Katu: La bruja de la isla

CAPÍTULO 21: FIN DEL MUNDO

Las campanas de una nueva noticia resonaron en el colegio, y una voz melancólica empezó a hablar.

— Hoy se cumplirá una semana desde que empezó la tragedia. Las fronteras están cerradas, las embajadas a la espera de vuelos humanitarios y es una pena que no podamos comunicarnos con el difunto científico William.

La enfermera ordenaba linternas dentro de una mochila, intentando ocultar ese desagradable repelús al despedirse del grupo de búsqueda. Emma tenía un algodón en la nariz, mientras sus amigas la hacían caminar.

— No saben cuantas ganas tengo de sacarme este uniforme de deporte — dijo una de ellas.

— ¿Qué? es lo único limpio que tenemos

— ¿¡Y ESO QUE?! No puede ser que Oliver se desaparezca — se escuchó de Emma — le dije que venga por mí cada vez que regresaba. Como odio este lugar, quiero irme de aquí.

Al fin sola, la mano de la enfermera viajó a un cajón de la deteriorada mesa y sacó un lazo de cabello. Era para una niña.

« Yo también me quiero ir de aquí. Quiero buscarte » pensó ella. Aunque no por la misma razón. Sabía que si no tenía cuidado, podría desaparecer como todos.

Emma con su grupo, caminaban en dirección al edificio de habitaciones. Subió con esfuerzo por las escaleras, con ayuda de ellas, cuando se detuvo frente a Oliver. Parecía enojado y determinado, empuñando sus propias manos al caminar de un lado a otro del edificio.

— ¡OLIVER! — grito Emma.

Se soltó de los brazos de su grupo y caminó hacia el chico. Ninguno feliz por la presencia del otro, sus ojos avivaba el enojo que sentían. Sin embargo, Oliver se detuvo frente a ella.

— ¿no te dije que me buscaras en las rejas del cerro? — preguntó la chica — somos novios, y podríamos morir en cualquier momento. Deberías ser más cariñoso conmigo.

Oliver se quedó en silencio. Viendo a la chica con los brazos cruzados que acentuaban su pecho y su herida con vendaje. Aprecio por unos instantes las cejas fruncidas de la chica y su puchero. Lo conocía a la perfección, era su forma de llamar la atención.

— Emma — siseo el chico — terminemos, ¿bien?

Su pedido sorprendió a la joven. Abriendo sus ojos como platos y viendo de reojo a sus amigas que empezaban a susurrar.

*“Están hablando mal de ti. No mereces esto”*

Ella sacudió su cabeza, un pensamiento intrusivo que la hizo dudar pero también reir. Quería pensar que era una broma, pero la seriedad en los ojos de Oliver la enfurecia.

— ¿De qué estás hablando? — dijo, tratando de mantener la compostura. — ¿Sabes que? vayamos a mi cuarto, tengo guardado los dulces de la noche pasada.

Tomó su brazo, apurada por cambiar esa expresión de Oliver. Pero en cambio, solo fue apartada de él.

— No Emma — susurró el chico — es porque estamos en el fin del mundo, que quiero hacer lo que antes no pude.

— ¿Y qué es?

— Quiero a Kaia

Las palabras de Oliver cayeron como un balde de agua fría sobre Emma. La incredulidad se transformó rápidamente en furia. Con un movimiento brusco, le dio una bofetada a Oliver.

— ¡Eres un idiota, Oliver! — exclamó, su voz temblando de rabia.

Sin esperar respuesta, Emma giró sobre sus talones y continuó su camino por el edificio, seguida de sus amigas que la miraban con una mezcla de simpatía y temor. Oliver, con la mejilla aún ardiente, se quedó allí, observando cómo se alejaba seguido por aquel grupo.

Por otro lado, en un largo pasadizo del último piso de la torre de mujeres. Daniel caminaba con una vela en mano, viendo cada una de las puertas con membretes titulados con apellidos. Se notaba un poco desesperado, tratando de buscar el apellido “Moon”.

Su mente destilaba preocupación. Solo pensando en cómo alejarse de “La gran familia”, en busca de información de la bruja Katu y queriendo robar una laptop con batería.

— Al fin — siseo cuando leyó la puerta con el cartel “Moon”.

Reviso cada lado antes de entrar. A ese espacio oscuro que olía a guardado por mucho tiempo, no fue necesario buscar el foco, la iluminación y fogatas hechas en el patio alcanzaba delicadamente a la habitación. Se acercó a abrir la ventana, volteando a las dos camas, dos escritorios vacíos, un armario y un baño.

Sin embargo, cuando las llamas se intensificaron alcanzando a la ventana de la habitación. Unas letras pintadas se hicieron visibles, a pesar a primera vista parecía haber sido cubiertas por varias manos de pintura, eran claras de leer.

“Vete al infierno, pobretona”, “ Loca acosadora” “Muerete”

Le hirvió la sangre de solo leerlo. Resoplo un par de veces, sin poder imaginar el desastre de vida que tuvo que vivir Kaia. Aunque tampoco quería.

— Concéntrate — se dijo así mismo.

Volteo al baño, mientras alzaba sus hombros para darse ánimos. Camino a ese oscuro espacio y sacó de su mochila una laptop. Alumbrando esas mayolicas con la pantalla.

— Ok, ok, ok — repitió, mientras soba sus ojos y se veía al espejo — esto es una maldita locura, pero … yo puedo. Bruja, escuche tus garras, así que, por favor, ahora escúchame a mí y a mi petición.

Cerró sus ojos y juntó sus manos al frente, hizo todo tal cual las personas en los foros explicaban, no quería saltarse ninguna, aunque después de eso, solo era cuestión de esperar.

«¿Estás seguro que quieres ver mi historia?»

«O mejor, te muestro la tuya … »

— ¿Qué?

«Nacido en casa de familia media, beneficiado con oportunidades que pocos tienen. Un niño que a corta edad se volvió el más inteligente de su escuela y que los medios lo titularon como “el nuevo niño genio”, “un milagro de los mil años”. Tus padres se alegraron mucho, fuiste el orgullo de la familia.»

«Participaste en varios eventos de ciencias, te presentaste ante doctores y profesores de universidades como el brillante Daniel Moon, »

«Pero qué egocéntrico … y te respetan por eso, pero al mismo tiempo te odiaron, todos te odian.»




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