La siguiente imagen muestra un pentágono y en cada punta está un nombre con un número.
—El pentágono, muestra los cincos puestos de los mejores mafiosos —comenta Eliseo—. También es conocido como los mejores cincos.
—Los reyes del mundo, también —interviene Davy pensativo.
—Entiendo. ¿Y cómo se elige eso?
—Por cada alianzas que logres y las ganancias de tu trabajo.
—¿Alianzas?
—Cada año, se realizan votaciones en la ReMa, para que logres estar dentro de los cincos, necesitas los votos de otros mafiosos.
—¿Y cómo funciona esa alianza?
Eliseo se encoje de hombros—. Hacen un trato, Khalid les da lo que ellos quieres mientras le aseguren su voto.
—¿Eso es todo?
—Sí.
—¿Pero alguien más le puede ofrecer algo mejor, no? —Los tres chicos se miran y sonríen al mismo tiempo.
—Eso es lo divertido, debes de ofrecer algo que el resto no pueda dar.
Giles se aleja del sofá y se acerca a un toca disco, saca un disco de su estuche y lo coloca en la máquina, haciéndola funcionar. La música empieza a sonar, siendo de un ritmo lento.
—¿Me permites este baile? —La mano de Giles se extiende a Davy, quien la toma sin ninguna importancia—. Como fui el caballero, te toca hacer el papel de la dama.
Quedo confundida; Davy se coloca en posición, colocando su brazo derecho en el hombro de Giles quedando recto; mientras que su mano izquierda queda en posición de una L, junto con el de Giles pero con su mano derecha.
—¿Qué están haciendo?
—Jugueteando como niños de cinco años —observa Eliseo—. Y también, dándote una demostración de cómo debes hacerlo para bailar.
Ellos siguen al compás de la música, sin despegar sus miradas y dejando que sus pies los guíen sin necesidad de bajar sus rostro. Finalizan el baile con Giles sosteniendo el cuerpo inclinado de Davy hacia atrás; haciéndome reír.
—Espero que hayas detallado la forma del baile y no a dos hombres bailar, lady. —Sugiere Giles al acercarse—. ¿Lista?
—¿Esto me salvará la vida?
—Sí.
—Entonces, sí —y acepto su mano.
—Bien —dice; Davy hace un espacio arrimando el televisor y la laptop hacia un lado—. Coloca tu mano derecha en mi hombro izquierdo y extiende el brazo, apuntando con el codo hacia la pared. Con tu mano izquierda la acercarás mi mano derecha, pero apenas rozándose y formando una ele. ¿Entiendes?
—Sí. —Giles agarra mi cintura; coloco mis manos en donde me indicó, hasta hacer la posición del baile.
—Normalmente este baile es con los cuerpos más unidos —menciona él al ver el poco espacio que tenemos entre nosotros.
—Todo sea para no hacer el ridículo y seguir viva.
Unimos nuestros cuerpo, pegando nuestros pechos, siento como su pecho va subiendo un poco más rápido, rio ante la idea de que este nervioso; él no le hace saco a mi risa y me empieza a explicar cómo van dirigidos los pies. Voy entendiendo hasta que un recuerdo con Julius aparece de la nada; aquel día estábamos en las clases de bailes para nuestra boda, tratando de realizar un vals digno y que ese día de mi secuestro lo íbamos a poner en práctica.
—¿Lady, estás bien?
Meneo mi cabeza y lo miro, él me ve con ojos de tristeza y a la vez de preocupación; observo como hace una distancia entre nosotros. En eso siento mis mejillas húmedas, subo mi mano y sí, efectivamente he soltado algunas lágrimas.
—Lo siento —me seco con rapidez—, no pasa nada. ¿Seguimos?
Giles me mira por un momento pero luego su vista va entre Eliseo y Davy—. ¿Puedes bailar, lady?
—Sí, claro.
—Genial, necesito que uno de ustedes baile con Odette, mientras miro sus pasos —responde con la misma energía.
Miro a Eliseo y a Davy, los dos se quedan mirando por unos segundos.
—Pienso que ya te encuentras bien como para bailar —confiesa Davy—, yo me encargo del toca disco.
Eliseo se tensa al escuchar aquellas palabras, pero no se niega y camina hasta tenerme al frente. Davy coloca de nuevo la música, Eliseo me agarra y hago lo mismo. Nuestros cuerpos está junto, se siente el leve rose de su pecho con el mío. Empezamos con el baile y cometo varios fallos a la hora de las vueltas y en el cambio de pareja; tengo que dar una vuelta en el medio antes de llegar a mi próxima pareja y sin pensarlo mucho tengo que volver al compás de la música.
Siento la frente empapada de sudor, Eliseo tuvo que quitarse la chaqueta y subir sus mangas hasta los codos; tomamos un breve descanso, con mis manos comienzo a echarme aire y Davy trae dos botellas de agua. Nos unimos de nuevo y la música suena.
—Bien, bien —indica Giles al terminar el baile—, este me gustó más, mucho mejor que el anterior.
—Este baile parecen de príncipes y princesas —respondo al separarme de Eliseo y tener una distancia no tan lejana—, quiero seguir practicando.