Karma★

Él

Gerardo:

13/01/2011

Estaba preparándome para contarle a Elena sobre mi mujer, con la que ya llevaba saliendo casi cinco años, pero no lo hice, pues ella no sabía la verdad.

-¿Qué haces ahí dentro, Elena?- pregunté con un tono de voz en que traté de mantenerme calmado, sonó fuerte.

-Nada, papá. Estaba empezando a limpiar la casa, pues comencé con mi cuarto y me emocioné, pero ya me cansé -río y estoy casi seguro que pude notarla extraña.

-Está bien, no te preocupes ya, ve a descansar, ¿Cenaste?- cambié de tema, quitándome el saco. -Por cierto, no vayas a limpiar el cuarto, ¿sí? Yo me haré cargo de él, por favor -. No quería que mientras limpiase encontrara el supuesto cassette con el que Sol alguna vez me amenazó. Tenía que buscarlo yo, y por alguna razón siempre que estaba dispuesto pasaba algo, o me dormía, tenía que salir, se me olvidaba, etc.

Así que me dispuse a buscarlo en ese preciso momento.

-Sí, papá. Ya cené, ¿y tú? ¿Quieres algo para comer?

-Por favor, pero más al rato me hago algo yo, ahora tengo que buscar unas cosas.

-¿Qué tienes que buscar, papá? Tal vez pueda ayudarte -esta niña estaba muy preguntona hoy. Y mi paciencia estaba acabando.

-Un saco porque mañana tengo una junta de negocios, y gracias, yo lo hago.

-Bien, tengo mucho sueño y mañana clases. Que descanses, y cenas. -dio la vuelta y se marchó a su cuarto, saqué la cabeza por la puerta asegurándome que entrara a su habitación, y así fue.

-Te quiero, hasta mañana.

-Hasta mañana, yo-yo también te quiero- balbuceó.

Aunque busque por todo el cuarto, estoy seguro que no vi nada. Pero había un mueble que había hecho yo, donde mi ex esposa guardaba todos los videos, discos y cassettes y se veía diferente... No estaban todos juntos, como si faltara uno. Mis dudas comenzaron a surgir, ¿y si ya sabía la verdad?

-Yo sabía que tenía que deshacerme de ella. Desde ese día ¡Maldita sea!, ahora tendré que hacerme cargo de que mi hija no se entere de nada, y si ya lo hizo, que no salga de su boca y nadie se entere- dije en silencio y aprovechando para cerrar la puerta.

16/02/2007

Ese día por la mañana, después de dejar a Elena en su escuela, me estaba arreglando para irme a trabajar como cualquier otro día, cuando algo me faltaba; mi loción.

-¿¡Qué te pasa!? Moviste mi loción, ¿qué crees? ¿¡Que por eso ya no me voy a ir con ella!?- grité harto de mi propia esposa.

-Se te acabó, no quería moverla ¡Solo la tiré!

En ese momento me enojé mucho, no pude pensar con la cabeza fría, y es que tratándose de ella jamás puedo pensar con la cabeza fría. Y cuando reaccioné estaba encima de ella con mis manos sobre su cuello, muy cerca de mí estaba mi botiquín donde mantenía las jeringas con el ácido cáustico, un movimiento en falso de ella y mi Sol tendría más dosis -de las tantas que ya le había inyectado- sin pensarlo y sin remordimiento comenzó a gritarle sobre la otra, y que era mucho mejor que ella. Solo me desahogué.

¡Cómo era posible que se atreviera a gritarme! Ella me había gritado, maldita.

Y entonces ella soltó que había un video donde decía toda la verdad, si esto era real, ya no me servía. ¡Era todo un estorbo!

Me alteré, aún más de lo que ya estaba, mis dientes dolían de tan apretada que tenía la mandíbula. Y estaba seguro que estaba rojo del coraje.

Decidí dejarla tirada e irme al trabajo, todo el día estuve pensando en lo que había dicho así que iba a adelantarle la muerte. Desde hace ya unos cuantos meses atrás le ponía veneno sus alimentos, ¿como todavía no estaba muerta? ¿Era tan fuerte? Solamente es un estorbo. ¡No me dejaba ser feliz!

Agarré de la mano a Sol, tirándola con fuerza y grité -¡Elena, volvemos en unas horas, voy a llevar a tu mamá al doctor, te amamos!

-Adiós, los quiero, con cuidado. -escuché despedirse a Elena, yo azote la puerta y caminé.

Mi plan era muy sencillo, llevarla a un bosque no muy lejos de por ahí y matarla. Hacerla sufrir así como ella lo estaba haciendo conmigo, y claro, Elena preguntaría por su madre, pero era muy ingenua así que le mentiría. Le diría que en el transcurso ella no aguanto más y falleció, y que antes de fallecer su última voluntad era dejarla en un bosque y como el buen esposo que era, se lo cumpliría.

Mientras caminábamos le iba contando todo mi magnífico plan, una sonrisa de oreja a oreja se podía observar en mi cara. Al fin podría deshacerme de ella.

Pero una amiga suya tuvo que venir a interrumpir mi plan, y aunque después de eso no tardó tanto en morir, para mí pareció una eternidad.

Si no fuera por aquella señora, Sol estuviera muerta desde un principio.

-¡Amiga!

-¡Amiga!, ¿cómo has estado? Hola, señor Gerardo. -saludó.

-Hola, señora Leticia. Bien, gracias -contesté por ella.

-¡Qué bueno! -la vecina se quedó observándola por un momento -. Ay, amiga, ¿estás bien?, ¿te ves como mal, no? Ven a mi casa el lunes, tengo unas cremitas que ayudan súper bien para la piel y esas manchitas oscuras que no salen.

-No, no, estoy muy bien de hecho. Muchas gracias -rio sin ganas.

Y más vale que dijera eso.

Juro que si no hubiera sido por ella, Sol desde ese día, mucho antes estaría muerta y yo, sería tan feliz, sería tan satisfactorio ver su cara de sufrimiento, ver su piel llena de rojo carmesí, suplicándome piedad... Exquisito.

14/01/2011

Ese día Elena estuvo un poco rara, ahí supe que ella se había enterado de algo. No sabía de qué con exactitud, pero sabía que de algo se había enterado. Y no algo bueno.

Tenía que enterarme de lo que Elena sabía. De cualquier manera, por las buenas o por las malas.

-Elena, hija ¡Ven, por favor!

-¡Ya voy, papá! - ella salió de su cuarto ya con su pijama puesta-, dime, papá ¿Qué necesitas?, ¿todo bien?- su entrecejo se arrugó.

-Siéntate, quiero hablar. Preguntarte algo- dije invitando a pasar al cuarto, mientras cerraba la puerta.




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