Cuando Altair había despertado, lo primero que había visto eran los ojos y el rostro de su madre.
Aquello se debía a que durante el tiempo que duró su encierro, Altair no había dejado de soñar con ella y lo hacía tanto dormido como despierto, ya que en los peores momentos y cuando estaba sufriendo los más atroces castigos, él intentaba llenar su mente con la imagen de Dominique y repetirse una y otra vez que saldría de allí y la volvería a ver. Sin embargo, cuando se convenció de que aquello no sucedería nunca, lo que hizo fue empeñarse en bloquear todos los recuerdos de su vida, de su familia y de un pasado que había sido feliz y que no retornaría, diciéndose que no iba a contamianrlos con las atrocidades que estaba viviendo, pero como durante el sueño, su traidor subconsciente hacía lo que quería, era lógico que pensase que estaba en medio de alguno de sus sueños.
Altair abrió los ojos con desmesura y éstos se llenaron de lágrimas en forma automática, porque aquella Niki parecía muy real y no como la veía en sus sueños, pero en cuanto Dominique acarició su rostro, un grito procedente del alma escapó de la garganta del chico.
No hay suficientes palabras, ni lo bastante adecuadas que ilustren de forma precisa la intensidad de la emoción que estaban sintiendo en aquel momento. Geraldine lloraba en brazos de un no menos emocionado Tyler mientras que Dominique, y aunque era poco dada a las lágrimas, no pudo evitar que estas se escapasen a raudales de sus ojos mientras abrazaba a su hijo. Altair y como era apenas lógico, no parecía para nada dispuesto a soltar a su madre, pero una vez que los recuerdos cuadraron en el lugar correspondiente, se separó un poco y ahora fue Geraldine quien se lanzó en sus brazos.
El grueso nudo que Altair tenía atravesado en la garganta le impidió decir nada y solo se limitó a abrazar a su hermana y a acariciar sus cabellos. Finalmente, Geraldine le hizo lugar a Tyler, y cuando las miradas de padre e hijo se cruzaron, el primero fue violentamente lanzado al pasado, pues recordó con precisión una oportunidad en la que Altair a la edad de cinco o seis años, había estado muy enfermo.
Fleur era la que cuidaba a los niños mientras Tyler y Dominique estaban trabajando, pero si bien Altair era un sol con su abuela, no sucedía lo mismo con el par de gemelitos que a sus dos y tres años eran un positivo desastre de la misma clase que habían sido Dominique y Louis, pero por lo anterior, Fleur no ponía objeciones a que Altair fuese y viniese entre las casas de sus tíos en cuanto había aprendido a hablar, algo que por cierto había sucedido extraordinariamente pronto para orgullo de sus padres, aunque el mencionado orgullo se convirtió muy rápido en exasperación tanto para ellos como para el resto de la familia. El asunto era que no extrañaba a nadie que Altair nunca estuviese en su casa, pero un sábado cualquiera se presentaron en la mencionada casa el grupo de los mayores mientras los Black desayunaban en medio del alboroto habitual.
Después de decir aquello, Arthur sujetó la mano de Becky y se encaminaron junto con los otros hacia la puerta del comedor por donde ya habían salido Ben y Loriana que, al notar que Altair no estaba allí, no habían perdido el tiempo hablando con su tío. No obstante, Tyler sintió un vacío en el estómago al escucharlos, pues él había asumido que Altair se había quedado en Inverness el día anterior, así que se levantó en carrera y alcanzó a Dominique que había corrido al escuchar a los niños, pues ella estaba positivamente segura que su madre no le habría impedido a Altair ir a Inverness bajo ningún concepto. Cuando llegaron a la habitación de Altair lo encontraron en su cama arrebujado en las mantas, y apenas Tyler estaba entrando cuando escuchó el grito de Dominique.
Tyler se dio la mayor de las prisas en sujetar a su hijo y marchó con él al hospital mientras Dominique hacía frente a las asustadas miradas de los niños. Cassandrea había sujetado con fuerza el dije que pendía de su cuello, y antes de que Dominique dijese nada, Jason había hecho acto de presencia.
Jason había mirado a Dominique en forma interrogativa y ella le explicó con rapidez, de manera que Jason envió a los niños a casa y se fue con Dominique al hospital. Después que la conmoción había pasado y cuando ya Tyler había atendido a su hijo y Jason había efectuado el chequeo posterior, estaba Tyler al pie de la cama cuando el niño había despertado y sus grandes ojos azules lo habían mirado con expresión de susto.