Khalid Cafiero.

Capítulo 18

—¿Rey? —Pregunto mientras saco las dos invitaciones—. ¿Es alguien de la realeza? —Khalid se reí, una risa vacía, de humillación.

—Solo lee lo que tiene adentro —el jefe sigue riendo pero no tan fuerte como hace unos segundos. Ni Eliseo, ni Davy intentaron en explicarme, sencillamente hay un silencio y una rabia por mi parte. Dejo las invitaciones a un lado y abro por completo el sobre.

—Buenas tardes, señorita Cafiero —y me doy cuenta que es escrito por una tinta, «vaya, este hombre tiene una caligrafía impecable» pienso—, se me hace el honor de  invitarla a usted y a su esposo, Khalid Cafiero, a que me acompañen a una reunión que estaré realizando en mi próxima llegada a Honolulu; será una reunión pequeña, amigos íntimos que tienen mucha curiosidad en conocerla como la señora Cafiero y no puedo negar tener el mismo deseo, ver que mi viejo amigo ha encontrado el amor, cuando tenía las expectativas muy bajas. Mis mejores deseos, Salazar Búbka.

Ahora soy yo la que me rio ante aquel final, subo mis manos a mis ojos para secarme las lágrimas, levantándome de la silla. De tanto reír me sujeto el estómago por el dolor.

—Él cree… —y vuelvo a reír al recordar la palabra “amor”. Arrugo un poco el sobre, que aún tengo en mi mano—. No creo que conozca la palabra amor.

—Odette. —Me detiene Eliseo.

—Al parecer a Sara se le ha olvidado el temor en mí —Khalid se levanta de su silla—, ¿es qué te he dado esa libertad y yo no recuerdo cuándo pasó?

Dejo de reír de inmediato al ver que él camina hasta a mí; pero se detiene a unos centímetros.

—¿Qué es lo que te parece gracioso, bonita? Que no te haya mostrado afecto, no significa que no sé qué es el amor.

—Si supieras que es la palabra amor, no me hubieras secuestrado —enfrento—, si en realidad, hay alguien de mi familia que te debe, debes de enfrentarlo con él o ella, no conmigo. —Trago— yo no tengo la culpa y ni manejo la vida de los demás.

—Oh, cosita —y aquella voz me da escalofríos—, ¿tú no has escuchado la expresión de “un golpe bajo”? —Pero no respondo, él se acerca un poco más—. Eso sucede cuando le das el golpe donde más le duelen, no directamente el deudor, sino a alguien a quien aprecia mucho.

—Basta, Khalid —se mete Eliseo—, detente.

Él por un momento mira a su amigo, sin ninguna expresión—. Como quieras, pero solo quiero darle a entender a la bonita, que eso no sucedería con mi futura pareja —el jefe de la mafia coloca una mano en mi hombro y me tenso al tacto, se acerca hasta mi oído—, yo la trataría como una reina, como se merece.

Khalid se aleja y no intento en darme la vuelta para verlo irse.

—Ah, explíquenle lo importante sobre Salazar —comunica—, pero solo lo importante, ya tiene dos muertos encimas como para atormentarla más.

Aquello me hizo enojar, agarro el plato con la comida y lo lanzo a la dirección donde, creo, que él está; el plato se rompe en pedazos al chocar contra la puerta, él ya había salido del comedor.

—Sa… Odette —se equivoca Eliseo—, debes de calmarte, Khalid es un idiota.

—¿Un idiota? Un idiota que logró todo esto —gruño—, claro que es un idiota.

—Davy, lleva a Odette afuera, para que se calme un poco. —Eliseo camina hasta la puerta por donde salió Khalid.

—¿A dónde vas tú? —lo detiene Davy.

—Está muy claro que debo de perseguir a un idiota —Eliseo me da una breve mirada y me sonríe—. Cuídala.

Nos quedamos solos en el comedor, me tiro en la silla al sentirme exhausta emocional; suelto el aire con rudeza.

—Si te parece bien, nos podemos quedar aquí.

Suspiro—. ¿Quién es Salazar, y por qué tiene interés en conocerme?

Davy se acerca a la silla más cercana—. Salazar es un hombre muy curioso, siempre tiene esa necesidad de saber qué está haciendo cada uno…

—¿Los vigila?

—Sí y no, cuando vigilas a alguien obtienes toda la información; en el caso de él no, solo obtiene la información por encima, tenemos nuestros secretos.

—Claro —lo dije casi audible.

—A demás de ser curioso, tiene un aire de niño travieso, le gusta retar a las personas, corromperlas o que ellas mismas vayan al infierno.

—¿Peor que Khalid?

Él suelta una risa—. No, nadie es peor, cada uno tienen sus demonios, unos los guardan muy bien que otros. Khalid a veces se cree que juega a ser Dios; en cambio, con Salazar no se cree ser alguien, él no necesita aparentar ser Dios para saber que es malo.

—Con lo que me cuentas, Salazar se escucha peor.

—Cuando lo conozcas lo sabrás. Él suele soltar ese aire de confianza, no te parecerá peligroso, pero no bajes la guardia, él te estará analizando; cada movimiento, gesto o palabras que digas, él sacará una breve información de ti.

Pego mi espalda al respaldo—. Sigo pensando que Salazar es peor.

—Si te soy sincero, le tengo más miedo a Khalid que a Salazar u otro mafioso que exista.

—¿Por qué es tu jefe?



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En el texto hay: mafia, drama, accion

Editado: 16.06.2022

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