El reloj marcaba el tiempo en silencio. Tic. Tic. Tic. Hasta que Kicho levantó la cabeza de la carta que estaba leyendo.
Kicho- ...Ya veo.
MC- ¿Qué decía?
Kicho- Exactamente lo que esperabas. Nos encantaría que fueras nuestra protagonista en la próxima función.
MC- ¡Ah, no!
Kicho- Ni yo lo entiendo. Se suponía que eras la vestuarista.
MC- LO ERA. No tengo idea de cómo pasé de eso a ser su protagonista ideal...
Kicho y yo comenzamos una nueva vida en el extranjero. Teníamos un hogar, pero necesitábamos trabajo para no agotar sus ahorros. Él tenía contactos en la zona y ya se estaba estableciendo como una persona de confianza. Kicho me ayudó a postularme para varios trabajos de costura que iban surgiendo. Este en particular era bastante importante- vestuario para una compañía de teatro.
(Vaya, ¿de qué había hablado todo el mundo en esa reunión inicial? Kicho... no estaba ahí, en realidad...)
MC- Ah...
Kicho- ¿Ahora lo recuerdas?
MC- Sí. En ese momento estabas ocupado, así que alguien más me hizo de intérprete. Dijeron que entendían mejor al leer que al hablar y, bueno... supongo que era cierto. Creí que nos estábamos entendiendo, pero al parecer no fue así.
Kicho- ...Eso debe ser. En algún momento hubo un malentendido y pensaron que eras actriz.
MC- Dios mío, pero ¡yo NO soy actriz! Yo quería estar entre bastidores, haciendo que los demás se vieran bien. Tengo que ir mañana para rechazarlos oficialmente.
Kicho- ...¿De verdad?
MC- ¿Mmm?
Kicho- Estaba pensando que, según lo que escribieron en esta carta, han puesto todas sus esperanzas en que tú actúes. El destino de la compañía depende de que participes en la obra, o eso dicen.
MC- ¡No! ¡No me cargues con esa responsabilidad!
(Uf. Soy pésima decepcionando a la gente. ¿Cómo se supone que voy a rechazarlos ahora?)
Me llevé las manos a la cabeza consternada mientras Kicho hojeaba el libreto que había llegado con la carta. Kicho terminó de leer rápidamente y suspiró.
Kicho- La historia es un poco cliché, pero parece que al público le gustará igual. Un romance entre una princesa extranjera que debe disfrazarse, conoce a un plebeyo y se enamora. Pero resulta que él también es príncipe. Tienen conflictos pero logran hacer que su amor funcione al final.
MC- Dios mío, ¿quieren que interprete a una princesa? Eso jamás pasará.
Kicho- Fuiste una princesa en Japón.
MC- Sí, pero allá 'princesa' era más un título de 'puedes quedarte sentada todo el día'. Nunca hice cosas de princesa de verdad.
Kicho- ¿Te gustaría?
MC- ¿Qué me estás proponiendo exactamente?
Kicho- La princesa puede estar disfrazada, pero estoy seguro de que tiene un sirviente o dos. No puedo prepararte un castillo, pero podemos hacer que nuestra situación aquí se parezca.
(¿Está sugiriendo...?)
Kicho me lanzó una mirada con esos ojos verdes deslumbrantes...
Kicho- Tu deseo es una orden, mi princesa.
(...¡Vale, creo que estoy salvada!)
----------------------------------------------------------------------------
Cerré la puerta con cuidado, pendiente de cualquier chirrido posible. Hasta ahora, todo bien.
(Kicho no debería estar despierto todavía, así que al menos puedo terminar de vestirme en... Oh?)
Miré alrededor de mi habitación vacía. Un vestido digno de una princesa colgaba en la pared -libre de arrugas, por supuesto-, mientras que un espejo, un peine y polvos faciales yacían sobre mi tocador.
(Ajá... Ya me tenía preparada...)
Kicho- Tu porte ya está mejorando después de solo estos días, mi dama.
MC- ¿E-estabas despierto, Kicho?
(¡¿Cómo?! ¡Lo revisé! ¡Estaba dormido! ¡Salí de la cama con sigilo ninja!)
Kicho- Es deber de un sirviente levantarse antes que su dama, por si ella lo necesita. Ahora, toma asiento.
Me guió hacia el espejo. No pude hacer más que obedecer.
MC- Está bien...
En cuestión de segundos, estaba pasando un peine por mi cabello, dedicando esmerada atención a cada mechón.
(Hoy no hay escapatoria de estos mimos. Kicho es demasiado bueno para que pueda evitarlo.)
La idea de que yo interpretara a una princesa parecía divertirlo, así que Kicho se autoproclamó mi sirviente para prepararme. Lejos de ser un torpe papel, Kicho era perfecto en esto. Anticipaba cada una de mis necesidades. Lo único que tenía que hacer era... respirar. Ya llevábamos días así, y si tenía alguna queja, era la culpa que sentía porque... la verdad es que esto era maravilloso.
(Odio admitirlo, pero quizás... me encanta este trato de princesa. No siempre, claro. ¿Pero venir de Kicho? ¡Es que... ahh, no estoy acostumbrada a que me consientan así!)
MC- Kicho?
Kicho- Si?
MC- Sabes que ayer te dije que no tenías que llamarme 'princesa' de verdad... Y tampoco necesitas hacer cosas de sirviente como vestirme o...
Kicho- Una vez que terminemos con tu peinado, es hora del desayuno. Comencé los preparativos anoche.
(¡Oye! Pensé que el trabajo de un sirviente era obedecer a su princesa, ¡no ignorarla! ¡Qué bromista!)
Lo miré con complicidad a través del espejo, pero...
Kicho- Hmm-hmm.
MC- ...Oh!
Kicho lucía una sonrisa tan encantadora que ignoró mi falso enojo. Se inclinó para dejar un beso en mi cabello antes de continuar con el siguiente mechón. Era... era demasiado. No podía decir nada. Ni siquiera podía seguir fingiendo.