Kecia Y El Dragón Blanco

33. DÉJÀ VU.

***

Les había tomado mas de quince días encontrar la primera tierra firme, justo en donde una estrella brillaba por encima de sus cielos. Habían sido días extraños sobre el denso oceano, Wayne no paraba de vomitar en la borda, y las carnes frías y extrañas eran valiosas a pesar de sus sabores peculiares, vaya a saber Dios de que clase de animal eran, pero gracias a ellas sobrevivían, así que ninguno se quejaba, por otra parte el agua era el tesoro mas preciado que poseían en aquel barco.

 hubo momentos en los que se cuestionaban si en verdad aquella estrella los llevaría a alguna parte; ya habían olvidado que se sentía estar en tierra firme y comenzaron a apreciar y a extrañar las pequeñas cosas que les daba la vida, como una comoda cama, un pedazo de pan o simplemente dormir en un viejo sofa.

Las brujas de mar le dieron una especie de caracol hueco con un orificio a Kecia, habían prometido volver con ella tan pronto las necesitaran para una guerra próxima.

—Solo soplela y la encontraremos en donde sea que este —Dijo Sakil el brujo de mar.

—Buen Viaje.—Les deseo Aren.

—Espero que nos entienda, princesa, para nosotros usted siempre será la soberana de estas tierras, pero no pensamos involucrarnos mas en sus guerras, no con Sakara, llamenos cobardes, pero no queremos perder más a nuestra familia.—Stan-hu hablo en nombre de todos los barbaros, quienes se habían negado a luchar en futuras guerras. El mar era su hogar junto al lugar en donde los esperaban sus esposas e hijos, el resto no importaba, estarían a salvo. Suena egoísta, pero, ¿quien se atrevería a arriesgarse a perder su vida o la de su familia por personas a las que no se conoce? Al principio suena egoísta, pero al final siempre nos preocupamos por nosotros mismos y las personas a las que amamos, es nuestra prioridad y el que diga que no, es un mentiroso.

—Entiendo perfectamente Stan-hu, el amor suele impedir que nos arriesguemos, y es totalmente normal.—Entendio Kecia el por qué; ella corría con ese temor todo el tiempo, amaba a sus amigos, y estaba arriesgando su vida y la de ellos, la que mas le espantaba era la de ellos, pues había elegido arriesgarse antes de mantener a salvo a las personas que amaba, sin embargo, a su mente llegaba diariamente y cada vez que se cuestionaba si aquello valdría la pena, una extensa frase que alguien le había dicho una vez: Amar a desconocidos como si fueran parte de ti, hacer todo por cuidarlos y mantenerlos a salvo, de eso se trata ser un Rey o una Reina, arriesgarte por ellos y jamás serles indiferentes. Un verdadero Rey da, no quita.

El barco barbaro era un punto casi invisible a lo lejos, y las brujas y brujos marinos ya no estaban. Kecia guardo aquella caracola hueca junto a la diadema de Skyles y recordandolo, se pregunto si ahora mismo estaría en algún lugar mucho mejor que aquel en el que ella estaba. 

Toco su pecho para asegurarse de tocar un objeto duro, allí estaba su pedazo de cristal, colgando de su cuello.

—Pronto saldras de ahí...Tormenta de Lluvia.—Kecia lo dijo en voz alta, y luego cayo en cuenta que no lo había pensado.

—Lo recuerdas....su nombre.—Sean había cambiado a su otra forma, pues allí las posibilidades de ser capturado por ser un cambiaformas, era mas alta.

—Antes lo había escuchado, en un recuerdo, en la obra de teatro del primo de mi mejor amiga. Pero ahora, estoy segura de que es su nombre...Y-yo , recuerdo como era....lo carcaba como si fuera un cachorro. Sean, ¿por qué de repente estoy recordando cosas?.—Kecia parecía confundida, y en un segundo, pudo jurar que se vió así misma como una niña, cargando a un dragón blanco en sus brazos, y no sintio miedo. Era una agradable sensación.

—Ahora el te cargara a tí.—Sean Tenía una sonrisa en su rostro.

—Tormenta de lluvia, extraño nombre para tu mascota...apuesto a que debe tener un significado.—Wayne trato de hablar sin tambalearse, desde que habían tocado tierra firme, él sentía que la tierra se movía como las olas, como cuando él solía bajar del elevador y sentía la sensación de aún seguir en él.

—Lo tiene, el batir de sus alas, siendo tan pequeñas, causaban fuertes rafagas de viento, una vez volo hacía las nubes y él hizo que....

—.....Hizo que enormes nubes llenas de agua se acercaran y crearan una tormenta de lluvia, aún no le ponía un nombre después de varios años, y decidí colocarle así.—Kecia interrumpio a Sean, era como si una parte de su cerebro se activara, como si jamás lo hubiese olvidado.

Sean asintió sorprendido.

—El miedo desaparece ¿no es así, kecia? Porque estas recuperando tu memoria y entre ello, el sentimiento de seguridad.—Dijo Glazunov quien no paraba de enseñarle al pequeño Storm el truco para no dejar que te desarmen.

—¿Así sin más vas recordando cosas?.—Pregunto Wayne.

—Habrá que averiguarlo.—Dijo Kecia, tomandolo del brazo.—Por ahora dejame ayudarte antes de que te caigas por seguir tambaleandote.

Un gruñido sono, mas bien cinco gruñidos, cinco estomagos hambrientos pedían comida.

—¿Que? Pero si acabamos de comer ratas.—Dijo Glazunov y luego, cayendo en cuenta de su error, tapo su boca.

—No me digas....—Wayne se puso verde y antes de poder vomitar encima de kecia, se alejo corriendo hacía una pequeña colina llena de pasto y al instante vomito, Kecia lo copio a diferencia de que esta, no tuvo tiempo de alejarse y vomito allí mismo mientras Sean sostenía su larga cabellera negra.



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En el texto hay: aventura, amor, magia

Editado: 02.01.2020

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