Me quitan la tela que cubre mis ojos y me empuja a una habitación deteriorada, las paredes son pálidas y en la parte inferior tiene moho; una cama se encuentra a una esquina pegada a la pared, sin ninguna sabana colocada y con algunos resortes sueltos del colchón; en esa misma esquina, en la parte superior se haya una ventana pequeña enrejada. Escucho detrás como cierran la puerta y le pasan llave. Me retuerzo un poco al sentir la punzada en mi nuca.
—Necesitamos salir de aquí —aparece Detta en mi mente.
—Primero debo de quitarme la cinta —digo mientras trato de soltarme de ella.
—Une tus manos, llévalas hacia arriba de tu cabeza para tomar impulso y luego baja con brusquedad —indica—, cuando estés bajando debes separar tus codos y presionar tus muñecas contra tu abdomen.
Hago lo que ella me informa.
—No, con más fuerza, Odette.
Ruedo los ojos y repito el procedimiento, hasta sentir la cinta rasgarse y me da facilidad de tirar el resto. Desde la ventana una brisa fría entra a la habitación, indicando un clima de lluvia poco a poco mis fosas nasales le llega el olor a tierra húmeda.
—Comprueba que nadie está afuera.
—¿Qué hago?
—Grita o dale un golpe a la puerta, si son mafiosos se irritan con facilidad.
Tomo varias respiraciones y grito con fuerza, me callo a los segundos y no escucho nada desde afuera; me acerco a la puerta y le doy cuatro golpes con mi palma abierta, nada.
—Bien, ve al colchón y saca uno de los resortes, el más fino.
Me acerco a la cama y empiezo a quitar el resorte más fino que veo, tardo unos minutos hasta que logro sacarlo y enderezo la parte de la punta. Con la punta del resorte lo voy introduciendo en la cerradura de la puerta, tratando de abrirla.
—No, gíralo con cuidado hacia tu izquierda —comenta Detta—. No, tu izquierda.
—Claramente, estoy dándole a mi izquierda, Detta.
—No, le estás dando a tu derecha… esa es tu derecha, joder.
—No, toma tú el control —suelto y de repente mi mano empieza a moverse con muchísimo cuidado, aquello me deja asombrada y a la vez aterrada.
—Ábrela.
Muevo la manilla y esta abre sin problemas. Al frente vemos tres pasillos anchos y con amplia iluminación, sin ningún alma por los alrededores. Busco alguna cámara a la vista, pero no veo ninguna.
—¿Cuál tomo? —susurro al no saber.
—¿La del medio? —duda Detta.
Suelto el aire que tengo atorado y me voy por el pasillo de mi derecha, mirando a cada segundo hacia atrás.
—Pensé que irías al pasillo del medio.
—No, estabas dudando.
—Oh, ¿ahora vas a ignorar mis dudas y seguirás tu instinto? Un avance.
No me distraigo más al ver que el pasillo termina dando paso a un segundo pasillo. Me coloco al borde de la pared y doy una breve mirada al pasillo; dos hombres de estaturas altas y musculosas con buena armamento, se acercan al pasillo donde me encuentro.
—La puerta. —Sugiere ella.
Quedo por unos segundos confundida al no haber notado la puerta antes; camino hasta ella en silencio y la abro, hago el mismo movimiento al cerrarla. Escucho a los hombres pasar mientras hablan en inglés y siguen de largo por el pasillo. Al no irlos más, empiezo a buscar el interruptor.
—No creo que sea una buena idea prender la luz —menciona ella—, esta puede reflejarse desde afuera.
—No veo nada con esta oscuridad —susurro mientras voy deslizando mi mano por la pared, pero poco a poco voy viendo mi mano de dedos largos y finos; no es que veo mis dedos con claridad, pero ahí están, apoyados en la pared—. ¿Cómo?
—Al parecer tengo algunos trucos guardados —contesta Detta—. Ahora date prisa y busca una salida.
Pero tomo mi tiempo, esa sensación de ver a través de la oscuridad es nueva y asusta a tal extremo de que Detta, algún día, pudiera tomar el control completo de mí o sacar otras habilidades antinaturales. Parpadeo varias veces y aun puedo ver ciertas cosas.
—¿Cómo es posible? Antes no podía.
—No, por algún motivo puedo hacerlo ahora —responde ella—, no sé cuál fue el detonante de este descubrimiento.
La habitación está repletas de cajas, unas encimas de las otras, dejando un paso reducido para maniobrar. Miro detrás de ellas en busca de alguna puerta hasta ver un conducto de ventilación.
—Ahí puede…
Me interrumpen unas alarmas de alerta, su sonido es fuerte y fastidioso, luego es acompañado de una voz robótica anuncia mi desaparición en la habitación.
—Genial, ahora te estará buscando.
—Nos —corrijo, empiezo a quitar algunas cajas hasta tener acceso; quito la reja que protege el conducto. Veo el camino tan oscuro que mis ojos no pueden detallar más, trago un poco y de solo pensar en conseguirme ratas o cucarachas, se me olvida por un momento que me siguen.