Esa criatura me parecía un poco fascinante, eran dos cosas dentro de un solo cuerpo y a su vez podían ser diferenciados fácilmente, quizás no tanto por las personalidades ya que de alguna forma eran similares, sino por el hecho de que cuando una u otra hablaban las bocas que se movían eran cada una dependiendo de la personalidad misma que lo hacía. Me quede un momento solo observando como esa criatura discutía consigo misma, pues aunque las dos estaban en un acuerdo respecto a que no me dejarían llevar la princesa de la calma, ninguna podía decidir sobre la razón por la que yo quería tomarla.
Al momento de que mi espada se puso a la vista de esa criatura un gran y atemorizante crujido se escuchó por todo el sitio, polvo acumulado en el techo comenzó a caer y los ojos de aquella criatura se comenzaron a mover en todas las direcciones mirando todo a su alrededor.
Acto seguido la personalidad de ojos rojos dijo que tenían algo que hacer y una trampilla en el suelo justo a la espalda de ambos se abrió, no dijeron alguna palabra y se aventaron hacia ella desapareciendo pues apenas hacerlo la trampilla se cerró impidiéndome entrar.
Y bien, me quede solo parado no sabía que más hacer, podía comenzar a caminar sin un sentido aparente deseando que el camino me fuera revelado, pero a su vez tenía miedo de perderme dentro de este lugar ya que se veía como un gran laberinto del cual no poseía un mapa o siquiera conocimiento sobre donde queda cada cosa que busco, o que no busco. Sin más remedio camine hacia donde pensaba que era el camino más apto para llegar a mi destino y cada paso que daba me hacía pensar que iba en la dirección incorrecta, y lo que es peor es que no tenía forma de saber si lo era, o no; pasados algunos minutos llegue a una gran cámara gigantesca, era impresionante el tamaño de este sitio, todo estaba cubierto de roca musgosa y a los extremos de cada una de las paredes una gran fila de antorchas encendidas me brindaban luz. Me adentre en el sitio y por más que buscaba no encontraba alguna otra entrada o salida, que no fuera por donde ya había entrado; el final del gran salón estaba algunos metros frente de mí y conforme me acercaba una imagen impresa en la pared se me iba haciendo más y más presente, al estar ya frente de ella y ver el gran mural, pude ver justo al centro del mismo una flor muy bella la cual juraría que podía moverse aun y cuando no era más que una imagen impresa en las rocas. Paseando mi mirada sobre los demás detalles del dibujo una imagen me empezó a confundir, mis ojos no podían verlo claramente pero sabía que estaba ahí, intente acercarme para que la imagen se volviera más nítida pero solo se hizo más borrosa, e intentando lo opuesto me aleje un poco y con cada paso hacia atrás que daba la imagen se iba esclareciendo más y más. Un gran lobo blanco posado sobre una roca en un campo de árboles muertos miraba fijamente hacia delante, aquel lobo era la viva imagen de Khana y el simple hecho de mirarla ahí me hizo caer en cuenta de algo que debió haber sido obvio desde el inicio. Khana no es solo un lobo con capacidades mágicas, Khana es algo más.
Un paso se escuchó detrás de mí y por instinto gire mi cabeza rápidamente y a lo lejos en la entrada a este lugar pude ver a un perro de color blanco algo pequeño, parecía apenas un cachorro.
Y aquel perro se echó a correr; corrí detrás de él tan rápido como pude aprovechando de que era un cachorro por tanto no sería tan rápido como lo era Khana. Continúe siguiéndolo por bastante tiempo y el entorno empezó a cambiar un poco, las paredes musgosas estaban cada vez más cubiertas de verdor y el aroma ya no era meramente a humedad sino a vegetación, el olor mismo estaba cambiando poco a poco y después de algunos minutos frente de mí se encontraba lo que parecía que era el final de aquel laberinto y lo que es más extraño, aquel perro que me guio hasta aquí ya no se encontraba más por algún sitio. Llegue a la puerta extraña aquella y al asomarme por fuera de esta una luz encandilo mis ojos obligándome a cerrarlos y a colocar mi mano frente de ellos para protegerlos de aquella cegadora luz, después de unos segundos mis ojos se acostumbraron a la incandescencia y al momento de quitar la mano frente de mi vi a aquel pequeño mono que me entrego la llave para entrar aquí, en esta ocasión el mono en sus manos tenía dos cosas. En su mano izquierda él tenía una pequeña manzana mordida y en la mano derecha tenía otra manzana pero nueva. El mono me ofreció ambas cosas y opte por tomar la manzana que no estaba mordida y deje la llave que me había entregado antes en esa misma mano. Al hacerlo el mono parecía un poco sorprendido, quizás no esperaba que le devolviera la llave, pero algo me incito a hacerlo, pensé que era lo correcto.
Editado: 12.05.2022