"¡Tiene que ser un error!" Le juré a la azafata.
Sin embargo, me rendí, pues no había retorno.
Aguardando, se siente que el tiempo se dilata,
Sobre todo por aquel dramático bochorno.
Descendí enfadado, tal que mi rostro delata
La rabia que traía, mi cabeza era un horno.
Y al querer remediarlo, me enteré que no hay plata
En mi cartera, ni aunque pretendiese un soborno.
Se apoderaron de mí, frustración e impotencia.
Mientras tanto, notaba que el cielo oscurecía.
Y así me vieron vagar, con mi triste apariencia,
Moradores de la gran ciudad de Andalucía.
Bastantes kilómetros dañaban mi paciencia
Y recitaba, en tanto, mi ánimo perecía:
"Me cuesta aún creerlo, ¡cuánto duele tu ausencia!
Mas no desistiré hasta dar contigo, María".
Enseguida, un conductor me notó desahuciado
Y me invitó a pernoctar en su modesta casa.
Media hora de trayecto, de la urbe retirado,
Su domicilio estaba por donde nada pasa.
Pilas era el poblado más aproximado,
Y al ser advertido de eso, tuve una remembranza.
Me excuse con el varón por haber rechazado
Su cortés invitación y huí sin más tardanza.
Al ir paseando en Pilas, dejé llevar mis pasos
Como por magnetismo y un poco de frenesí.
Y en solitario parque, que me enredó en sus lazos,
Con la luna alumbrando, bajo un naranjo la vi.
Veloz a ella me acerqué y la estrujé entre mis brazos,
Y me dijo: "sabía que vendrías hacia mí".
Entonces le respondí, con jadeos escasos:
"Todas las circunstancias me condujeron a ti".