Karma★

Visita

14/01/2012

Gerardo:

—¡Elena, hija! ¡Vámonos! –grité consiente de que sería la última vez que vería a mi hija con vida. Fingir el mismo dolor al igual que con mi esposa, y... Y en eso me acordé de que el plan, había cambiado.

Ni en mi mente me deja ser feliz por un momento, ¡qué va!

Elena bajó arreglada, por supuesto, así se lo pedí.

—Listo, papá.

—Después de visitar a tu mami, me gusta me gustaría presentarte alguien muy especial para mí. Y espero que lo llegue a ser para ti también. —sonreí sin separar mis labios, mirandola fuerte.

—De acuerdo —dijo así muchas ganas.

En el camino al cementerio, pasamos a comprar unas flores para dejárselas. Moradas, sus preferidas. Al llegar fuimos directos su tumba y cuando llegamos sabía que mi plan había comenzado.

Primera fase: fingir.

Elena comenzó a lloriquear en un momento en que estuvimos frente a la tumba de mi antigua esposa, de Sol.

Y yo, comencé a hablar.

—Sol, mi amada y hermosa, Sol. Cada día que te levantabas tu mirada no era la misma, ibas empeorando y morías poco a poco. Siempre traté de darte y cuidarte de lo mejor, esperaba que mejoraras, pero todo tiene su final —Elena volteó a verme, y yo bajé la mirada— y el tuyo llegó muy rápido...

»Quiero que sepas que siempre te amé, y te amaré. Fuiste la mujer de mi vida, la que me dio mi mayor tesoro; Elena. Cuidaré de ella así como tú lo hacías, la cuidaré de todo lo malo. Conmigo estarás segura, nada malo le pasará, mantendré vivo tu recuerdo, tus valores, la lealtad, el respeto, amor y paz que transmitías a tus queridos. Sabrá que todas las acciones tienen consecuencias. Con cariño, amor y respeto, Gerardo, tu esposo. Siempre estarás en nuestra memoria, en nuestro corazón. Te amamos, mi vida — venía la mejor parte. Sonreí.

Elena:

Iba con un vestido negro, no me corto. Un collar de perlas, y mi pulsera roja de la suerte, mi mamá de pequeña me la había comprado para protegerme.

Tengo tus flores moradas, mami...

Al llegar e ir dando paso con paso, acercarme un poco más a su lápida, mi corazón crujía, mis ojos aguadaban, hasta que...

Sol Gutiérrez

1964 a 2007

“Madre amorosa, esposa fiel. Con todo el amor de tu familia, que siempre te recordaremos, descansa en paz”.

Mis lágrimas amenazaban con caer, como río. Quería llorar, pero después de todo lo que recordaba, no podía hacerlo —. Mamá, perdón por visitarte hasta ahora, no he tenido— volteé a ver a mi padre y corregí —, no hemos tenido el tiempo suficiente para venir a verte y saludarte.

Deje caer sus flores moradas, limpiando mis lágrimas.

Mi papá comenzó a hablar, pero no era como si se dirigiera a mí. Lo entendí, le hablaba a la persona que él mismo había matado.

Le hablaba con una dulzura, como si alguna vez le hubiera le hubiera amado. ¡Cómo podría ser tan cínico! Me sorprendía, y mucho. No pensé que llegara a tanto.

Y aunque sabía que era mentira, le hice pensar lo contrario.

Mi papá hablaba tanto, y empezaba abrumarme, hasta que escuché algo que llamó mi atención.

—Te venimos a visitar para dejarte descansar en paz. Con respeto y pena hacia ti, quiero contarte y pedirte permiso... —¿Permiso? ¿De qué hablaba?— Me quiero volver a casar.

Qué. No. No, no. Esto no puede ser verdad, por favor, no...

Él continuó, estaba sonriendo, pero no tenía el coraje de voltear a verme. —Sí, hace unos meses en el trabajo conocí a una chica, muy linda, de buen corazón, quiero casarme con ella. Sé que es muy reciente a tu muerte, y que acabo de conocerla, pero estoy realmente enamorado de ella.

Sus ojos brillantes, su sonrisa genuina, como si en verdad la amara... ¿Alguna vez habló así de mi mamá?

Estaba enojada, frustrada y decepcionada. Por qué a mí... ¿Era tan necesario?

No dejaría que me descubriera, yo tenía un plan y lo haría.

Le pedí un tiempo a solas con ella, y aunque empecé que no aceptaría, lo hice lo hizo.

Haré justicia por ti, mi estrella favorita. Fuiste una excelente madre, esposa, hija y amiga. Ya no me importaba nada. Ni nadie.




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