3 AM SÁBADO
« Para, niño tonto. Tú amor por los humanos es también un veneno. No merecen ese amor, pero sigues sin aprender ». Es lo que quería decir la serpiente apodada como Watson. Viendo con cautela cada movimiento de Daniel, siguiéndolo en su tambaleó. Sin embargo, no podía hablar delante del muchacho que no paraba de hacerlo.
— A ver —dijo e inhaló con fuerza— ¿Existe un equilibrio entre humanos, monstruos, criaturas y deidades? Si es así, entonces katu ataca a kaia por que quiere su cuerpo. ¿Pero eso no rompe con el equilibrio que dices? si katu, se come a un humano, ¿No le pasara algo? Tal vez como morir o … ¿Convertirse?. En todo caso, los humanos convertidos en monstruos, tienen un nuevo equilibrio. Entonces, como Nathaniel que no se convirtió por completo en uno, ¿Las personas pueden volver a ser humanas? Es como un péndulo o una balanza, el equilibrio de …
En algún momento, sus ojos se encontraron. Daniel volteó al animal y luego al dibujo en la pared, empezando una respiración rápida hasta que cayó al suelo en un gran grito.
— ¿¡Qué demonios es esto?! ¡Tengo que ayudar a Kaia!
— Para haber leído la vida de ese tal Sherlock Holmes, te desesperas rápido —siseo la serpiente— debes calmarte.
Daniel gimoteo. Con un largo puchero, mientras ladeaba su cabeza de un lado a otro. Viendo con ímpetu el dibujo, tratando de entender cada lado, cada ángulo igual.
— ¡CLARO! — gritó Daniel sonriente. Se levantó y golpeó el dibujo — Son cuatro lados iguales. Un cuadrado perfecto … formas iguales hasta un orden. Pero, ¿Y si dividimos?
— ¿Qué cosa? — preguntó al fin Watson.
— ¡KAIA! ¡¿ME ESCUCHAS?! ¡MATEMÁTICAS! ¡LAS MATEMÁTICAS SIEMPRE SON LA RESPUESTA! El dibujo es una unidad —empezó él con una sonrisa intranquila. Casi loco— se puede dividir en cuatro, tres cuadrados en cada lado y círculo en el medio. Todo es un cuarto, si a los humanos les corresponde un cuarto, cuando el virus entra a su cuerpo intenta llegar a un medio para tener un equilibrio.
Daniel respiró con fuerza, Agitado.
— Pero, al no lograrlo se convierte en un monstruo sin conciencia — una sonrisa empezaba a formar en su rostro— . Ah … Por eso, debe haber algo que permitió a Nath convertirse sin perder su humanidad.
Su pecho se hinchaba y sus manos rasgaban su cabello sucio, mientras miraba con fuerza al animal. Hasta que un temblor lo obligó a sujetarse del suelo. Watson saltó a su cabeza, abrazando también, una parte de su cuello y hombros.
Los pocos estantes antiguos cayeron al suelo, hojas volaron y diminutos escombros de rocas golpearon el cuerpo de la serpiente.
— Este es más fuerte que los otros —Watson aguantaba el dolor.
Apostando por el menor, ejercicio más fuerza. Sin embargo, Daniel lo abrazó y se escondió en un espacio entre el estante y la roca más grande. Protegiendo al animal entre sus manos.
«Niño tonto, parece que no aprendes»
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Kaia vio el rayo morado estallar, sus ojos grises se volvieron morados y una extraña sensación carcomía sus entrañas. Era como respirar un aire puro, difícil pero extasiante.
Fue entonces que volteó a todas esas rocas y árboles alzados preparados para atacar; y luego, a Nathaniel. Sangre caía por su pierna, aún herida y su porte a punto de caer al suelo.
— Estoy harta —siseó ella.
Ladeó su cabeza, absorta por un tinnitus repentino en su oído. Sacudió y volteó a Katu, su cabello blanco parecía paja seca y su piel, poco a poco se rompía en pedazos.
Le costó mucho asimilarlo, recordó cuando escapó de casa, a su madre y abuela, al meteorólogo Andres, Emma Rosie, Oliver Drake y el Padre.
Se dejó arrastrar por la rabia, el dolor y el sufrimiento de solo haber escapado y no haber hecho nada. Ahogada por su propio dolor, mientras sus ojos permanecieron sobre Katu.
— No voy a correr más.
Katu respiró, sus comisuras del labio se alzaron de mejilla a mejilla. Penetrando con la mirada a la adolescente, resistiendo a esa expresión macabra y una adrenalina en su cuerpo.
De pronto, miles de pequeñas rocas se alzarón detrás de Kaia.
— Nath, ¿Recuerdas que una vez me dijiste egoísta?—el tono de la chica era bajo para él. Pero aún así, Katu a metros de distancia, la escuchó a la perfección— supongo que sí lo soy. Eh escapado de todos y todo.
— Si no me daras tu cuerpo, entonces muérete ya —intervino Katu. Con su mano alzada hacia una grieta en una roca alejada.
Aún con la suficiente fuerza para ver hilos tejer la grieta y desaparecer. Mientras lanzaba los árboles hacia los adolescentes. Nathaniel llegó rápido frente a Kaia, cubriendola con su cuerpo monstruosos, cuando cuatro grandes serpientes rompieron el suelo. Los árboles se detuvieron, Katu con sus dos manos alzadas para detenerlos, así como Kaia, que detuvo el cuerpo de Katu.
— ¿Qué? —siseo la bruja.
Las serpientes se contorsionarón, mientras la bruja intenta moverse. Se revolvieron, regresando a su natural escala y a la espalda de la chica.
— Es tal como hiciste en esa pesadilla o cuando intentaste que me lanzara por una ventana —explicó Kaia. Cambió de posición con Nathaniel, enfrentándose a la mujer—. ¿No es gracioso? Me estabas enseñando sin saber.
A pesar de sus palabras y de la pequeña sonrisa intrigante que se dibujó en su rostro, la expresión rígida de Kaia no ocultaba el terror que sentía al ver el rostro de la bruja fragmentándose. Sus brazos temblaban ligeramente, revelando su miedo.
Sin embargo, Katu tenía en su vista una grieta en el suelo y un ligero brillo que liberaba. Intentó liberarse, sacudió sus hombros sin éxito, hasta que liberó algunos árboles y rocas.
El impacto sonó y ella pudo hacer fuerza, se liberó de ese agarre invisible de la adolescente. Lanzando rocas contra ella, antes de saltar hacia esa grieta.
Gigantes rocas volaron y las miles de pequeñas rocas, explotaron en miles de pedazos. Nathaniel abrazó a Kaia, pero ella estaba concentrada en esa figura anciana, agachada en el suelo frente a un brillo que brotaba de la grieta.