Después de toda la terrible angustia vivida en los últimos casi seis años, y aunque finalmente habían logrado recuperar a los chicos, fue a un altísimo costo emocional para todos los involucrados, porque las heridas físicas suelen curarse en algún momento relativamente corto, pero las emocionales son mucho más difíciles de tratar y, en ocasiones, no se curan nunca.
Ahora los que acaban de regresar, deben intentar reconstruir sus vidas, vidas que al menos en los casos de Ben y Altair, fueron hechas pedazos, y en el de Sandy, si bien no sufrió toda la tortura que sufrieron ellos, sus sueños, sus ilusiones juveniles y la posibilidad y el derecho, de transitar en forma normal de la adolescencia a la madurez, le fue cruelmente robado.
La familia, y aunque ha seguido unida, muchos de ellos paralizaron sus vidas desde las desapariciones, de modo que ahora ellos también deben prepararse a retomar todo lo que dejaron detenido, y a vivir realmente.
Nadie sabe justo en este momento, qué les depara el futuro, pero en el caso de Jason e Iván, y aunque todos escucharon a Raziel, ellos serán los más preocupados por aquella amenaza, tal vez, porque están más conscientes que aquel individuo, esté donde esté y como esté, seguirá siendo una amenaza.