Vivíamos en un pueblo muy chico, donde siempre pasaban cosas extrañas.
El nombre del pueblo era “Karpacit”.
-La estación de tren de Karpacit es conocida como “la estación de la muerte” ya que varias personas se tiraron a las vías del tren en un intento de terminar con su vida.
Algunas de ellas murieron, y se dice por el barrio, que habitan Karpacit en busca de venganza.
¿Venganza? Le pregunté yo a mi vecina de mi misma edad interrumpiendo su relato. ¿Venganza por qué?
Ella contestó que no fueron suicidios, sino que asesinatos.
– ¿Y el asesino sigue suelto? Murmuré con terror.
-No es una persona, respondió
– ¿Y entonces, ¿qué es? Pregunté intrigada.
-Nadie sabe, se dice que es un ente que vuelve loca a la gente hasta el punto de querer acabar con su vida, nadie está a salvo en Karpacit.
Era mi primer día en este pueblo y ya sentía miedo tan solo de habitarlo.
Solía charlar siempre con esa vecina, su nombre era Maia Cortés, y siempre me relataba nuevas leyendas urbanas sobre Karpacit.
Una noche, conduciendo mi Renault Clío por el barrio, me encontré de repente con una mujer en medio de la calle, no había nadie más, solo ella. Tuve que dar un giro con el volante y terminé volcando mi amado auto.
Desperté en el hospital “Lasomi” era el único en el pueblo. Tenía la nariz fracturada y una contusión en el cráneo, lo que no me había dado cuenta, era que estaban llevándome al quirófano, pues como pude ver vagamente, tenía pedazos del freno de mano atravesados en mi tobillo.
Luego de mi externación de Lasomi, pude hablar con Maia, y ella me contó que mi accidente salió en los diarios de Karpacit, que había estado muy preocupada y que por eso había cocinado un riquísimo budín para que merendáramos juntas….
Pero el budín no fue solo de “bienvenida a casa de nuevo” o “me alegro que estés mejor”.
Era para alivianar lo que me estaba por decir.
Me contó que fue al Lasomi a verme varias veces y yo estaba inconsciente, pero pudo hablar con la mujer policía que me encontró y a la cual yo le había dado la descripción exacta de la mujer que había visto en la calle esa noche.
Maia me dijo que, esa mujer era, efectivamente, una de las que murió en la estación de la muerte.
Quedé anonadada, pues, ¡Había visto un fantasma!
Unos meses después del accidente, comencé a trabajar en el mismo bar que Maia, y entró una chica nueva al cabo de unas semanas, su nombre lo dejaré en anónimo.
La chica, Maia y yo nos hicimos muy buenas amigas, salíamos a cenar, merendábamos budines hechos por Maia en mi casa. Realmente nos conocíamos, o eso creímos…
Una noche invité a la chica y a Maia a dormir a mi casa, la pasmaos realmente bien, cenamos pizza y tomamos helado de postre, miramos una película y la chica se fue a dormir…
Ahí fue cuando Maia, sin querer, vio que la chica tenía una notificación de una red social llamada Tumblr, y decidió investigar, no revisando su teléfono, sino creándose una cuenta en dicha red social y siguiéndola, solo para ver qué clase de cosas publicaba, pero al cabo de un rato de bajar en su perfil, nos dimos cuenta que ella sufría violencia doméstica, y desde que era prácticamente bebé. Su madre había fallecido en el parto, por lo que vivía con su padre, el que empleaba la violencia.
Maia y yo nos preguntábamos por qué la chica no nos había contado nada de eso
-y, son cosas muy privadas… dijo Maia.
Pero yo pensaba que algo raro estaba pasando, nos contábamos todo, las tres, o bueno, solo Maia y yo…
Ahora que lo pienso, la chica a la que ahora llamaré como “Xaixa” (pues ese era su nombre en el blog) era muy reservada, pero recalco, pensé que nos conocíamos…
Maia y yo conversamos toda la noche sobre el descubrimiento de Maia hasta que Xaixa despertó. No sabíamos cómo disimular la tristeza que sentíamos, así que decidimos decirle a Xaixa las exactas siguientes palabras: “Xaixa, ¿sabes que podés contar con nosotras, cierto? Podés hablarnos de lo que sea, vamos a tratar de ayudarte siempre”.
Luego de esas palabras, Xaixa se retiró ofuscada y enojada de mi casa, también renunció al bar esa misma noche.
Maia y yo pensamos que Xaixa se había dado cuenta de que nosotras sabíamos lo que ocurría en su casa, pero no entendíamos por qué de repente no quería tener contacto con nosotras, ya que habíamos sido tan buenas amigas…
Al cabo de una semana sin saber nada de Xaixa, le propuse a Maia investigar. Fuimos a su casa y escuchamos gritos y golpes, cada vez que nos sentábamos en el patio trasero escuchábamos lo mismo, por lo que un día decidimos entrar.
Buscando lugares de entrada los gritos y sonidos desaparecieron. Nos preocupamos mucho por la integridad física de Xaixa, por lo que rompimos una ventana y entramos.
La planta baja estaba destruida, nos asustamos tanto que Maia llamó a la policía, mientras yo me dirigía a la planta alta. Lo que vi en el baño cambió mi vida, el padre de Xaixa yacía muerto en la bañadera, había sangre por todas partes, pero Xaixa no se encontraba por ningún lado. Antes de que llegara la policía revisamos toda la casa, definitivamente no estaba.
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brujas magia, brujas que no parecen brujas, brujas y hechiceria
Editado: 22.07.2019