La noche antes de que se iniciasen los juicios, Louis estaba como de costumbre parado al lado de la ventana de la habitación de Sandy. Normalmente él aparecía allí cuando ya ella se había dormido para no alterarla, y solía quedarse de pie al lado de la ventana o sentado en un sillón cerca de la cama. Él se había preguntado muchas veces por qué hacía aquello, pues desde que Cassandrea lo había echado a patadas de allí y posteriormente Jason le había advertido que era mal asunto alterarla tanto en su estado, él simplemente se contentaba con mirarla dormir sin intentar decirle nada como había sido su anterior intención. Sin embargo, aquella madrugada el alterado resultaría él, pues la estaba mirando cuando ella comenzó a moverse con agitación, así que se acercó con cautela y colocó una mano sobre la frente de la chica, pero si bien estaba húmeda por el sudor, no tenía calentura, de modo que aquello tenía que obedecer a una pesadilla. Con tanta delicadeza como le fue posible, intentó mirar qué estaba soñando, pero apenas estaba logrando ingresar cuando Cassandrea gritó y se incorporó.
Louis tuvo que hacer un enorme esfuerzo por controlarse, pues la sola mención de aquel desgraciado alteraba todo su sistema.
Si él no hubiese estado luchando con la ira, tal vez habría tenido oportunidad de sorprenderse y de sentirse al mismo tiempo feliz, pues ella no le estaba gritando y se había aferrado a él en busca de protección. Un rato después y cuando ella estaba más tranquila, Louis la ayudó a dormir de nuevo, y en cuanto Cassandrea se hundió en el sueño, él entró inopinadamente en los de Jason.
Jason despertó sobresaltado y sin pensarlo se desmaterializó sin siquiera ponerse de pie.
Louis le refirió con brevedad lo que acababa de suceder, pero Jason no se mostró muy convencido.
Jason pensó que Louis tenía razón, pero en aquella oportunidad no habían sabido lo que sabían ahora y que explicaba el origen del poder de Raziel.
Jason tenía clarísimo que dejarlo ir solo a ver a Raziel era el peor de los planes, pues si él mismo únicamente al pensar en Raziel ya lo hacía tener ganas de asesinarlo, el caso de Louis era mucho peor y, de hecho, lo mataría si permanecía más de un par de segundos en su presencia y sin supervisión. No era que a Jason le importase de manera especial si aquel desgraciado dejaba de respirar y, de hecho, si así fuese, todos los demás podrían hacerlo mucho mejor, pero Raziel era un preso y les gustase o no tenía derechos, de modo que si Louis cometía la enorme insensatez de matarlo, quien terminaría en Azkaban sería él. Así que con un suspiro de resignación, y aunque lo último que habría querido en la vida era darse un paseo a las cuatro de la mañana por Azkaban, no le quedó más alternativa, de manera que adecentó su aspecto y partieron.
Estando como estaban a finales de octubre, en pleno otoño, las temperaturas no eran precisamente benignas, pues Azkaban estaba en algún punto entre el mar del norte y el mar de noruega en una pequeña isla oculta a ojos indiscretos, y lógicamente su situación era inmarcable. Apenas pusieron los pies en tierra, ambos experimentaron el mismo frío desagradable de costumbre y Jason siempre había pensado que nunca fue necesaria la presencia de dementores para tener la misma sensación de helada desolación.
Aunque Louis era poco paciente, entendió el punto y guardó silencio mientras Jason hacía la comprobación. Pasados unos minutos, Jason lo sujetó por un brazo y antes de notarlo ya estaban en la sección más aislada de la prisión, caminaron por el pasillo y antes de entrar a la celda, escucharon la odiosa voz de Raziel.