Khalid Cafiero.

Capítulo 13

Los monstruos se acercan poco a poco a mí, saboreando mi cuerpo en la pequeña distancia.

—Ody, estarás bien —trata de tranquilizarme—. Confía en mí.

—¡Ya me quiero ir! —Grito fuerte, sin prestarle atención a lo que dijo; odio la oscuridad y sus monstruos.

—Ten —saca algo de su bolsillo, una pequeña luz se refleja en su mano y al detallarlo mejor, es una pulsera circular—, así no tendrás miedo a la oscuridad.

Agarro la pulsera, la miro y por un momento los monstruos que me rodean se alejan, me la coloco en mi mano derecha y sonrío al ver que aun alumbra. La puerta de la habitación se abre de golpe, mi cuerpo se queda helado y mi corazón golpea fuerte contra mi pecho queriendo salir; la silueta del hombre se refleja en el suelo con la cabeza del cerdo y poco a poco se va expandiendo hasta estar a nuestra vista.

—Ya es hora, mis niños —anuncia el hombre, su voz es muy gruesa casi robótica; los dos quedamos paralizados al ver el cuchillo en su mano con salpicaduras de sangre en su vestimenta y en el rostro del cerdo; el hombre da unos pasos y agarra al chico, jalándolo hacia la salida, el chico trata de soltarse pero al no tener éxito, recibe un golpe en su cabeza dejándolo inconsciente.

El rostro de cerdo se me queda viendo por unos segundos, no hice y ni dije nada, sólo me quedo tan quieta como puedo y hasta dejo de respirar; el hombre se lleva al chico en su brazo y cierra con fuerza la puerta.

Lloro en silencio, los monstruos se vuelven a acercar, pero cuando bajo la vista a la pulsera, una parte de mí se siente segura, la llevo cerca de mi pecho y respiro.

• • •

Poco a poco abro mis ojos, acostumbrándome a la luz blanca que se refleja en el techo. Lo primero que hago es moverme y subir mis brazos, en la derecha hay una vía intravenosa y más arriba está guindada una bolsa de suero.

 —Te despertaste —a una esquina se encuentra ella, ruedo mis ojos de mal gusto y ella ríe—. Ya debes de acostumbrarte a mi presencia.

—No lo haré —gruño, me siento en la cama y trato de quitarme la aguja.

—Si aparezco es porque tienes miedo, es así de sencillo.

—¿Miedo? —Luego recuerdo el sueño que tuve, aquella niña en la oscuridad acompañada de otro niño pero no puedo darle un rostro—. ¿Qué me ha pasado?

—Te desmayaste por la adrenalina que tuviste, sólo es cuestión de practica para soportar todo.

—¿Practica?

—Mi presencia te consume, Ody —y aquel apodo me hace doler la cabeza—. Y yo que tú, busco un significado con ese sueño que tuviste.

—¿Para qué? Sólo es un sueño, nada más.

—¿Estás segura? —Ella me reta—, por como lo vi yo, es algo que viviste hace tiempo.

Mi otra yo desaparece cuando abren la puerta de la habitación, dejándome ver el rostro de Giles.

—Dios, gracias —exclama de satisfacción—, lady, por un momento pensé que tendría que darte un beso para que despertaras.

Logro quitarme la aguja y unas gotas de sangre salen—. ¿Cuánto estuve durmiendo?

—No mucho, sólo unas siete horas.

—¿Y eso no es mucho? —Giles sonríe—. ¿Cómo está Eliseo? ¿Salió bien de la cirugía?

—Sí, pero aún no despierta, hay que esperar a que él haga la otra parte.

Me bajo de la cama y un leve mareo aparece que Giles se pone a mi lado.

—No debiste quitarte eso, sin que viniera antes una enfermera.

—No es necesario, sólo quiero darme un baño y comer algo —mascullo—, no me llevo muy bien con los hospitales o cualquier clase de estas.

—Lástima que Vex no se encuentra aquí.

—¿Quién hizo la cirugía de Eliseo?

—Unos doctores muy cercanos a Vex.

Giles apoya su mano en mi cintura y me saca de la habitación, el pasillo se encuentra casi vacío, a una distancia puedo ver a Khalid con dos hombres más.

—¿Qué hace?

—Eliseo está en esa habitación. Estamos en el área de recuperación y Khalid habló para que estuvieras cerca.

Nos acercamos y por la ventana que tiene la habitación puedo ver a Eliseo dormido con un tubo en su boca y dos vías intravenosas en sus brazos. Mi corazón duele un poco que antes, y una parte de ella está llena de esperanza de que él despertará pronto.

Escucho el sonido del ascensor al abrir sus puertas, y entra dos hombres más de Khalid, acercándose a él; uno de ellos se acerca a su jefe, y le susurra algo.

No hay cambio en Khalid, sólo se levanta y acomoda su traje—. Ritter, Adolph, bleib hier, wache über Elisha. Niemand kommt herein, niemand geht ohne meine Erlaubnis. [Ritter, Adolph, quédense aquí, vigilen a Eliseo. Nadie entra, nadie sale sin mi orden].

Dos de ellos afirman.

—Unter uns ist eine Kröte [Hay un sapo entre nosotros] —el jefe mira a Giles.

—Who? [¿Quién?] —puedo sentir como Giles se tensa y su voz es afincada, como si algo se le hubiera atravesado.



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En el texto hay: mafia, drama, accion

Editado: 16.06.2022

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