Suelto un grito al sentir la brisa, dejando un movimiento brusco a la escalera, me sostengo de la baranda, asustada y sin tratar de mirar hacia abajo.
—¿Estás bien? —pregunta por cuarta vez, mirándome; cuando mis ojos se mueven hacia él puedo ver como su tono de piel palidece a cada minuto, sus labios poco a poco se vuelve de un tono morado.
—S-sí —respiro con fuerza y subo los escalones para acercarme a él.
Hedwig está a unos cuantos escalones, mirándome con el ceño fruncido. Nos ponemos en marcha, nuevamente, hasta que llegamos al final de la escalera...
—¿Qué?
—Hay que saltar —anuncia Hedwig.
—¿Estás loca? —falta una la parte de la escalera, dejando un espacio al vacío.
—Es la única manera —comunica Eliseo.
—Pero tú no puedes saltar.
—Debo de intentarlo.
—¿Intentarlo? —Y otra brisa aparece, me agarro con más fuerza—, ¿y en ese intento fallar y caer a no sé cuántos metros del suelo?
—Es eso o que nos maten —concluye Hedwig.
—¿La ventana? —aquella ventana está cerrada, pero está más cerca.
Los dos se giran para verme, Eliseo tiene sus cejas juntadas, mientras que Hedwig tiene la expresión de tirarme por aquel espacio vacío.
—Haré que no oí esa idiotez —Hedwig tira su arma al otro extremo, toma impulso y salta. Sus manos se sujetan en la orilla, mientras su cuerpo queda en el aire, balanceándose con la brisa; se impulsa hacia arriba y sube sin dificultad.
—Dale tú…
—No, dale tú —lo detengo—, hay una cierta línea que te pueda sujetar antes que caigas al suelo —me encojo de hombros al tener tal idea.
Eliseo ríe, tira el arma a Hedwig y esta la agarra sin problema. Eliseo flexiona un poco sus rodillas y salta; escucho gruñidos y juro sé que su herida se abrió más, ella lo ayuda a subir.
Mi primer error: mirar hacia abajo, «la caiga va a doler» pienso y retrocedo al mismo tiempo; lo segundo, es hacerme la idea de que caería si salto. Mi respiración se vuelve pesada, coloco una mano en la pared, buscando el modo de tranquilizarme.
—Odette, hey, mírame —la voz de Eliseo me hipnotiza por un momento y lo miro—. Puedes hacerlo.
Pero de inmediato me niego con movimientos rápidos; la escalera dio un movimiento brusco, haciendo que mi cuerpo se mueva al otro extremo, grito al ver los metros del suelo, pero otra sacudida hace que caiga de rodillas.
—¡Odette! —Grita. Me aferro con fuerza de la baranda, mientras veo como la escalera se va moviendo, inclinándose, alejándose del otro extremo de la escalera.
Grito con fuerza hasta que escucho un golpe y mi cuerpo se sacude con violencia; abro mis ojos poco a poco hasta que veo a una gran distancia a Eliseo y Hedwig, me están viendo mientras él grita sin escucharlo con claridad. Punzadas fuertes me agarran por mi cabeza, subo mi mano y veo rastros de sangre.
Me giro y puedo ver que la escalera se ha salido de su soporte, inclinándose a un lado y saliendo de su dirección; la escalera hace un sonido fuerte y con esto baja un poco más.
—¡Odette, salta para la otra escalera! —escucho grita a Eliseo.
«¿Qué?» al detallar mejor, la escalera tiene como soporte otra escalera del próximo edificio; estiro mi mano para alcanzar la otra baranda sin levantarme del suelo, mientras que con la otra mano me sostengo con fuerza.
—¡Odette! —Vuelvo a estirar mi mano y esta vez con más fuerza, escucho otro sonido, la escalera caiga un poco más; grito del miedo.
—Debes de extender bien tu mano —aquella voz, de inmediato, hace que mis miedos queden en un segundo plano, levanto mi vista y la veo—. Ven, sujeta mi mano.
Ella extiendo su mano tan cerca de mi nariz; la sujeto y la escalera hace su último soporte, cae hasta hacerse añicos en el suelo; veo todo aquel espectáculo mientras sigo sujetando su mano. Al mirar hacia arriba, ella ya no está y mi mano solo está sujetando la baranda de la escalera.
No dejo que mi mente empiece a trabajar y hago un esfuerzo de subir, hasta que mis piernas tocan la escalera y me tumbo de rodillas, respirando con algo de dificultad; al tener mí respiración tranquila, desvío mi mirada por la escalera mostrándose solitarias y con buenos soportes de la pared.
—¡Estoy bien! —Me levanto pero aun así siento mis piernas entumecidas— ¿Y ahora?
—¡Sube! —Grita Hedwig—. ¡Nos veremos en la azotea!
Subo mi cabeza y puedo ver el camino faltante para llegar a la azotea; Hedwig se aleja de él mientras sube más rápido los escalones, comienzo a caminar al mismo nivel que Eliseo, deteniendo mis pies cuando él se detiene para descansar, tomar aire y aguantar el dolor; afinco mi mano en la baranda mientras él lo usa como soporte; y él, no aparta sus ojos de los míos.
Me detengo mientras Eliseo hace lo mismo, esta vez lo veo apoyarse en la pared; detrás de mí veo una ventana con las cortinas corridas. Vuelvo mi vista a Eliseo y este ha subido tres escalones.
—Cuidado —escucho la voz de mi otra yo.