1:40 AM SÁBADO
Esa noche, mientras el sonido de las olas golpeando contra las rocas resonaban cerca al grupo.
Kaia estaba inmóvil, sus ojos grises reflejaban una mezcla de sueño y miedo. Sus labios se apretaron en una línea mientras procesaba las palabras de Daniel. Finalmente, una expresión de firmeza y resolución se asentó en su rostro al ver la seriedad de su sobrino.
— Estoy de acuerdo — interrumpió illapa, escalando por el cuerpo de kaia — creo que Kaia debería tener el control.
“¿Tener el poder?”, pasó por su mente, sin saber qué decir. Volteo a illapa
— Oye — detuvo — ¿Por qué cambiaron de bando? ¿ya no quieren a su madre? … la original.
Trago saliva mientras escuchaba la serpiente sisear desde su garganta, apretó su mandíbula en respuesta calmando sus ansias ante la respuesta que por un segundo temía escuchar.
Kaia, aún no podía confiar en esas serpientes, y por eso, ese silencio empezó a asustarla.
— ¡Deja de quejarte! — grito illapa — ¡¿No dijiste que ibas a proteger a tu familia?!
Kaia balbuceó unos segundos, volteando a su sobrino y de ahí a Nathaniel. Sus ropas estaban desgastadas, tenían suciedad en todo el cuerpo y, de alguna forma, se sentía miserable de haberlos arrastrado a ese punto.
Recordó la sonrisa y voluntad curiosa de Daniel cuando lo vio en el auto de su madre, la amabilidad de Nathaniel cuando se ofreció a buscarlo por el cerro. Su posición actual, lo que era ahora nathaniel y lo cerca que estaban a la muerte, era por ella.
Por primera vez desde hace mucho tiempo, agacho su cuerpo buscando un poco de respiración. Su cabello sucio bajo a su rostro, ese cerquillo estaba más largo y la bufanda roja colgada, se encontraba en mal estado.
De repente miles de siseos y pasos pasaron por su cabeza, eran monstruos caminando alrededor y la bruja, a kilómetros de distancia.
— ¡Ah! — soltó sin querer en medio de un gruñido de dolor y odio — ¡BIEN!
Rasco su cabello y volteo a los dos chicos. Daniel bostezo, soñoliento.
— Katu está lejos — dijo ella, ruborizada y a punto de llorar — Daniel ve al puerto y esperamos ahí.
— ¿Qué? Espera — Daniel, con su mano a lo alto. Sus cejas fruncidas con desesperación ante la sorpresa de la adolescente.
Fue entonces que señaló a lo alto del cerro.
— Si vine hasta aquí, es porque Watson dijo que esta fue su primera casa — dijo el chico, volteando la duda de los dos mayores — Pará es Watson.
— Ah, claro — siseó ella. Resignada antes de voltear hacia lo alto del cerro — ¿Estás seguro? siento algo raro por ahí.
— Solo dame tiempo — explicó Daniel. Volviendo a ver la sorpresa en su tía — Entiendeme. Estoy seguro, ahí dentro hay información de lo que está pasando. No solo de la bruja y tú, posiblemente ella sabe algo de los monstruos.
Kaia inclinó su cabeza, sus cejas hablan por sí sola. Dudosa por las palabras del menor que solo mostraba una dulce expresión, una larga petición. Sus pensamientos se enredaban en un torbellino de incertidumbre y miedo, mientras veía la determinación en el rostro de Daniel.
Por un momento, deseó tener la seguridad que él mostraba. ¿Y si ese lugar fuera otro peligro? La duda la consumía, pero en los ojos de Daniel veía una esperanza que no podía ignorar.
Ella suspiró con fuerza e inclinó un poco su cuerpo para ver a los ojos a la serpiente.
— Escúchame bien, Pará — ordenó ella — ¿Dicen que soy su madre? Así que hazme caso y protégelo. Nathaniel ¿Podrías ir con él?
— De hecho — pauso illapa al acercar su cabeza hacia la chica — Vas a necesitar el poder de nathaniel para enfrentar a katu. Aún, cuando ella está enferma, mamá
— Ya deja de llamarme así — el tono de kaia estaba a punto de quebrarse ante el miedo y el enojo — ¿No dices que estoy cambiando? Debo tener poder
— ¡Pero no lo suficiente! — volvió a gritar la serpiente.
“ ¡Sssssss! “
— ¡WOW!. El rebelde hermano mayor volvió — dijo waira en el otro hombro de Kaia.
— Necesitas poder, para enfrentarte a una criatura como katu — el tono de la serpiente amarilla era fuerte, casi desesperada mientras meneaba su cabeza de un lado a otro.
Kaia volvió a suspirar, volvió a su sobrino con la misma determinación de antes y luego a Nathaniel, sus ojos la observaban con tanta fuerza, sus ojos se distorsionaron en un filoso estado salvaje.
— Estuve acostumbrado a seguir a Oliver. Pero, si eres tú puedo seguir con la mala costumbre — nathaniel tenía una suave sonrisa.
— No quiero que nada malo les pase, a ninguno — soltó ella, contuvo sus ganas de llorar. No se lo iba a permitir estando delante de su sobrino.
— Yo protegeré al niño — anunció la serpiente en la espalda de Daniel — mamá, no te preocupes.
De pronto cerró los ojos con fuerza, negó por unos segundos hasta que un tinnitus pasó por su cabeza. Sabía que Katu estaba cerca.
— Lo haré, claro que lo haré porque son mi única familia que tengo — dijo ella, se agachó y abrazó a Daniel — Si algo pasa, quiero que grites. No importa que tan alto o bajo sea, te escucharé e iré por ti.
— Descuida, estaré bien— soltó el menor mientras alejaba a su tía de sus brazos — soy un niño genio. Además, Watson, creará un diluvio.
“ ¡Sssssss! “
— ¿Ahora te llamas Watson? ajaja
Las dos serpientes hermanas, sujetas en kaia, empezaron a sisear. Sus lenguas volaron por un segundo.
— Ya paren — ordenó Kaia.
Ambos familiares volvieron a intercambiar miradas. Daniel sonrió, pero no era de esas miradas tontas que daba para que ella se ría. No, era una sonrisa cerrada, confiada y segura de sí misma.
« Si pudiera darte algo que te proteja … lo único que puedo hacer es escuchar bien.»
— Oye — llamó a Daniel con alegría — cuando vayamos a la capital. Te llevaré a los mejores restaurantes.