Lo primero que escucho es un “pi-pi” pausado y a cada cierto tiempo, luego empiezo a sentir algo en mis fosas nasales y poco a poco voy abriendo los ojos, me acostumbro a la iluminación blanca que se refleja en la habitación, hasta que noto que estoy en una habitación pequeña de un hospital. Llevo mis manos temblorosas para quitarme el aparato que tengo en mi nariz.
Al sentarme, fuerte dolores de cabeza hace que gima, tomo respiraciones suaves y espero a que se me pase. Vuelvo a mirar el lugar, veo la máquina que toma mis latidos, en mi brazo veo una intravenosa con la bolsa de suero y trato de sacarme la aguja, al ver la gota de sangre salir, hago presión con el mismo brazo y bajo de la cama.
Tambaleo hasta llegar al cuarto de baño; en el espejo me veo con una sutura en mi barbilla de cuatro puntos y un moretón en mi mejilla; mi piel está pálida, notándose más las ojeras. Abro el grifo, lavo mi rostro y el lugar donde se encontraba la aguja.
Salgo del baño con pasos de tortuga apoyándome en la pared, a un lado se ven dos radiografías de la cabeza, me acerco y observo que son mías, suspiro al no tener nada
—Tu cuerpo se encuentra bien —es ella—, traté de que nada malo le pasara a tu cabeza por los golpes que recibiste.
Miro hacia la cama y ahí está ella, sentada, con el mismo atuendo y aspecto.
—Quiero acabar con todo esto —contesto—, ya no soporto más, me quiero rendir.
—No, no lo harás…
—No vas a decirme que hacer, Detta.
—Pero puedo impedir que hagas locuras, como autolesionarte.
—Sabes que no puedo, le tengo pavor.
Hubo un momento de silencio.
—Sé que iba a salvarte cada vez que estuvieras en peligro —responde—, pero soy tu versión mala, Odette, me alimentos de cosas malas; evité que sintieras miedo aquella noche… que por cierto, buen golpe le diste a Tiburón.
Sonrío un poco; veo una carpeta guindada en la cama, la agarro y veo que tiene mis datos falsos, los medicamentos administrados, las visitas de las enfermeras y los exámenes realizados; y por lo visto, me encuentro en un buen estado.
«Han pasado tres días, desde aquella reunión» pienso al ver el registro de mi entrada y las fechas siguientes. Cierro la carpeta y lo dejo en el mismo lugar. Mi mente empieza a recordar el sueño que tuve, aquel día de lluvia.
—También vi ese sueño, ¿recuerdas al niño? —pregunta Detta.
—No, no, solo fue un sueño.
—¿Estás segura?
—Claro, no recuerdo que lo haya conocido antes.
—Pero mencionaste tú nombre.
—¿Efectos del sueño? Es normal que mencione mi nombre.
—Sabes que no es normal…
—¿Para qué quieres averiguar? —Pregunto con brusquedad—. Me vas a abandonar en el último momento que te necesite.
—No lo hago por mí, sino por ti, está bien que no quieras averiguar nada y que tu pasado sea un misterio para las dos —contesta—, pero no te voy a permitir que seas dependiente hacia otras personas, puedes aprender, solo debes dejar ese miedo y arriesgarte.
—Mi vida era diferente…
—¡Odette! Estás aquí, te secuestraron por algún motivo que no tiene que ver con la deuda y no lo quieres ver —Detta se levanta de la cama exaltada—. Deja de vivir en el pasado, ya pasó, estás aquí, ahora busca respuestas.
—¿Y si no quiero saber nada? Sencillamente esperaré a que Julius me rescate.
—Hace tres días dudaste que te salvaría.
—¡Estuve en estado de shock! —Grito—. ¡Vi mi vida peligrar en varios segundos y solo fui un jodido anzuelo!
—Fuiste un jodido anzuelo por no buscar respuestas —Detta lo pronuncia calmada—; deja de pensar que Julius vendrá por ti y sálvate tú misma. Deja de depender de alguien y piensa en ti como la primera en todo.
Y por un momento no sé qué decir; toda mi vida, o la parte que recuerdo, siempre he dependiendo de alguien… de mis padres, de Gabriela y ahora de Julius; no recuerdo un solo momentos donde pensara en mí.
—Sí, empieza aceptando que eres dependiente, acéptalo y empieza de nuevo.
—¿Cómo? No sé qué hacer o donde buscar o exactamente que buscar.
—Sí que lo sabes, lo sabes perfectamente bien.
Y solo hay un lugar, un solo lugar donde me he enterado de ciertas cosas pero donde pasé las peores pesadillas; quiero negarlo pero Detta lo sabe y muy dentro de mí quiere ese cambio.
—¿El estudio de Khalid? —pregunto asustada, pero estoy al cien por ciento que es ese lugar.
Detta me sonríe.
—Ese mismo.
La puerta de la habitación se abre y Detta desaparece de mi vista; al girarme veo al doctor Vex sorprendido y detrás de él está Adolph y Sebastián.
—Vaya, que sorpresa tan grata —anuncia el doctor—. Te daba una semana para que despertaras, pero lo hiciste en tiempo record.
Sebastián se aleja de la puerta con el celular y Adolph queda vigilando.