3: 40 AM SÁBADO
Por otro lado, pequeños sismos se formaron. La cueva se veía devastada. Las paredes estaban llenas de grietas profundas, como cicatrices abiertas en la roca. Los estantes que antes sostenían antiguos textos y pergaminos ahora eran un montón de madera rota y papel disperso por el suelo. El polvo en el aire hacía difícil respirar, y pequeños fragmentos de roca seguían cayendo ocasionalmente, como una lluvia de escombros.
Los rayos pintaban los primeros metros de la cueva, iluminando lo poco que podía. Mientras Daniel se sostenía
— ¿Entiendes? —Daniel revisaba el dibujo, con la serpiente amarrada en su espalda— La naturaleza crea y deshace, como la simbiosis de rinoceronte y esa ave o lobos y cuervos. Si existe una forma de que se unan como simbiosis, debe existir una forma de que se dividan.
Su voz intentaba sonaba segura, a pesar que su mandíbula temblaba como sus piernas. Su respiración era irregular, cada inhalación y exhalación hacía un esfuerzo consciente.
—¿Cuál sería? —La serpiente se agitó, apretando su cuerpo contra el de Daniel.
— No lo sé —admitió Daniel, con una mezcla de frustración y esperanza en sus ojos— Pero debemos decírselo a Kaia. Ella, seguro que puede que todo vuelva a la normalidad.
Su mandibula se tenso y volvió a relajarse en segundos.
— Eso espero. Ella empezó a tener poderes poco a poco, seguro fue su simbiosis. Tal como la naturaleza, las cosas se podrían resolver y deshacer. Nathaniel, si en verdad puede transformarse y regresar, entonces … puede ser la respuesta.
— Si tu lo dices, estaremos bien —divago la serpiente. Hasta que volteo a una sombra en el ingreso de la cueva— ¿madre?
La espalda de Daniel se erizo, volteo rápido a la bruja. Watson salto, su cuerpo creció un poco. Lo suficiente para cubrir al niño y no derrumbar la cueva. Preparado para proteger a Daniel, se detuvo cuando el brazo de Katu se desprendió. Sin sangre, solo músculo.
— La vida fue muy generosa contigo —dijo ella— Sin duda tienes razón, cada lado se puede dividir. Pero, ¿Qué pasa cuando alguien deja de tener un brazo?
— ¿Qué? —Daniel quería quejarse, pero el miedo podía más contra sus piernas que temblaban pegadas durante el sismo.
Katu dio un paso más, alzó sus brazos asustando al chico. Pero lo único que hizo fue crear una barrera lila encima de ellos, protegiendo su cueva ante el sismo y pedazos de rocas que golpeaban La bruja dejó de ver a Daniel, volteo al dibujo en la pared.
Su piel empezó a fragmentarse, como si fueran las grietas desorbitadas que ella tejía o como un animal cambiando de piel. Algunas cayeron al suelo, alarmando al niño que soltaba gimoteos de miedo.
Daniel tragó saliva, sus pensamientos giraban frenéticamente buscando una solución.
— En cualquier momento morirás —susurro Daniel, su boca temblaba con miedo— necesito saber … ¿Cómo podemos cambiar ese equilibrio? ¿Funcionaria como una balanza?
— ¿Balanza?
— Oye niño —detuvo Watson en su espalda— debes correr, hay que irnos. Madre. Ah … Katu, está cerrando una grieta.
— Tal vez ya no me queda mucha energía, pero si naci para la tierra, moriré por ella. Por eso le pedí a Valeria que el nombre de su hija fuera Kaia, para que nunca se olvide por que vive.
— Que asco —gruño Daniel— no intentes verte genial cuando te estas destruyendo.
— ¿Me odias? —las comisuras de katu se abrieron, en una pequeña sonrisa risueña y mirada sarcástica al menor.
Él asintió.
— Igual que tu tía —susurro— ódiame todo lo que quieras, pero la tierra no necesita justicia.
— Necesita equilibrio, aún con una gran exploscion o desastres —Daniel intervino, calmando sus ansias mientras daba un paso a la mujer — un nuevo equilibrio empezó desde la llegada de los monstruos, ¿no es así?
— Ja ja, no -
— ¿¡NO!? —interrumpió él— ¡Dime todo lo que sepas! ¡¿No escuchaste la radio!? ¡La isla, todo el Perú y tal vez, todo el mundo pueden convertirse en monstruos!
“ ¡Sssssss! “
—¿Daniel, me escuchas? —La voz de Kaia resonó desesperada por todo el cerro— ¡POR FAVOR, GRITA! ¡DANIEL!
No hubo respuestas. Kaia temblaba en los brazos de Nathaniel, sujetando a dos serpientes entre sus brazos, mientras las otras cuatro se aferraban a sus piernas y brazos, lastimados con quemaduras en sus cuerpos. Kaia parecía estar al borde de la hipotermia, con su piel pálida y sus labios azulados.
— ¿Daniel, me escuchas?
Su voz se quebró al final, llena de angustia. Los ojos de Kaia, normalmente llenos de determinación, estaban ahora vidriosos, luchando contra las lágrimas que amenazaban con desbordarse. Sentía como si su corazón estuviera siendo estrujado por una mano invisible.
—Mamá —llamó Illapa, su tono cargado de urgencia— hay varias grietas que debes cerrar. Si dejas que sigan así, la isla se va a romper.
—¿Daniel? —Kaia jadeó, su aliento saliendo en nubes blancas por el frío— Aún escucho a personas correr y rocas caer —Su voz se volvió un susurro tembloroso— Monstruos se comen y comen a humanos … quince, tres niños, y una anciana.
El eco de su desesperación se perdió en el aire frío y quebradizo. Nathaniel la sostuvo con más fuerza, intentando calmarla. Quería calmarla.
— Kaia —la voz de Nathaniel era ronca, cargada de preocupación— intenta cerrar esas grietas. Yo iré por Daniel. Dame tiempo.
Kaia tomó su brazo torpemente. Deteniendo su paso, mientras ella cerró los ojos. Intentó concentrarse, aunque su mente estaba nublada por el miedo y la desesperación. Las serpientes a su alrededor se apretaron más. Pudo ver dos escenas, una barrera en el cerro y a un grupo de personas tratando de escapar.
Nathaniel la observó por un momento, su mirada dura se suavizó ante el coraje de Kaia. Volvió a acariciar sus hombros, mientras se levantaba.
— Volveré pronto —dijo Nathaniel, con una firmeza que intentaba ocultar su propia preocupación.