Khalid Cafiero.

Capítulo 10

Me limito en abrir la ventana, observo mi reflejo en el cristal y la playa a la distancia. Escucho varias voces desde afuera, aproximándose a la habitación donde estoy.

—No tienes ni un estúpido derecho —exclama la voz de Eliseo. La puerta se abre y veo a Khalid y detrás a Eliseo, el jefe se voltea.

—Es ist eine verdammte Ordnung [Es una maldita orden] —y le cierra la puerta en su cara. Khalid se gira para verme—. Y al parecer no piensas seguir mis reglas.

Respiro con fuerza, me prometí anoche no tenerle miedo—¿De qué hablas?

—Saliste de la habitación ayer.

Un temblor pasa por mi cuerpo—. No estabas aquí, no lo sabes. —Khalid suelta una risa falsa, vacía.

—¡Soy el maldito jefe, tengo ojos y oídos en todos lados!

—No es verdad —trago—, yo no he salido, nadie me sacó y te recuerdo que tienes la llave.

Él empieza a caminar por la habitación, pensando y levantando a veces su dedo contra su boca, pero no llega a decir nada. Trato de respirar, parecer que todo está normal y en tranquilidad.

—Debo de admitir que tienes el valor de llevarme la contrario, bonita —se acerca y retrocedo hasta pegar mi espalda con la ventana—. Pero no sirve de nada en defender a Eliseo.

No sé de donde saco más valor y giro mi rostro para estar solo a centímetros, mirando sus ojos y hay algo en ellos, algo que se me hacen familiar, ese sentimiento de haberlo visto ya «¿Qué es esto?»

—Él no tiene nada que ver —afinco cada palabra.

—Y aun así tienes un puto valor —humedece sus labios—, el soplón fue Tania, tu quedísima amiga.

Cierro los ojos de la frustración, cierro mis puños y poco a poco el temor me va consumiendo. «Esa arpía, mierda». Khalid me agarra por la parte de atrás de mi cabello, jalándome con fuerza, me arrastra hasta la salida de la habitación y Eliseo se alterar al oír mis gemidos.

—No te metas —amenaza Khalid, me suelta y siento que algo se presiona en mi cadera con fuerza. Al bajar mi mirada, su arma se afinca con dureza y su dedo tan cerca del gatillo—. Te metes y le disparo.

Vuelvo la vista a él, donde se queda mudo y tieso—. Por favor —le suplico para que no haga nada.

—Me gusta que estés usando la lógica, bonita. Camina.

Empiezo a caminar y él me sigue con su arma, bajo las escaleras y algunos hombres se asoman, viendo lo que hace su jefe.

—Khalid, por el amor al mismísimo diablo, detente —escucho la voz de Eliseo.

—Hör auf, es ist eine Bestellung [Deténgalo, es una orden] —anuncia Khalid a los hombres más cercanos. A los segundos escucho a Eliseo exclamarle para que se quitaran de su camino, luego discuten en su idioma.

Khalid me lleva hasta el estudio, donde me detengo al frente de una biblioteca. Me señala un libro y lo halo, escucho unos mecanismos sonar y con eso la parte de la biblioteca queda de un lado, dejando una abertura.

Bajamos las escaleras de caracol y mientras bajamos, más oscuro se coloca el ambiente; mi cuerpo empieza a dar leves temblores; Khalid tiene su celular alumbrando el camino. Al terminar las escaleras al frente se encuentran tres celdas vacías y oscuras como la boca de un lobo.

Gimo—. No, no, no. —Khalid me empuja a una—. ¡No me puedes hacer esto! —grito al sentir mucho miedo— por favor, no me hagas esto.

—Te lo advertí, no hiciste caso y detesto a las personas que me desobedece, más bien, agradécele a la vida de que no te haya matado.

Muerdo mis labios con fuerza hasta que siento el sabor de la sangre, mis lágrimas ya están cayendo.

—Ah —me tira algo y al desviar mi vista, es una linterna en el suelo, prendida—. Para que te alumbres un poco, las ratas suelen ser muy groseras cuando hay oscuridad.

—¡Maldito! —estallo al escuchar aquellas palabras, pero él ya está subiendo las escaleras, a los segundos lo escucho cerrar la puerta.

Agarro la linterna y siento como mi respiración cuesta para que llegue a mis pulmones; de inmediato empiezo a escuchar cosas, cosas desagradables, silbidos, llantos desgarradores. Me tiro al suelo, alumbrando por todos lados a cada segundo y suelto un grito al ver pasar una rata grande hacia la otra celda.

Mis dientes golpean al tener mi cuerpo temblando, mis lágrimas se han detenidos, pero mi sentido del oído se vuelve más agudo y me torturo. Chillo al sentir una rata a mi lado y me levanto de golpe, maldigo a la rata que huye con velocidad hacia la oscuridad.

Un silbido me hela por completo, el silbido se escucha a lo lejos, llevando un ritmo lento pero terrorífico; escucho el llanto de una mujer tan agudo y gritando por sus hijos. Llevo mis manos a mis oídos y en susurro pido que pare todo aquello.

—Al fin —trago con fuerza y siento el sudor frío por todo mi cuerpo—. Creo que adoro a tu amiguito.

Mi corazón late más fuerte, doliéndome, poco a poco levanto mi mirada y ahí la veo, cerca de la puerta.

—¿Pensaste que te ibas a librar de mí?

—¿Cómo…?



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En el texto hay: mafia, drama, accion

Editado: 16.06.2022

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