Katu: La bruja de la isla

CAPÍTULO 22: VAMOS NIÑO, TÚ PUEDES

Una hora antes del accidente

Era de noche, se escuchaba el sonido de las ramas moverse con el viento y los pasos de cada uno de los residentes del internado, todo llegaba nítidamente a los oídos de Kai, encerrada en ese sótano y atada con sogas que mordían su piel.

Un dolor punzante y constante mordía su piel. Ocultó su mueca de dolor mientras observaba los tres cuerpos inmóviles en el suelo. Una niña, Linda, sostenía a un bebé en sus brazos, ambos desnudos y cubiertos de cicatrices. La cabeza de Linda estaba rapada, con mechones dispersos de cabello y charcos de sangre a su alrededor.

Los padres presentes no mostraban ninguna emoción ante la escena macabra que ellos mismos habían orquestado y nombrado como "ofrendas".

— Mi dios —exclamó Matias, dando un paso adelante— por favor, protégenos de este mal que amenaza con destruir tu tierra y todo lo que conocemos.

— Con fe —repitieron los demás.

— Deseamos su protección, deseamos tener su bendición para seguir viviendo con nuestra familia y

No pudo continuar cuando un temblor resonó en las paredes y estantes del sótano. Matias resopló exhausto por esos inconvenientes diarios, estiró su cuello y luego volteó hacia Kaia, completamente pálida en pleno ataque de pánico, provocando la risa de los hombres presentes.

— Ma … lin — empezó Kaia —Linda, mataste a linda y

— Al parecer era virgen, y el bebe … nadie va a reclamar a un bebe que pensaran infectado —explico el padre Andres, mientras se acercaba fundando un cuchillo.

Kaia, con la mirada perdida sobre los cuerpos, podía escuchar gritos a kilómetros de distancia, el sonido de piel estirándose hasta romperse, venas destruyéndose y el goteo de la sangre impactando en el suelo.

«No quiero escuchar esto» pensó rápidamente. Sacudió la cabeza, intentando bloquear el sonido que sabía no debía ser audible como esos temblores diarios.

"¡Lo logramos!" Escuchó una voz cercana a sus oídos, pero sabía que estaba lejos del internado.

«¿Será Katu?» Cerró los ojos, deseando no ver a la bruja.

Mientras los adultos seguían conversando, un extraño escenario pasó por su mente. Pudo ver cómo un túnel morado se fundía en sus ojos, rápido pero nítido. Podía ver el internado, a las personas moverse y preparar varios asientos, otros cuidaban la fogata, personas limpiaban el comedor, los árboles meciéndose. Sus ojos llegaron hasta el lugar donde Emma la había atacado y, de pronto, suspiró cuando la figura de Katu se detuvo frente a su visión. Ella mataba a una persona.

— Ah …

Respiró hondo y abrió los ojos con miedo justo cuando el cuchillo se hundió en su brazo. Escuchó cómo se cortaban sus músculos, asustándola mientras su sangre comenzaba a derramarse.

— Oliver, ¿Qué haces aquí? —se escuchó desde las escaleras, de parte del padre Matias.

Aquellas palabras hicieron reaccionar a Kaia, haciendo que se olvide del ardor y volteando a Oliver bajando por las escaleras.

— El grupo de la misa ya tiene preparado la misa. Deje que me haga cargo — explicó él.

“Tsk!” soltó el padre matías. Volteando a su compañero detenerse.

— Bien, Andrés vámonos — respondió Matias, entregando al adolescente una pistola — cuidado que se convierta en un monstruo.

— Solo quiero preguntarle algo antes — dijo Oliver. Con cierta coquetería al hablar, solo viendo a la chica pálida por la pérdida de sangre.

En segundos, los padres salieron de la bodega. Oliver dejó su amargura mientras bajaba la corta escalera, mirando sin piedad a la chica vulnerable.

— ¿Ahora sí te puedo pintar? “Musa”.

Esa palabra descolocó la mente de Kaia. Le daba repulsión solo recordar todas esas veces que él intentó, a espaldas de su novia, acercarse solo para burlarse o tocarla.

Ahora estaba en problemas, no sabia que es lo que podría hacer pero su miedo por alguna razón, se había convertido en odio y lo expresó muy bien en sus ojos una vez que se vieron la cara.

Oliver silvo, emocionado.

— Sabía que tenías lindos ojos, pero … si me miras así, me enamoraré. Y ninguno quiere eso— Sabes, estuve pensando. Si este es el fin del mundo, entonces debo hacer algo en lo que no me arrepienta.

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Por otro lado, Daniel vio a katu desaparecer en el espejo, permaneciendo en ese mismo lugar por unos segundos más hasta que se obligó a parpadear.

— Kaia … ¿Tiene un terreno? — balbuceo — ¿puede escuchar y ver todo lo que esté dentro de su terreno?

Le era difícil hablar, no podía explicarse bien o comprender lo que decía. Sin embargo, en el momento que su reflejo llegó al espejo suspiró con alivio y una pequeña sonrisa creció. Alzó una comisura y de pronto, empezó a reír.

— Mi tía se está convirtiendo en Katu.

Dio un paso hacia la puerta, pero se detuvo y tropezó cuando comenzó un temblor. Un golpe tan fuerte que lo envió contra la pared, amortiguando el impacto con su mochila en la espalda. El impacto le dejó sin aliento, pero logró agarrar la cortina de la ducha antes de caer al suelo. Los muros se agrietaron a su alrededor, y pequeños pedazos de yeso cayeron sobre su cuerpo.

Cubrió su cabeza con sus brazos, tratando de protegerse del caos que se desataba a su alrededor. Asustado en la soledad y oscuridad.

—¡Mamá! —gritó, con la voz quebrada.

Cubrió su cabeza con los brazos, tratando de protegerse de los escombros que llovían sobre él. Su cuerpo temblaba, en la soledad y oscuridad de ese momento. Sentía el peso del mundo sobre sus pequeños hombros, y el miedo lo envolvía como una manta helada.

El temblor terminó tan rápido como había comenzado. Lentamente, Daniel levantó la cabeza y miró a su alrededor, sus ojos todavía llenos de lágrimas viendo el cuarto en ruinas. Respiró hondo, tratando de calmar su corazón acelerado.

— Ya no hay nadie, vamos. Levantate o morirás aquí — escuchó de pronto.

Tan cerca de él, cuando se dio cuenta de la voz infantil. Volteo confundido, hacía una serpiente que se deslizaba por su pantorrilla. Paralizado por los ojos penetrantes del animal, hasta que sacudió su pierna, lanzando al animal contra el inodoro antes de levantarse apurado y con miedo.




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