Capítulo 12

William no había mencionado aquella tarde en la que me había consolado, y yo me había dejado llevar por él. Ese día había llorado hasta secarme y quedarme dormida en su pecho; durante ese momento no habíamos dicho nada, aunque tampoco había hecho falta. Al dia siguiente me había levantado en mi cama, sin un mensaje o una nota, pero sabía que él se había quedado junto a mí; nunca olvidaria ese gesto por parte de William, se lo pagaria de alguna forma. Tampoco le había contado lo que había sucedido aquel día a nadie, era un secreto que deseaba atesorar en mi corazón.

—Tierra llamando a Deborah —escuché que me decía Ariana, trayéndome de vuelta a la realidad, a nuestra aula.

—Lo siento, lo siento mucho, me perdí en mis pensamientos —respondí apenada, sabía que Ariana me estaba contando algo importante, no debía de haberme distraído— ¿Qué me decías?

Ariana me examinó con los ojos entrecerrados como si no pudiese creer que realmente le fuese a prestar atención, pero esta vez sí lo haría.

—Te decía que Derek está tan insoportable como mi padre —dijo finalmente soltando un suspiro—. El otro día me detuve frente a un músico callejero, le pedí tocar una canción con su viejo violin y casi me lleva a rastras de allí —contestó cruzándose de brazos.

Sabía que Derek era una persona insoportable, pero, tal vez actuaba así con Ariana porque intentaba protegerla, después de todo, ella se quejaba de que su padre la podía castigar si la descubría con la música en vez de concentrarse en el Derecho.

Antes de que pudiera comentarle lo que pensaba, entró un nuevo profesor para impartir la clase, así que me reservé mis impresiones.

*****
—Deborah, espero que estés lista hoy para el baile —me dijo Derek durante la clase de baile.

En la escuela no se hablaba de otro tema, el baile de máscaras que ocurriría aquella noche. Era la fiesta de bienvenida que realizaría la escuela, aunque no sabía por qué la hacían tan separada del inicio del curso escolar, casi estábamos en octubre.

—Sí, lo estoy —respondí con una sonrisa.

Lo más probable era que no asistiera a aquella fiesta, ya que, además del vestido que el príncipe me había regalado para la entrevista, no tenía nada más, ni siquiera un antifaz (obligatorio para la fiesta). Sin embargo, nada de eso tenía por qué saberlo Derek.

—Muchos tendrán la mirada sobre cada paso que dés —me recordó él—. Ahora eres la imagen de la escuela.

Simplemente asentí con la cabeza a sus palabras, el que fuese una fiesta de máscaras lo hacía más fácil. Sabía que los periodistas estarían escudriñando cada uno de mis pasos y que quizás algún noble se fijaría si cometía algún error, pero cuánto lo sentía por ellos, no me hallarían.

—Derek, quería hablarte de Ariana —dije cambiando de tema.

Antes de que pudiera hablar, el paso de baile de la Cuadrilla me hizo cambiar de posición, quedando enfrente de Derek. Aguardé a volver a su lado para poder hablar.

—Ariana dice que no la dejas hacer nada. Que eres igual de insoportable que su padre —comenté al volver a su lado.

—¿Qué sabes acerca del padre de Ariana?

—No mucho. Ella me ha dicho que es un controlador y que no le gusta que ella estudie música —respondí encogiendome de hombros.

—Entonces sabrás porqué intento detener las imprudencias de tu amiga —añadió de manera tajante.

Ciertamente Ariana era impulsiva y aunque no conocía mucho acerca de su padre, imaginaba que no era un hombre fácil si Derek decía aquello. Quería poder ayudar a mi amiga, pero como podría hacerlo.

Llegué a mi habitación luego de las clases y sobre la cama encontré un vestido. Este era largo con un color azul marino y sobre la tela había una malla plateada, que en la cintura se acumulaba de mayor manera, era un vestido hermoso, nunca antes había visto tanta belleza en un vestido. Junto a este habían varias cosas, pero antes de revisar cualquiera de ellas, tomé una nota que estaba sobre el vestido.

La letra era cursiva, pero muy hermosa, parecía que había sido escrita con mucho cuidado.

"Espero que te guste el vestido. Nos vemos en el baile"
William.

Era una nota sencilla, pero me dejó sin habla, William lo había hecho otra vez. ¿De dónde sacaba vestidos tan bellos?

Junto al vestido habían dos cajas de terciopelo azul, una era rectangular y la otra era cuadrada con un tamaño pequeño. Abrí primero la más pequeña, dónde encontré unos aretes con piedras azules y en la más grande encontré un antifaz con colores que, al igual que el vestido tenía colores azul y plateada, era hermosa. En otra caja de cartón habían unos zapatos de tacón bajo de color azul. No podía creerlo, él había pensado en todo.

Miré la hora, eran las cuatro, aún quedaban tres horas antes del baile, tenía que empezar a arreglarme. Me di una ducha y me lavé el cabello. Me puse unos rollos y sequé mi pelo con mucha paciencia, hacía esto pocas veces al año porque llevaba mucho tiempo, pero se trataba de una ocasión especial. Me maquillé con un color plateado y luego me puse el vestido. Cuando ví mi reflejo en el espejo, sonreí, estaba diferente, más elegante, pero me sentía contenta con mi propio reflejo. Mi cabello con las puntas rizadas lucía muy bien.

Me puse la máscara, los aretes y los zapatos. Luego salí de mi habitación para dirigirme hacia el gran salón. Al llegar allí pude escuchar la música de Bethoven de fondo y de repente me sentí observada por todos, posiblemente me habían reconocido, aunque no entendía cómo, si estaba bastante cambiada.

Iba a irme hacia la mesa de los aperitivos y esconderme allí. De repente apareció un chico frente a mí, era uno de cabello castaño y ojos cafés, llevaba un traje negro a juego con su antifaz.

—Me permite un baile, milady —Solicitó extendiendo su mano hacia mí.

Antes de que pudiera darme cuenta, estaba rodeada de varios hombres con el mismo objetivo: bailar conmigo. Estaba sorprendida ante aquello, sabía que todos ellos me lo estaban pidiendo porque no sabían quien era y no estaba interesada en que lo supieran, así que los rechacé amablemente, lo que provocó una ola de disgusto.