Khana

Capítulo 12: Hermano del norte

Un grito se comenzó a escuchar algo alejado de nosotros, con el pasar del tiempo aquel grito se fue acercando hasta que de la nada apareció Ryu montado sobre Khana, ambos estaban realmente asustados y los dos Henheas no venían con ellos.

  • ¿Qué sucede? – Pregunte aprovechando que aquel orco parecía estar confundido por la repentina aparición de aquellos dos.
  • ¡Vamos! – Gritó seriamente Ryu.
  • Pero… - Respondí yo señalando al Orco.

Al momento de señalarlo Ryu se bajó de Khana y corrió hacia él, dio un salto a unos pasos alejado de él y con su codo golpeo su estómago con una fuerza brutal, el orco solo se quejó y segundos después se quedó callado, cayó al suelo y permaneció inmóvil, Ryu me tomo del brazo y me “arrastro” hasta Khana, sin esfuerzo impulso su brazo hacia arriba cargándome por completo y me lanzo hacia arriba de Khana, después se subió el y Khana comenzó a correr realmente rápido hacia donde antes estaban todos.

  • ¿Qué sucede? – Pregunté muy confundido por lo que estaba aconteciendo.
  • Cuando lleguemos lo veras. – Dijo el seriamente y sin darme muchas respuestas.
  • ¿Qué tal difícil es explicar la situación? – Replique algo molesto por tanto secretismo.
  • ¡No lo sé! – Contestó Ryu golpeando su propia mano. - ¡Ni siquiera ella lo sabe! – Concluyó.

A lo que Khana solo miro hacia arriba de reojo; pasaron algunos minutos y llegamos a donde Mikhen y el otro niño se encontraban, una especie de cúpula vagamente transparente cubría una gran área y el familiar del niño, aquel pequeño gatito se encontraba arañando fuertemente la cúpula intentando entrar, por dentro de esa cúpula se veía un paisaje algo cambiado, había unas extrañas flores moradas que parecían absorber una luz que no podía ver de dónde provenía, las nubes en el cielo parecían dar círculos sobre nosotros y al ser de noche la luna llena alumbraba todo el paisaje con una luz blanca la cual me daba más preocupación que otra cosa.

  • ¿Qué hacemos? – Preguntó Ryu dirigiéndose a mí.
  • ¡Y yo como voy a saber! – Respondí algo exaltado. – Si no sabe ella… - Señalando a Khana. – Creo que difícilmente lo sabremos nosotros.
  • ¿Entonces? – Preguntó ahora hacia Khana.

Ella solo me miraba fijamente, estaba esperando algo, pero no tenía idea de, el qué era. Su mirada fija en mi me dio a entender que era yo quien debía tomar acción, pero la inexperiencia me pasaba factura, era completamente imposible saber qué hacer ante una situación que nunca había sucedido antes; llegue a pensar que aquella espada de cristal tenía una parte fundamental en esta escena, sin embargo aquella arma había sido rota en el combate con el Orco por lo que recurrir a ella era completamente imposible. “Arma legendaria”, paso por mi cabeza por un momento recordando el mundo de cristal en el que me encontraba y eso a su vez me dio a pensar en que un arma que podría definirse de esa manera no podría ser destruida solo con ello… ¿Pero qué hago?, yo vi cómo fue completamente rota en miles de pedazos y conmigo solo mantengo la empuñadura la cual dudo sirva de mucho… O quizás…

Tome la empuñadura de la vaina y la acerque a ese extraño domo de cristal que cubría la zona, al entrar en contacto nada sucedió, todo permanecía justo como antes, pero al menos eso fue algo temporal… Unos gritos comenzaron a escucharse siendo que antes todo estaba en silencio y con el pasar del tiempo (que solo fueron algunos segundos) Los gritos se hacían más y más fuertes, el Domo se abrió un poco permitiéndome el paso y apenas adentrarme se cerró súbitamente impidiendo que Khana o Ryu entraran… “¡Por favor!”, grité molesto, pues me parecía completamente ridículo que Khana, que era el familiar de Mikhen no pudiera entrar, o aquel gato que continuaba histéricamente arañando el domo o en ocasiones embistiéndole; apenas estar dentro del domo la presión del aire se sintió muy diferente, me era ligeramente complicado respirar y a su vez andar, parecía como si la gravedad en este sitio fuera mayor que en el exterior y por más irónico que parezca la luz de la luna incluso parecía dar calor; justo delante en lo que yo creo seria el centro del sitio había algo que me llamaba la atención (y era completamente evidente que eran tanto Mikhen como el otro niño) Dada la distancia no podía verlos muy bien por lo que a falta de opciones decidí caminar hacia allá, las extrañas flores moradas cada que pasaba cerca de alguna de ellas parecían seguirme, girando lentamente hacia donde yo me encontraba, juraría que ocasionalmente escuchaba susurros difíciles de entender y la luz que absorbían parecía no tener fin. Al momento de llegar a donde los dos Henheas se encontraban, vi que ambos estaban flotando con los brazos extendidos y las piernas rectas dando círculos lentos sobre si mismos gritando de una forma muy dolorosa.

  • ¡Mikhen! – Grité sin poder acercarme porque había una especie de pared invisible que no me permitía aproximarme. - ¡Mikhen!, ¡Maldita sea! – Continuaba gritando fuertemente.

Con la empuñadura de la espada rota intentaba golpear la barrera pero esta solo podía verse como “rebotaba” tras los golpes como si se tratara de una burbuja irrompible que se hacía visible al contacto.

  • ¡Escúchame! – Repetía sin éxito.

Al ver que nada de lo que hacía tenia efecto, decidí calmarme un poco y mirar detenidamente la escena, era evidente que esta espada era la clave para detener todo esto, la cosa es que no sabía cómo utilizarla, pero no había duda; me hice algunos pasos hacia atrás y comencé a examinar la empuñadura minuciosamente intentando ver algo, o encontrar alguna cosa, lo que fuera que pudiera ayudarme, pero pues era una “simple” empuñadura de cristal, gire la cabeza y volví a ver todas las flores que me seguían, solo para comprobar lance la empuñadora lejos de mí y me di cuenta de que no era a mí a quien esas flore seguían, sino a la empuñadura, pues al momento de lanzarla todas ellas siguieron con su cuerpo la dirección de la espada, camine hacia ella la tome y me di cuenta que justo al otro lado de donde los Henheas se encontraban había una sola flor que parecía ignorarme, ella se encontraba mirando únicamente hacia la luna y a diferencia de las demás que daban la imagen de absorber luz, esa en cambio parecía emitirla, aunque en realidad eran “partículas” de luz, de formas redondeadas. Avance hacia ella lentamente y me coloque justo frente de ella impidiendo que la luz de la luna le diera, en ese momento dejo de emitir la luz y por efecto las demás a dejar de absorberlo y después una pequeña raíz salió del suelo muy lentamente, se colocó en mi costado y hacia fuerza para empujarme, pero al tratarse de una planta no pudo moverme un solo centímetro, decidí moverme hacia un lado y al momento de que la luz de la luna volvió a dar sobre esa flor la emisión continuo.

  • ¿Qué eres tú? – Pregunté sin esperar respuesta.



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En el texto hay: criaturas magicas, lobo, magia

Editado: 12.05.2022

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