Khana

Capítulo 14: Criostalas

Mikhen de pronto se quedó pensando un momento y después de varios segundos, sus ojos se abrieron muy grandes; giro su cabeza hacia mí y acercándose rápidamente, señalo mi espada con mucha emoción.

  • ¡Dónde la conseguiste! – Gritó enérgicamente. - ¡Esa es…! – Hizo una gran pausa y solo espero a que yo respondiera.

Yo solo me quede quieto sin decir una sola palabra, porque no comprendía que es lo que sucedía. Ella ya había visto antes mi espada, sin lugar a dudas la había visto antes. Me hice un poco hacia atrás y solo me quedé mirando a Mikhen, sus ojos estaban realmente emocionados y no me decía la razón de ello.

  • ¡Donde la conseguiste! – Volvió a decir, acercándose de nuevo y ahora intentando tomar la espada con sus manos, pero por alguna razón no le fue posible.
  • Me la entrego un sujeto en un mundo completamente cubierto por algo que parecía vidrio… - Respondí mirándola con sospecha.

Al momento de decirle esto ella comenzó a sonreír de una forma que nunca antes había visto, parecía estar exageradamente feliz, y no solo eso; fue como si todos sus problemas se hubieran solucionado instantáneamente, simplemente por el hecho de ver a esta espada… O quizás por el mismo hecho de que la tuviera conmigo.

  • ¡Sácala! – Dijo con alegría, e hice lo que me dijo - ¡Ven! – Continuó.

Me deje llevar por ella y nos acercamos al lago. Caminamos sobre él y Mikhen luego me dijo que tocara el agua con la punta de la espada y pensara en un camino; no importa como fuera. Le hice caso nuevamente y en el momento justo que esta espada toco el agua, un camino de escaleras en espiral hacia abajo se comenzó a formar a una velocidad bastante rápida. Mikhen parecía haber visto un milagro, pues gritaba de dicha y corrió hacia las escaleras; incitándome a ir, agitando sus manos y mirándome con ternura. Bajé con ella y las escaleras nos llevaron justamente hacia donde se encontraba el cuerpo del otro Henheas mezclado con el suelo del lago. Mikhen ahora me dijo que sostuviera el arma y apuntara la punta hacia la luna; que aun brillaba sobre nosotros. Después dijo que la sostuviera así un momento hasta que la magia comenzara a llenarla. Al preguntarle de qué hablaba, solo dijo que lo hiciera y yo me daría cuenta por mí mismo a lo que se refería.

Apunte la espada hacia arriba, y como es de esperarse no ocurrió algo; o al menos no algo digno de mención. Volteé a mirar a Mikhen y ella solo me incitó a proseguir, haciéndome señales con sus ojos y asintiendo con la cabeza. Sin más remedio, me quedé con la mano extendida hacia arriba y tras algunos segundos pensé que quizás no funcionaba porque de alguna manera la espada no estaba apuntando realmente hacia la luna, elevé un poco el brazo y ajuste la muñeca de modo que; (según yo) ahora si estaba apuntando directamente hacia ella, y al solo hacerlo todo comenzó.

La luna empezó a desprender de nuevo una delgada línea de luz que iba bajando rápidamente, y esta luz me envolvió en una especie de torbellino que bailaba a mi alrededor. La luz comenzó a hacerse más veloz y de pronto se enfocó únicamente en la espada; hasta que de pronto se impregnó en ella y la hoja brilló con un tono diferente al de última vez.

Era mucho más bello. Se veía en un tono blanco y quizás un poco plateado. Al momento que esto ocurrió; Mikhen se acercó rápidamente a mí y palpó mi espalda. Después dijo muy felizmente:

  •  ¡Él puede regresar a la vida!, ¡Anda, apunta tu espada hacia el suelo y tócalo con la punta!

Yo, sin comprender enteramente lo que estaba ocurriendo, me limité a seguir sus instrucciones. Bajé mi arma y la empujé levemente hacia donde aquel sujeto se encontraba. Cuando la espada toco su cuerpo, en realidad no sucedió algo, pero pasados algunos segundos; algo ocurrió… El agua que nos rodeaba, empezó a hacer sonidos un poco violentos, como si nos encontráramos en el mar. La luz de la espada bajó hacia el cuerpo mezclado con la tierra del fondo del lago y comenzó a impregnarlo e iluminarlo. Mikhen dijo rápidamente que imaginara toda la magia de la espada y la luna metiéndose dentro de ese cuerpo inerte enterrado en la tierra.

Al momento de hacerlo y justo como tenía pensado tras la emoción de Mikhen, el cuerpo comenzó a adquirir otro color. Regresaba a su color original; (como la piel de Mikhen) y a su vez el suelo se iba abriendo poco a poco, dejándolo libre. De pronto aquél Henheas abrió los ojos y gritó fuertemente, más no de dolor; quiero pensar que solamente de sorpresa. La tierra se abrió por completo liberándolo, y el Henheas comenzó a salir lentamente de allí. Al estar completamente fuera, Mikhen lo abrazo con demasiado cariño y llorando de felicidad le repetía una y otra vez que estaba realmente feliz.

  • ¿Cómo conseguiste esa cosa? – Dijo el Henheas, mirándome y dejándose abrazar por Mikhen.
  • Me la dieron… - Respondí secamente.
  • Nunca pensé que vería una de esas armas en este mundo, y menos aún en las manos de un humano… - Hizo una pausa, separó a Mikhen de su cuerpo y concluyó. – Debes de ser alguien especial si los Crióstalas te han dado un arma como ésa.
  • ¿Qué tiene de especial? – Pregunté, pues era evidente que sabía mucho más sobre esta arma.
  • Una de las magias más poderosas de este mundo es la nuestra; la de los Henheas. – Se levantó y posteriormente subió por las escaleras hasta llegar a la cima.

Acto seguido; tanto Mikhen como yo lo seguimos, y al llegar arriba, él se encontraba mirando el bosque con mucha melancolía. Saltaba a la vista que estaba demasiado feliz, pues cuando llegamos, el bosque estaba completamente arruinado. Seguramente el dio su vida para salvaguarlo sin esperanzas de éxito y al momento de regresar de la muerte su bosque se encontraba lleno de vida. -  Entre las razas mágicas existen algunas que no pueden ser controladas. – Continúo aquel Henheas. – Unos somos nosotros, los Henheas, que aunque nuestra misma magia nos impide lastimar a otras criaturas sin importar que tan amenazados nos encontremos; no  existe magia o criatura capaz de controlarnos bajo ninguna circunstancia. Pero existe otra raza como nosotros que no tiene ese limitante. Y no solo eso, sino que además podrías afirmar que son una fuente primordial de la magia misma, y muy seguramente los creadores de todo lo que tus ojos puedan o no ver. – Se quedó serio un momento y regresando su mirada hacia mí, continuó. – Esos son los Crióstalas, y esa arma que tienes; solo un Crióstala debería ser capaz de utilizarla… Pero estoy seguro de que tú no eres uno de ellos, pues les es imposible tener una forma física como tal, o al menos la apariencia humana completa como es tu caso, a lo mucho pueden tener formas completamente de cristal.



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En el texto hay: criaturas magicas, lobo, magia

Editado: 12.05.2022

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