—A todos los presentes, les agradecemos por su valentía y lealtad.
—Y a los que murieron por mantener nuestra causa, no nos va a alcanzar la vida, para agradecer su sacrificio.
—¡Mientras que a los traidores, bien enterrados, están!
—¡Como también, los que aún respiran delante de nosotros!
Las risas inundan la sala, mientras los moribundos susodichos, caen de rodillas delante de ti, sin máscaras, pero que la sangre que brota de las heridas expuestas, es difícil discernir algún rasgo humano.
Te gustaría decir que te impresiona, hasta sentir algo, lo que sea. Pero ese es tu dilema. Estás muerto en vida, Aban.
Desde el momento en que descubriste que Van estaba al frente de la traición, y en el mismo momento en que estuviste en primera fila de la confrontación, todas las piezas encajaron con la misma precisión con que tu espada y la de él, chocaron en un golpe electrizante, para dar inicio a la batalla.
La cual no estás muy seguro de haberla ganado. Si no, más bien, heredado.
—A nuestros héroes, quiero decirles que el honor es suyo. —Vuelves de tus pensamientos, para verte reflejado en las pupilas del comandante—. Dar el último golpe de gracia, nos diferencia de lacras como ellos, Aban.
El cuerpo, por inercia, te tiembla. Pues, él te cede la espada de Van. La misma que tu hermano se rehusó usarla contra ti, incluso si ya estaba manchada de los miles de vidas que arrebató, por la misma razón con que tú empuñas el arma a los que, una vez, prometiste vengarte.
Y, en cuanto sientes, como escuchas, la hoja filosa perfora el agitado, asustado y débil cuerpo del traidor, tú también atiendes el quiebre de la fisura de tu psiquis.
La cual empezó con el agradecimiento de Van, antes de sonreír y recibir el final que tanto esperó; y acabó con el perdón ahogado de tu primer hostigador.
Pues, en un significativo clic de tu consciencia, entiendes que el comandante, dijo tu calificativo con intención.
Y, si bien, el deseo de atravesarlo con la espada se apodera de ti, te resistes. No sabes hasta cuándo, pero lo haces, mientras alaridos ahogados te rodean, para describir que tus aliados siguen tu ejemplo.
Editado: 13.04.2025