Mikhen de pronto se quedó pensando un momento y después de varios segundos, sus ojos se abrieron muy grandes; giro su cabeza hacia mí y acercándose rápidamente, señalo mi espada con mucha emoción.
Yo solo me quede quieto sin decir una sola palabra, porque no comprendía que es lo que sucedía. Ella ya había visto antes mi espada, sin lugar a dudas la había visto antes. Me hice un poco hacia atrás y solo me quedé mirando a Mikhen, sus ojos estaban realmente emocionados y no me decía la razón de ello.
Al momento de decirle esto ella comenzó a sonreír de una forma que nunca antes había visto, parecía estar exageradamente feliz, y no solo eso; fue como si todos sus problemas se hubieran solucionado instantáneamente, simplemente por el hecho de ver a esta espada… O quizás por el mismo hecho de que la tuviera conmigo.
Me deje llevar por ella y nos acercamos al lago. Caminamos sobre él y Mikhen luego me dijo que tocara el agua con la punta de la espada y pensara en un camino; no importa como fuera. Le hice caso nuevamente y en el momento justo que esta espada toco el agua, un camino de escaleras en espiral hacia abajo se comenzó a formar a una velocidad bastante rápida. Mikhen parecía haber visto un milagro, pues gritaba de dicha y corrió hacia las escaleras; incitándome a ir, agitando sus manos y mirándome con ternura. Bajé con ella y las escaleras nos llevaron justamente hacia donde se encontraba el cuerpo del otro Henheas mezclado con el suelo del lago. Mikhen ahora me dijo que sostuviera el arma y apuntara la punta hacia la luna; que aun brillaba sobre nosotros. Después dijo que la sostuviera así un momento hasta que la magia comenzara a llenarla. Al preguntarle de qué hablaba, solo dijo que lo hiciera y yo me daría cuenta por mí mismo a lo que se refería.
Apunte la espada hacia arriba, y como es de esperarse no ocurrió algo; o al menos no algo digno de mención. Volteé a mirar a Mikhen y ella solo me incitó a proseguir, haciéndome señales con sus ojos y asintiendo con la cabeza. Sin más remedio, me quedé con la mano extendida hacia arriba y tras algunos segundos pensé que quizás no funcionaba porque de alguna manera la espada no estaba apuntando realmente hacia la luna, elevé un poco el brazo y ajuste la muñeca de modo que; (según yo) ahora si estaba apuntando directamente hacia ella, y al solo hacerlo todo comenzó.
La luna empezó a desprender de nuevo una delgada línea de luz que iba bajando rápidamente, y esta luz me envolvió en una especie de torbellino que bailaba a mi alrededor. La luz comenzó a hacerse más veloz y de pronto se enfocó únicamente en la espada; hasta que de pronto se impregnó en ella y la hoja brilló con un tono diferente al de última vez.
Era mucho más bello. Se veía en un tono blanco y quizás un poco plateado. Al momento que esto ocurrió; Mikhen se acercó rápidamente a mí y palpó mi espalda. Después dijo muy felizmente:
Yo, sin comprender enteramente lo que estaba ocurriendo, me limité a seguir sus instrucciones. Bajé mi arma y la empujé levemente hacia donde aquel sujeto se encontraba. Cuando la espada toco su cuerpo, en realidad no sucedió algo, pero pasados algunos segundos; algo ocurrió… El agua que nos rodeaba, empezó a hacer sonidos un poco violentos, como si nos encontráramos en el mar. La luz de la espada bajó hacia el cuerpo mezclado con la tierra del fondo del lago y comenzó a impregnarlo e iluminarlo. Mikhen dijo rápidamente que imaginara toda la magia de la espada y la luna metiéndose dentro de ese cuerpo inerte enterrado en la tierra.
Al momento de hacerlo y justo como tenía pensado tras la emoción de Mikhen, el cuerpo comenzó a adquirir otro color. Regresaba a su color original; (como la piel de Mikhen) y a su vez el suelo se iba abriendo poco a poco, dejándolo libre. De pronto aquél Henheas abrió los ojos y gritó fuertemente, más no de dolor; quiero pensar que solamente de sorpresa. La tierra se abrió por completo liberándolo, y el Henheas comenzó a salir lentamente de allí. Al estar completamente fuera, Mikhen lo abrazo con demasiado cariño y llorando de felicidad le repetía una y otra vez que estaba realmente feliz.
Acto seguido; tanto Mikhen como yo lo seguimos, y al llegar arriba, él se encontraba mirando el bosque con mucha melancolía. Saltaba a la vista que estaba demasiado feliz, pues cuando llegamos, el bosque estaba completamente arruinado. Seguramente el dio su vida para salvaguarlo sin esperanzas de éxito y al momento de regresar de la muerte su bosque se encontraba lleno de vida. - Entre las razas mágicas existen algunas que no pueden ser controladas. – Continúo aquel Henheas. – Unos somos nosotros, los Henheas, que aunque nuestra misma magia nos impide lastimar a otras criaturas sin importar que tan amenazados nos encontremos; no existe magia o criatura capaz de controlarnos bajo ninguna circunstancia. Pero existe otra raza como nosotros que no tiene ese limitante. Y no solo eso, sino que además podrías afirmar que son una fuente primordial de la magia misma, y muy seguramente los creadores de todo lo que tus ojos puedan o no ver. – Se quedó serio un momento y regresando su mirada hacia mí, continuó. – Esos son los Crióstalas, y esa arma que tienes; solo un Crióstala debería ser capaz de utilizarla… Pero estoy seguro de que tú no eres uno de ellos, pues les es imposible tener una forma física como tal, o al menos la apariencia humana completa como es tu caso, a lo mucho pueden tener formas completamente de cristal.
Editado: 12.05.2022