2.50 AM SÁBADO
Por encima de su cuerpo, miles de serpientes sujetaban con fuerza las extremidades de Katu. En su forcejeo, logró liberarse de un par, pero fueron rápidamente reemplazadas por el doble de animales. Sin embargo, cuatro hoyos en el suelo se abrieron, y cuatro serpientes atacaron desde las profundidades.
Chijchi, el granizo, y Kasa, la helada, mordieron a sus hermanos, Illapa y Waira. Rodaron por el suelo, enredándose en una feroz batalla, mientras Kajya y Riti intentaban liberar a su madre de las miles de serpientes que la cubrían.
Fueron unos cuantos segundos cuando el ojo derecho de Katu pudo ver la noche. De pronto, un gran estallido morado en el este la asustó, sobrecargando su cuerpo de energía y pintando su ojo de un lila fosforescente. Recobró su respiración mientras las serpientes se alejaban sin una orden clara, escondiéndose bajo tierra. Katu cubrió su mejilla derecha, tratando de mantener unido un gran pedazo de su piel desgarrada.
— Chamanes de mierda —gruñó, pegando su piel de vuelta y volteando a la pelea de las cuatro serpientes — Kajya, Riti. Hagan entrar en razón a sus hermanos.
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Los túneles que permitían a Kaia observar su terreno dejaron de mostrar a Katu. Desplazándose rápidamente hacia Nathaniel y su escondite, quien tenía una respiración lenta en comparación al pulso acelerado de su corazón. Revisaba sus heridas y acariciaba la bufanda roja.
Sabía que Katu no lo quería a él. Por eso, ella no estaba escondida. Corría por lo que quedaba del claro del cerro. El miedo seguía en su mente, acompañado por una nube de incertidumbre.
Se movía con ligereza. Más rápido de lo habitual, posiblemente había roto su propio récord.
… Lo había hecho.
Era rápida y podía escuchar mejor que cualquier persona del mundo. Sin embargo, su visión era lenta. En el momento que escuchó el crujir de un árbol volar hacia ella, apenas pudo salir viva. Deslizándose al suelo, resbalando hasta caer contra varios arbustos.
Gruño por las heridas en el cuerpo. Sus pobres mangas maltratas de su casaca se bañaron en sangre, con rasguños en su pantaloneta y piernas. Aún así, su mirada era firme hacia la mujer.
— Espero que entiendas Kaia —siguió ella al ver a la joven recostada en lo que quedaba de un tronco— lo hago por mi tierra.
— Entonces —susurro kaia— yo lo hago por egoísmo.
— Dilo como quieras —pauso al acercarse y golpear sus zapatillas con sus garras— pero mejor culpa al destino en convertirte en mi cuerpo.
“¡TSK!” siseo Kaia.
“Cuerpo” había escuchado tantas veces esa palabra que no podía evitar sentir aberración. Por un segundo podría haber repudiado a su madre, pero no lo haría y tal vez, si no luchaba en ese momento, jamás podría volver a verla.
Aún tenía esperanza de recuperarlo todo, aún si eso significaba volverse katu.
— Esa vez, escuche a Daniel claramente — siseo kaia, antes de alzar su mirada al cielo — “Bruja, escuche tus garras, así que por favor ahora escúchame a mí y a mi petición”
— ¿Qué?
En ese momento, vio a katu dar un respingo. Sus garras temblaron y relamió sus labios con una larga sonrisa.
— La vida propia, se mueve como el caudal — empezó katu.
Kaia inclinó su cabeza, mientras sus heridas se curaban frente a sus ojos. ¿Era acaso otra habilidad de Katu?
— No puedes esperar cambiar la dirección del destino de las personas, creadas para algo, cada uno camina por sus deseos, aún cuando eso los puede llevar a lugares que no querían. Por eso, decidí ayudarles a cumplir su deseo, yo soy el poder que los lleva a lograrlo.
— No te pregunte eso — intervino Kaia — ¡¿Cuál es tu debilidad?!
Katu suspiro. Sus ojos tan pesados como cansados.
— Deja de ser humana —respondió— los deseos que tienen los humanos son las cadenas en un bucle entre el deseo, la gloria y la derrota. Son débiles por naturaleza, por eso el poder es tan importante para ellos, eso los ciega. Eso los debe convertir en monstruos. Por eso son perfectos para ser manipulados. Como lo hizo Emma contigo.
En ese momento Kaia se levantó. En un largo suspiro, vio el rostro de la anciana fragmentarse.
— Ahora, te toca —katu alargó sus garras, amenazante con sus dientes afilados— dame tu cuerpo.
Kaia ni siquiera respondió. Hizo una mueca con sus labios, sintiendo como cada una de sus heridas se cerraba antes de salir corriendo.
A los ojos de la bruja pareció una bala volando. Aunque, los saltos que daba al empujar la tierra la alejaban de los árboles más cercanos, Kaia estiraba sus brazos, sintió el calor que emanaba sus núcleos y una extraña aura que los envolvía a sus manos.
Era el control.
En ese momento, cada uno de los árboles que Kaia habia tocado, se levantaron en el aire, persiguiendo a Katu quien al darse cuenta, volteo, recibiendo el impacto al intentar cubrirse.
Mientras tanto, las cuatro serpientes y hermanos se entrelazan en una pelea. Mordidas, siseos y estrangulamiento se acechaban entre ellas. Hasta que Illapa se convirtió en una gran serpiente. Golpeó la tierra y empujó varios árboles.
— ¡MALDITOS TRAIDORES! —katja, eufórico intentó agrandar su cuerpo, cuando la cola de illapa lo empujo.
— Escucha a tu hermano mayor — illapa a pesar solo mover su lengua. Su tono era estoico— nuestra tarea es proteger la tierra y a mamá, no solo a katu.
— No intentes engañarnos —objeto Riti.
— ¡CÁLLENSE Y ESCUCHEN! — intervino waira. Lanzándose a una pelea con los otros dos.
— ¡¿No se dan cuenta?! —el rugido de illapa los detuvo— si se quedan con katu, morirán. Solo buscamos una salida para proteger a nuestros hermanos y seguir con nuestro deber con la tierra.
En ese momento Katja y Riti se detuvieron. Su cuerpo se inclinó de un lado a otro, mientras waira se alejaba.
— ¿Solo es eso? —preguntó Riti.
Ambas serpientes hermanas alargaron sus lenguas, asintiendo a su pregunta.