Killers CafÉ +21

CAPÍTULO 2

 

 

 

MARCELO QUIROGA

Cuando elegí esta profesión, supe desde un principio que iba a toparme con infinidad de cosas injustas y desagradables. Una de ellas la corrupción dentro de la misma fuerza policial; y de hecho, estaba preparado para afrontarlo, pero jamás pensé que en algún momento de mi vida me iba a encontrar con cosas tan aberrantes y abominables, como con las que me he venido encontrando en estos últimos meses.

Siempre, desde niño, soñé con ser un buen policía; justo, capaz, honesto y confiable, al igual como lo fueron mi padre, el comisario Gabriel Augusto Quiroga, y mi abuelo, mi viejito y compinche, el comisario mayor Ernesto Evaristo Quiroga, que fueron dos eminencias de este distrito.

Recuerdo que todos los mediodías, cuando llegaba del colegio a casa, comía a las apuradas para ir volando a jugar con la manada de Villa Luzuriaga. Nos quedábamos hasta altas horas de la noche jugando a los policías y ladrones, en donde, por supuesto, el policía siempre era yo.

Qué épocas tan hermosas...

Jamás me podré olvidar de cómo me observaba mi padre desde el ventanal del patio de casa, me miraba con tanto orgullo, al ver cómo me tomaba tan en serio el rol de policía. siendo apenas un niño. Esa mirada de mi viejo querido, esa mirada que se me quedó grabada en el alma y tatuada en el corazón. Esa mirada de satisfacción, de amor, de complicidad; esa mirada que nunca podré olvidar.

Uf, si estuviera el viejo en este momento, estas abominaciones que están sucediendo se hubiesen terminado hace rato. Ese hombre era una topadora humana. Se llevaba puesto el mundo. Resolvía hasta las casos más imposibles, habidos y por haber. Era una bestia, un huracán.

Siento que lo estoy decepcionado; siento que le estoy fallando a mi padre, a mi abuelo, y, sobre todo, a mi hija. Me siento un inútil, un incapaz y un completo fracasado por no tener ni una miserable pista del monstruo que está haciendo desastres en mi pueblo.

Siento que estoy solo con todo esto... Estoy rodeado de puros ineptos, corruptos e inútiles, empezando por Octavio Quintana, mi superior. Qué tipo más falso y corrupto. No puedo entender cómo puede estar ocupando el mismo puesto que ocupaba mi padre. Todavía recuerdo su cara de alegría de cuanto se enteró de que mi padre y mi abuelo habían perdido la vida en aquel accidente. Siempre envidió a mi padre, desde la secundaria. Nunca pudo soportar que mi madre, que en paz descanse, lo haya rechazado a él para casarse con mi padre.

Todo lo que aporto para él es erróneo, nunca le da crédito a mi trabajo, ignora casi todos mis aportes. Siento que estoy pagando por el triángulo amoroso del pasado de mis padres; siento que estoy pagando los platos rotos, platos que no me corresponden pagar. Pero yo sigo igual; quiero hacer justicia por todas esas mujeres que han estado apareciendo asesinadas de formas terribles, quiero hacer justicia por sus familias y por todos sus seres queridos.

Por eso últimamente me estuve mordiendo la lengua y guardándome las manos en los bolsillos: para no romperle la cara a ese sorete humano.

Así que, como dijo El Indio Solari en ciudad baigón: "voy apilando puteadas y sigo ofreciendo mis gentilezas".

Pero bueno. Ahora con la llegada del detective Sánchez Ordoñez espero que esto ya tenga un fin; llega dentro de dos semanas, dos semanas en donde pueden seguir apareciendo mujeres asesinadas. Aunque la última víctima fue un masculino identificado como Estanislao León Anchorena, de 35 años. Empresario y futuro padre de mellizos. Hijo de mis vecinos de toda la vida, Bartolomé y Victoria Anchorena. El muchacho fue hallado al costado de un contenedor de basura, a cuatro metros de mi casa, por un cartonero que pasaba junto a su esposa por el lugar, la madrugada del domingo 11 de agosto. Al parecer nadie vio nada extraño.

El hombre llamó inmediatamente a la policía, mientras trataba de calmar a su esposa que yacía tirada en el piso, sufriendo de un tremendo ataque de pánico. Pobre hombre. Cuando llegamos con el patrullero estaba completamente en shock. Estanislao se encontraba boca abajo con una musculosa blanca completamente ensangrentada, sin una de sus zapatillas y con sus pantalones hasta por debajo de sus rodillas. Según el informe de los forenses, la muerte de Estanislao fue provocada por una de las setenta puñaladas que le había dado el asesino por la espalda. Pero la mortal había sido la estocada N°3 la que recibió en su pulmón izquierdo. No conforme con eso, el asesino le había introducido, post mortem, un pedazo de madera de casi medio metro por el recto, madera que probablemente haya sacado el asesino del contenedor de basura.

Desde ese día ando con pastillas. Siento que si ese día ese muchacho no hubiese estado esa noche en ese momento y en ese lugar, la víctima podría haber sido mi hija y eso me aterra.

