Sol:
Elena tenía que cuadrar un día para ayudarme a escribir la carta, esto tenía como resultado poderle hacer saber a Gerardo que nunca deje sola a Elena y que siempre la cuidaría de él, aunque eso implicara matarlo.
Hace siete años -cuando aún estaba viva- escribí dos cartas.
"Querida, Elena. Mi amor, te escribo esto porque aunque seas mi niña, y la persona por la que todos los días lucho y me muestro como una persona fuerte, no es así. Todos tenemos que mostrar un lado de nuestra vida que a veces no es real, o lo es, pero con ciertas personas. Pero cuando las luces se apagan, cuando la puerta se cierra; es un infierno. Quiero que sepas que todo esto es por tu bien, me voy. Me voy porque no estoy viviendo feliz. Tendremos contacto siempre y cuando tú así lo decidas, no quiero que le digas nada a tu papá, ¿sí? Que sea nuestro secreto. Espero vernos pronto, quizás sea en unos días, meses o años... Espero todo mejore. Pase lo que pase, quisiera que me recordaras como la mujer fuerte siempre traté de mostrar, aunque quizás no lo logré con esta carta. Recuerda que no todo es como parece, mantente alerta. No puedo decirte a dónde iré, pero sí sanaré y después regresaré por ti y las dos sanaremos juntas. Permíteme alejarme de ti y de tu padre, para mejorar, sola hija mía. Por favor, cuídate, eres hermosa, suficiente y demasiado importante para mí, Elena... Si realmente quieres tener contacto conmigo, el día viernes cinco de Mayo, nos vemos en el restaurante Isladcity. Está lejos, pero no te preocupes, te dejaré dinero abajo de tu colchón, perdón, hija. Te ama; tu mamá. Sol"
Nunca se la di, me sentí muy egoísta al leerlo. Pensé que, tal vez, podríamos salir solas, pero mi muerte llegó demasiado rápido.
"Gerardo. Te escribo esto para decirte que estoy harta de tu violencia física y mental hacia mí. Por tus violaciones, te amaba, pero cuando te decía que no, no hacías caso y me lastimabas. ¡Me hiciste perder a nuestro hijo! Casi me haces perder a Elena, me voy. No me llevo a Elena conmigo, pero quiero que tengas en mente que si llegas a poner una mano encima, no te la vas a acabar. Ya hablé con todos los vecinos y tengo gente que cuidará, vigila y protege a la niña. Regresaré más fuerte que nunca, me llevaré a Elena y te olvidaremos. Y si es necesario, te meteré a la cárcel. Tu hija sabrá todo lo que su padre fue y es. No te diré a dónde iré, ni mucho menos algún detalle, y para cuando leas esto yo ya estaré muy lejos. No trates de ubicarme, Gerardo. Es tu última advertencia, déjame sola. No toques a nuestra hija, no le grites. No quiero que pase lo que yo pasé. Te odio. Sol"
Tampoco se le llegue a dar, ya que al decidir quedarme, no tenía ningún caso y yo había mentido... Nunca le dije nada a nadie, tenía miedo, por ende jamás dije nada, y si lo hubiera hecho no sabría si me hubieran creído, jamás lo supe. Y el no decirlo, fue mi peor error.
Cada que veía Elena, que veía sus ojos y notaba el odio, rabia, rencor y enojo hacia su padre, me daba miedo. Veía a Gerardo en ella.
Pero después, cuando hablaba con ella, veía la niña dulce, amorosa y gentil que criamos, veía a mi Elena.
Cada que Elena salía a comprar sus cosas de la escuela, veía la emoción en ella, y era por el plan. Ese jodido plan. Todo lo que sentía lo escribía en un cuaderno, y eso nunca se lo contó a nadie, pero yo podía verlo.

-Bien. Entonces, ¿quedamos así?- ya habíamos planeado todo.
-Sí, está bien, mamá. ¿Estás segura de que lo que vas a querer escribir?- preguntó.
-Sí -no. Pero esperaba que ese día saliera con fluidez.
-De acuerdo. Nos vemos el veintisiete. -Dijo con una mirada seria, fría, sin emociones. Pero muy dentro de ella sabía que estaba disfrutando todo, y que se emocionaba más, porque el día tan esperado por ella, llegaba.
Yo estaba preocupada, pero le tenía confianza.
Cada que pensaba en ella, en su futuro. Recordaba que todo esto no le daba tiempo de conocer a nadie, Elena no tenía amigos, ni pareja. Iba a cumplir veintiún años y se quedaría sola. Tenía miedo de eso. No quería destruir su futuro.

Elena:
Al despertar, me preguntaba qué sería lo que mi mamá quería decirme, o decirle a mi padre. ¿O a su nueva familia?
¿O sería que solo quería transmitir lo que sintió? Pronto lo descubriría, pues ya habíamos acordado el día.
Cada día que pasaba, planeaba torturas nuevas que se me ocurrían. Y que muy pronto las llevaría a cabo, solo esperaría unos días más, donde supuestamente Johana, Iker y Ruth saldrían de viaje, como las primeras vacaciones de la pequeña Ruth. Yo para ese entonces ya estaría en mi casa, incluso tendría ya unos días instalado en ella. Y mi papá solo. Ya que tenía que ver algo de su trabajo, pues lo subirían de puesto.
Ahora lo admiraban.
"Mira, ese señor perdió a su esposa. Ha hecho un buen trabajo como papá soltero. Su hija es una admiración. Todo gracias a él" Sí, pero no sabían que todo era una máscara, ¿verdad? Todo gracias a él; la muerte de mamá, gracias a él. El dejar viuda y sin papá a sus otros hijos; gracias a él. Todo el dolor y sufrimiento que le causó a Elena, gracias a él. Su muerte, gracias a él. Gracias, papá. Gracias por todo, en serio, gracias.
Estaba cansada e indignada de pensar y saber que no solo se quedaba en eso, pensamientos, sino que realmente la gente decía aquello, que decidí pensar en algo mejor. En que todo saldría perfecto, no habría huella, nada.
Era jueves veintiocho de noviembre. Hoy por una razón nada desconocida me habían dejado tarea: un proyecto en donde tenía que poner a cabo las muestras de los polvos reflejantes o mejor llamados como polvo negro de humo y recrear una escena de algún crimen, para así poder sacar huellas, pero también aprovecharía para probar y no dejar rastro. Para ese día. Todos pensaban que solo era una tarea. Así que no levantaba sospecha alguna.