Kecia se estaba cambiando, por fin su ropa de salir estaba seca, era poca pero Kecia se conformaba, se colocó unos vaqueros y una camisa negra de tiras, las supervisoras le habían dado permiso de ir a la obra del primo de maya, últimamente la estaban complaciendo en casi todo pues al otro día cumpliría 18. Maya pasó por Kecia en su auto; en realidad era como un trabajo para Maya, cuidaba a su primo y sus tías le pagaban.
Era un teatro pequeño, había padres de familia esperando a que sus hijos salieran en escena.
-¿Que se siente ser mayor de edad dentro de pocas horas?.-Dijo Maya.
-Tú ya eres mayor de edad, dímelo tú.- Respondió Kecia.
-Muy astuta, sólo quería recordarte que no olvido que mañana es tu cumpleaños, ¿qué quieres hacer mañana por la noche?, hay que celebrarlo.
-Mañana en la noche tú estas invitada al orfanato, al parecer las niñas y mis supervisoras me van a hacer una cena especial.-Dijo kecia.
-Genial, siempre había querido ir a un orfanato, ¿te han asustado o algo así?
-Ves muchas películas maya.
-Se han visto casos, sabes?.- Dijo maya mientras kecia colocaba sus ojos en blanco.
-Mejor saca los sándwiches que voy a morir de hambre.-Dijo Kecia.
Al cabo de un rato después de llevar acabado medio sándwich comenzó la obra.
-Mira ahí está mi primo! Hey Erick!.- Erick el pequeño primo de Maya volteo a mirarle y con una sonrisa la saludo.-créeme el actúa de maravilla.
Las luces se apagaron, y unas luces se enfocaron en el escenario y entonces unos tambores comenzaron a sonar.
-Oh mi dulce Giselle, acércate al balcón de este viejo castillo, que a pesar de ser el último día de mi vida en este mundo quiero recordarte lo mucho que te adoro.
-Querido Jonas, ¿porque los dioses quieren separarnos? ¿Porque estos tambores suenan tanto?
-Son los tambores que anuncian mi muerte, los rebeldes quieren mi vida y arrebatarme de tu lado, pero grábate bien esto mi dulce Giselle: Te voy a amar en esta vida y en la otra, te voy a amar en este mundo y en cualquier otro.
Los tambores comenzaban a sonar cada vez más en la cabeza de Kecia y como si llegara de repente a su mente, Kecia escucho una voz, más bien un recuerdo.
***
-Mírame kecia, no estés triste.- Era la voz de un niño.
-Es que no lo entiendes, no quiero ir.
-Pero es por tu cumpleaños.
-Si voy, tendré que usar ese horrendo vestido, y además…-La pequeña niña reventó en lágrimas.
-Qué pasa? No llores.-Dijo el niño abrazándola.
-van a comprometerme con un niño al que ni siquiera conozco y a mí ni siquiera me llega mi primera luna roja.- El chico sonrió un poco, le pareció gracioso la manera en que hablo su amiga, la primera luna roja era lo que hacía que las niñas pasaran al ciclo de mujeres.
-No te rías! Yo pensé que harías algo al respecto, ¿no te importo verdad?.
-Claro que me importas, ¿crees que dejare que te aparten de mi lado? Además si tus padres te obligan a casarte con cualquier niño príncipe, te prometo que nos iremos.
-¿Nos iremos?
-Sí, nos iremos a cualquier lugar del universo en donde no te obliguen a casarte con niños príncipes buenos para nada.
-¿En dónde nos iremos?
-Que tonta eres, Tormenta de Lluvia algún día será un dragón gigantesco, y para ese entonces tú y yo tendremos la suficiente edad para huir.
-¿Lo prometes?
-Lo prometo. Pero ahora tienes que ir a tu baile no vayas a dejar solo a ceom.
***
-Llévenselo! Es peligroso!
-No!! Padre, por favor…es mi amigo- Gritaba una niña
-Están en peligro! Yo los vi, se acercan!.-Gritaba el niño.
-¡Llévenselo ya!
-¡Es magia oscura! Yo los escuche! Son tambores!
-Sean!-Gritaba una niña a lo lejos.
-Mátenlo!-ordenó un hombre, el rey.
***
-Mírame Kecia...tienes que saberlo.
-¿Saber qué?
- te voy a amar en este mundo y en cualquier otro.
-No digas eso Sean, somos muy jóvenes.
-¿Es todo lo que tienes que decir?.
-Me gustan tus ojos, ambas formas.-De todo lo que tenía por decir fue lo único que dijo.
***
-Kecia!.-Alguien la estaba sacudiendo y de un brinco salió de sus pensamientos.
-Maya.
-Que te sucedió, Dios me has pegado un susto.
-De que hablas?
-Estabas ida, votaste el sándwich y el refresco, y te quedaste mirando al cielo.
-Lo..lo siento, necesito ir al baño.
-Mierda, mierda…olvide que odiabas los tambores, crees que haya sido eso?
-Maya, cálmate, estoy bien, los tambores no tienen nada que ver, solo necesito ir al baño.
-Vamos te acompaño.
Maya parecía más alterada que la propia Kecia, todo estaba borroso y confuso, Kecia no sabía lo que había pasado, fue como vivir un recuerdo; había decidido no contarle nada por el momento a Maya pues no creía que ella le entendiera, ni siquiera ella misma lo hacía.