Kicho

CAPITULO 8 (PREMIUM BONUS)

MC- Kicho...!

Kicho me encontró mientras aún lo buscaba entre la abarrotada playa. Caminó hacia mí rápidamente, con sus botas levantando arena a su paso.

KICHO- ¿Cómo estás ahora?

MC- Hmm?

KICHO- Te desmayaste en la mansión. ¿Cuánto tiempo estuviste inconsciente? ¿Te sientes bien ahora?

Sus brazos me rodearon, con el dorso de una de sus manos de mármol apoyado en mi frente. El calor de mi cuerpo se mezcló con el suyo; sus ojos verde pálido brillaban con preocupación.

(Soy su mayor preocupación...)

KICHO- No pareces enferma, pero eso me preocupa aún más porque te desmayaste. Quiero preguntarte por qué estás aquí, pero primero quiero sacarte del sol.

MC- ¡No tienes que preocuparte por eso! Además, vine hasta aquí a caballo. Así que podrías decir que estoy sana como una...

KICHO- Sigo preocupado.

MC- Oh, okaa... ¡¿qué?!

Se arrodilló ante mí, y justo cuando estaba a punto de preguntarle si se sentía bien... me tomó en sus brazos como si fuera una princesa.

MC- Puedo caminar por mi cuenta, ¿sabes?

KICHO- La confianza hay que ganársela. Ahora, no luches contra mí. Ya decidiré qué hacer contigo.

----------------------------------------------------------------

Finalmente, me dejó en el suelo dentro de una pequeña cabaña sombreada al final de la playa. Pero incluso cuando mis pies tocaron el suelo, los brazos de Kicho seguían firmemente sujetos a mi alrededor.

MC- Escucha...

Me resultaba difícil empezar a hablar cuando él me miraba directamente a los ojos. No podía apartar la mirada, pero tampoco podía evitar que mi corazón latiera con fuerza.

(...Ni tampoco quiero soltarte...)

KICHO- Debería haber notado antes que no te sentías bien. Me mantuve demasiado ocupado.

MC- No vine aquí para hablar de eso. El mareo fue solo algo pasajero...

KICHO- Aun así, podría haberme preocupado más por ti. ¿De qué servía tenerte cerca si ni siquiera te estaba mirando? Pero... gracias por venir y dejarme verte sana.

MC- Kicho...

Cedí y apoyé la cabeza contra su pecho, disfrutando de ese cálido abrazo como si fuera lo más valioso del mundo.

(Gracias por estar feliz de verme. Me alegra tanto que esa no haya sido la última vez que nos vimos. Me alegra que tengamos la oportunidad de hablar de todo.)

KICHO- Pero imagino que esa no es la razón por la que estás aquí. ¿Entonces, cuál es? La última vez que te vi, Mitsuhide se fue contigo en brazos. ¿Has roto lazos con los Oda y has decidido unirte a mí?

MC- No, no lo he hecho... aunque dejé a Mitsuhide de repente, así que tal vez informe que me he convertido en traidora. No me gusta tomar bandos. Estoy aquí, Kicho, para hablar contigo como yo misma.

KICHO- ¿Hablar?

MC- En el camino hasta aquí, vi con mis propios ojos las revueltas que están estallando. Personas empuñando armas que apenas saben usar, ciudades en llamas, el caos extendiéndose sin control, cuerpos en las calles... Dos niños pequeños creyendo que debían tomar el asunto en sus propias manos y llorando al darse cuenta de lo que habían hecho. ¿Esto es lo que querías, Kicho?

KICHO- ...Sí.

Sus brazos se apartaron de mí. Ahora estábamos frente a frente, mirándonos fijamente. En sus ojos, pude ver cómo forzaba palabras que no sentía de verdad a salir de sus labios.

(Eres un mentiroso, Kicho. Estás herido. Tan profundamente herido que inventarías cualquier cosa con tal de no derrumbarte por el dolor y la desesperación. Te has forzado a olvidar cómo llorar...)

MC- Detén esto. Está mal. Es innegablemente incorrecto.

KICHO- Nunca me convencerás. La única manera de preservar el valor de la vida es exponerla constantemente al peligro. Aquellos que están luchando ahora han tomado mi lado. Por eso empuñaron armas.

MC- ¿Y qué hay de los que no lo han hecho? ¿Los que se niegan a pelear? En este momento están huyendo por sus vidas. ¿De verdad puedes decir que ellos no se preocupan por vivir? Están luchando igual de duro.

KICHO- Aquellos que tienen la voluntad de vivir pero se niegan a luchar por ello... sí, son mis víctimas. Y les he hecho algo terrible. Pero luchar por la vida siempre ha sido parte intrínseca de la supervivencia en el Sengoku. Una vez que enfrenten la realidad, aprenderán a cambiar de opinión si quieren la oportunidad de adaptarse y forjar un futuro. Eventualmente, todos aprenderán. La supervivencia se convertirá en su segunda naturaleza a medida que las generaciones continúen...

MC- ¡Basta!

Lo interrumpí. Era como si estuviera desangrándose frente a mí.

MC- Te dije que vine aquí a hablar como yo misma. No como tu secretaria. No como la espía de los Oda. Así que tienes que hablar conmigo como tú mismo. Como la persona que se está clavando las uñas en las palmas de las manos hasta dejarlas blancas... Deja de hacerte daño, Kicho.

No estaba mirando sus manos. Había sido un farol. Pero la forma en que sus ojos se abrieron y sus manos temblaron... lo confirmé. Las tomé entre las mías.

KICHO- ...Suéltame.

MC- No.

KICHO- No tendré piedad con nadie que se interponga en mi camino.

MC- ¡Entonces hazlo! Muéstrame tu falta de piedad.

KICHO- ¿Quieres lo peor de mí?

MC- ¿Wah?!

Me agarró de la muñeca y me empujó contra la pared. Sentí algo parecido al dolor y me pregunté si, por Dios, se habría obligado a hacerme daño... pero no, era algo cálido. El roce de sus labios, duros contra mi cuello.



#5657 en Novela romántica
#2400 en Otros
#368 en Novela histórica

En el texto hay: ikemen sengoku, cybird, kicho

Editado: 18.07.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.