodo, buena. Pero ya no podía, poco a poco se fue enfermando más... —Y entonces lo que se escuchó fueron llantos, muchos llantos. Mientras que el papá pudo soportar el dolor, lo decía con una calma de admirar, casi como si no le importara, aunque sí lo hacía porque era el esposo, le importaba.

En cambio él no tenía sus ojos llenos de lágrimas, su nariz roja y con papel para limpiarse.

Con las pocas fuerzas que le quedaban habló—: Lo sé, y no es fácil, pero ¿Por qué...? —Un nudo en la garganta que no dejó continuar la pregunta se formó.

—¿Por qué, qué?— El papá frunció el ceño, confundido.

—No, no—, pensó —nada. Solo no quería pensar en que mamá de un día a otro...

—Se fue. —Dijeron ambos al mismo tiempo.

Después de que su papá guardara silencio como si pensara si decir algo que se estaba guardando desde hace mucho tiempo, comentó—: Creo que ya estás grande así que te lo contaré. ¿Estás lista?

Elena sintió, no muy convencida, pero creía que sería lo mejor, ya tanto tiempo y sin saber la verdad, era justo y necesario, aunque esta fuera desgarradora.

—¿Segura, princesa? Con esto que te voy a decir no quiero que te enojes con tu mami. Mejor, quiero que cambies tu actitud, mejores, estés más animada y sepas que no tuviste la culpa, ni tú ni nadie. ¿De acuerdo?

Hubo un silencio por parte de los dos.

Elena quedó muy confundida por lo antes dicho, ¿su culpa?

Aun así, asintió.

—Bien, —agarró aire y soltó —Cuando tú tenías diez años, tu mami empezó con unas actitudes un poco raras, diferentes a lo habitual. Y así hasta que falleció. Un día decidí hablar con ella y aclarar las cosas, y entonces ahí me confesó que estaba viéndose con otra persona desde ya varios años atrás, incluso salían formalmente.

Elena no podía creer lo que escuchaba su asombro era evidente.

—Pero...

—Esto me hizo dudar de los sentimientos que ella tenía hacia mí y yo hacia ella, pero decidimos seguir con nuestra relación por ti, nuestra bella hija. Así duramos por varios años hasta que tu mami empezó realmente mal, comenzó a enfermar a diario y eso fue algo extraño, entonces decidimos ir al doctor para poder saber qué era lo que tenía. Y ahí nos enteramos de que —agarró aire para después confesar la cosa más espantosa— tenía una enfermedad mortal. Entonces en poco tiempo ella moriría.

Elena lloraba poco a poco con un dolor en el pecho que no soportaba, su rostro se veía triste, pero al mismo tiempo con furia e igual que en unos momentos, con incertidumbre. ¿Por qué su culpa?

—Hija, mi princesa, te amo. Por eso te lo estoy contando, no llores, por favor, me parte el alma verte llorar —Gerardo puso su mano contra su pecho— Si yo hubiera hecho algo por tu mamá para que no muriera tan pronto... lo hubiera hecho, en serio. Pero no se pudo, no es tu culpa- volvió a recalcar —que tu mami empezara a verse con otra persona —la cara de dolor que ponía se podía notar a leguas, pero al mismo tiempo tratando de que no se viera tan débil por lo dicho.

—Pero...—dijo Elena, pero su papá le interrumpió nuevamente.

—Nada de esto es tu culpa, tranquila. Creo que fue algo que le tocaba pagar, ya sabes algo así como un karma —el papá soltó de repente congelando a su hija—, pero nos afecta a todos y aun así creo que no se lo merecía. Yo la quería tanto... —simplemente el papá no soportó más el dolor que empezó a llorar.

Hubo un silencio donde los dos, padre e hija lloraban.

Su papá decidió irse y dejar un momento a solas a Elena, porque se lo había pedido. Ella se quedó pensando en muchas cosas, decidió dormirse, tenía que enfrentar una realidad que no deseaba.

Después de eso pasaron varias horas, Gerardo había salido por unas compras que tenía que hacer, y cada vez oscurecía más, así que Elena aprovechó ese momento para afrontar todo lo que su papá le había confesado.




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