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21/09/2023

Camino desesperado de un lado a otro, mientras me tomo mi quinta taza de café. Me miro al espejo y me veo terrible; estoy ojeroso, barbudo y con el uniforme fatal. Hace tres días que no como ni duermo bien, ni siquiera me pude dar un baño como corresponde y para cerrar siguen apareciendo mujeres brutalmente asesinadas. Tres más se encontraron... tres cuerpos más. 
Hace cuatro días, una madre y sus dos niñas pequeñas, fueron encontradas en la plaza Luzuriaga, el jueves 17 de agosto a las 07:35 pm, por dos niños que iban camino a la escuela. Cuando los menores llamaron a la estación, no podían articular palabra alguna del shock y el terror que les había generado ver semejante escena. 
No fue para menos, porque en cuanto llegamos con los muchachos, nos quedamos iguales o peores que ellos. La mujer y madre de las niñas, se encontraba debajo del tobogán, con el rostro completamente desfigurado, desnuda, con las manos atadas a la espalda y las piernas completamente abiertas. También presentaba múltiples heridas de arma blanca en el pecho, vientre y cuello. A un metro y medio de la mujer, al costado de la calesita, yacían los pequeños cuerpos desnudos de sus dos hijas. Las niñas se encontraban boca abajo, desnudas, con las manos atadas a la espalda y con ambas piernas quebradas. Al igual que su madre, también presentaban múltiples heridas de arma blanca. En realidad, la escena de las niñas, había sido una terrible abominación. Ni siquiera había tenido el valor de seguir observando más detalles, ya con haber visto esas espalditas tan destrozadas era suficiente trauma para mí. Sin lugar a dudas, esa escena del crimen, es la más horrible y espantosa que he presenciado en toda mi vida. Horas más tarde identificamos a la mujer como Silvana Olga Coronel, de 38 años y nacionalidad paraguaya, y a sus dos pequeñas hijas como Nasali Yolanda Coronel, de 5 años, y Lizeth Berenice Coronel, de 7 años, ambas de nacionalidad argentina. Silvana, era una madre soltera que se dedicaba a la venta de tortillas y _chipa_ en las afueras de los establecimientos escolares, pero debido a los aumentos masivos de estos últimos meses, tomó la decisión de ejercer la prostitución por las noches, ya que también le aumentaron el alquiler y las ganancias de las tortillas ya no le eran suficientes para solventar todos los gastos. Según el testimonio de Esther, una de sus compañeras de noche, unas horas previas al triple crimen, la mujer intentó dejarle a las niñas en su casa, por el hecho de que últimamente estaba llevando a los clientes a su inmueble por miedo a que le pasara algo por las calles. Silvana adoptó esa precaución, debido a los últimos asesinatos de prostitutas que hubo en los últimos siete meses. Por desgracia, Esther, le dijo que aceptaba quedarse con las niñas a cambio de unos pesos, ya que ella también estaba tapada de deudas y tenía a su madre enferma, así que Silvana, tuvo que volver ese día con las dos niñas, caminando unas treinta y cinco cuadras para llegar a su domicilio, pues ni siquiera contaba con dinero suficiente para cargar su "tarjeta Sube" y volverse en colectivo. Esther, se sentía muy culpable y se lamentaba por no haber aceptado quedarse con las niñas ese día y entre lágrimas nos dijo que no sabía si iba a poder seguir viviendo con la culpa y remordimiento. Dios mío, lo peor de todo fue leer el informe de los forenses, nunca me había sentido tan asqueado en mi vida. No podía dar crédito a toda la barbarie a que había sometido ese monstruo, a esos tres seres humanos. El cuerpo de Silvana, había sido apuñalado en ochenta y cinco ocasiones. Tenía treinta puñaladas en el pecho, veintitrés en el cuello, diecisiete en el vientre y quince en la vagina. También tenía rajado el costado del vientre y le habían introducido un trozo de madera de 1,50 m. por la vagina, presentaba múltiples golpes en el rostro y ambas costillas fracturadas. Fue brutalmente violada... La causa de la muerte fue traumatismo cráneoencefálico. 
Sin embargo; la peor parte se la llevaron sus dos pequeñas, en particular Lizeth, la hermana mayor. La niña, había recibido cuarenta y tres puñaladas en su pequeña espalda, veinte en el riñón derecho, once en el izquierdo y cinco en la vagina. Al igual que su madre, había sido brutalmente violada, tanto vaginal como anal, y le habían quebrado ambas piernas con un mazo, que horas después, encontramos en el domicilio de Silvana, su madre. Por si fuera poco, se le encontró excremento de gato, en su boca y restos de sus mismas heces en sus oídos y fosas nasales. Su muerte fue causada por una puñalada mortal que recibió en el pulmón derecho. 
A Nasali, la más pequeña, le habían asestado veinticinco puñaladas en la espalda, tres en el muslo izquierdo, cuatro en el vientre y tres en la vagina. Corrió la misma suerte que su hermana, también había sido violada anal y vaginalmente de forma salvaje. Y se le encontró piedras y arena de gato, dentro de su boca y cavidad vaginal. La causa de la muerte de la pequeña, fue causada por una puñalada mortal que recibió en el tórax.




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