Kecia Y El Dragón Blanco

43. TAMBORES


Se  hallaban en las colinas muy lejanas a Sakara, y en el viento se escuchaban graznidos de cuervos y de diferentes aves espiritus de algunos hombres, no sabian como sentirse, si tranquilos o felices, estaban en el medio, sus amigos estaban junto a ellos,estaban juntos pero habian perdido a la mayorìa de sus otros amigos, aldeanos que se habian unido a los hermanos  Cryptids para luchar a su lado, tenían familias esperandolos en casa y ellos jamás iban a volver.  
—Ceom, he hecho la lista de los caidos.—habló Glazunov.
—Gracias, mi  amigo, ¿cuantos han sido?—Preguntò con cierto toque de melancolico dolor en su  voz.
—Fuimos quinientos y  regreamos doscientos, perdimos a trescientos hombres,  ahora  tenemos trescientos con  los cien que  dejamos. Le dire a Kecia.—Glazunov estaba a punto de irse pero Ceom lo detuvo.
—No. No se lo digas, se bien que odiara  la idea  de contarlos como si fuesen animales, yo hablare con ella, se debe estar sintiendo mal por aquellas personas que vio muertas.
Glazunov asintió y se alejó hacía donde estaban todos ayudando a poner carpas que los cubrieran del frio.
—No debes hacer eso.—la voz de Maya le hizo sobresaltar.
—¿a que te refieres?.­—Pregunto confuso mientras la tomaba de las manos. Maya lucia distinta, llevaba un trapo ensangrentado amarrado en su brazo izquierdo, su cabello cafe estaba recogido en una coleta alta y desaliñada, tenía hollín en su rostro al igual que la mayoría, debido al humo de las llamas.—¿te duele?
—No, solo fue una cortadura; me refiero a tratar a Kecia como una princesa. 
—Es una princesa.
Maya asintió.
—Si, pero te refieres a ella como de esas que esperan a un principe a que las rescate de un dragon.
—¿Dices que la hago ver debil? es solo que me preocupa, mis intenciones jamas serían malas contra ella. Es que me asusta que se sienta mal...siento, siento que debo protegerla todo el tiempo sin ella pedirmelo, es que si le sucediese algo, jamas me perdonaria a mi mismo.
—Creeme Ceom, ella sabe cuidarse muy bien, ella jamas esperaría a que la rescaten, porque ella no solo es la princesa, también es el dragon. Cruzaba cada mañana mucho antes de que saliera el sol, un bosque enorme, sola y jamás se perdió, y creeme de donde vengo, el peligro puede estar en todas partes.
A veces Ceom olvidaba que solo eran jovenes, jovenes sin padres. Que aunque él fuera un principe con muchas responsabilidades, era un adolescente.

Ceom se acerco a Maya y le abrazo. Sentía que perdía los estribos, no sabía lo que hacía, sentía algo por la chica del otro mundo, no se había sentido antes de esa forma, pero ni siquiera la conocía bien, sabía que era una chica de casi diecinueve años, que solía estudiar en una escuela, algo que él desconocía; sabía que era hermosa, y que era muy inteligente, gentil y con la pizca de carisma perfecta, era su tipo de chica, ¿pero era bien para ella estar con él? Porque le habían enseñado la mayoría de su infancia, antes de que sus padres muriesen, que su deber como futuro rey era su reino, se casaría con alguna hija de familia importante, y que no tendría mucho tiempo para novias así que debía casarse por obligación. 

—Tienes razón.—Hablo mientras la seguía abrazando.—Maya, ¿me conoces?

Maya frunció su ceño. Confundida.

—¿Que quieres decir con conocer?

Ceom no respondió. Maya le solto de las manos y deslizó sus dedos por la larga cabellera dorada del principe en son de caricia y luego puso su mano derecha en su mejilla. 

—Entiendo, se que somos distintos. Lo he visto en peliculas, alguien como tu no debe estar con alguien como yo. ¿cuanto tiempo llevo aquí? Ni siquiera llevo la cuenta, así que quizá no nos hemos conocido bien...

—Espera. Eso de que alguien como yo debe estar...

Maya no le permitió continuar.

—Aún no termino...me preguntas si te conozco...yo creo que sí, digo, no me se tu biografía completa, pero se la clase de persona que eres, eres caballeroso, tu estilo es extraño, hueles a menta y chocolate y eso es tan extraño porque aquí no hay perfumes ni nada al respecto. Eres tan diferente a los demás y es todo lo que necesito. Pero entiendo, entiendo muy bien si no soy todo lo que necesitas, esta bien.

—Deliras,eres todo lo que necesito. Pero temo que te canses de todo lo que conlleva estar conmigo. 

—Ven, te contare más sobre mi y tu me cuentas sobre tí y me explicas como funciona lo del tiempo aquí, porque amaría saber cuanto tiempo llevamos y lo que me debería "cansar de estar contigo".—Terminó haciendo comillas con sus dedos.

Ceom le sonrió. Amaba como ella parecía solucionarlo todo.

***

Tambores, sonando en unisono, aquellos sonidos hicieron que un escalosfríos recorriera su cuerpo.

—¿Sucede algo?.—Preguntó Sean.

—El sonido de los tambores no me traen buenos recuerdos. Aquel día sonaban, mientras morían mis padres. 

Sean la tomo de las manos y la llevo hacía el lugar de donde provenía el sonido. Allí se miraba a los caballeros y a los cambiaformas descansando y comiendo algo de frutos que habían recogido en el bosque, habían hecho una fogata y alrededor de esta tocaban en tambores que ellos mismos había  hecho con materiales improvisados. Y la nieve caía y no apagaba el fuego, todo parecía calido a pesar de verse frio.

—Miralos, rien y cantan al mismo tiempo que lloran, para que los caídos puedan irse felices. Baila conmigo junto a los tambores, así tendras un buen recuerdo de estos.

Kecia sonrió.



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En el texto hay: aventura, amor, magia

Editado: 02.01.2020

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