Capítulo 3: Hidrokinesis
Era una mañana soleada así que Angelicus decidió cruzar la ciudad caminando para ir a la casa de Elijah. Mientras caminaba, usando su poder de telekinesis, levantaba latas de cerveza y papeles del suelo poniéndolos en el tarro de basura. También iba jugando con fuego en sus manos aprovechando la calidez del sol sobre su cabeza incluso ayudó a prender un cigarrillo a una señorita que no tenía encendedor que se lo quedó mirando sorprendida. A la vez que caminaba iba canturreando una de las canciones favoritas de su grupo. Podría decirse que Angelicus gozaba de muy buen humor. Cuando llegó llamó al portero y Elijah le dijo que lo espere que ya bajaba porque esta vez iban a hacer las prácticas en otro lado. Cuando el hombre bajó, una persona de tez negra, ojos azules y con una amplia sonrisa les tocaba bocina desde un McLaren descapotable azul eléctrico. Era Adoel, su nuevo ángel guardián. Viajaron cuatro horas hasta el Lago Cayuga donde al llegar comenzaron las prácticas del dominio del agua. En un principio, Angelicus conseguía solo hacer pequeñas olas en la orilla, en cambio Elijah formaba monstruos marinos que flotaban en el aire.
—No sé porqué pero el agua me parece más difícil de manipular —dijo Angelicus.
—Siempre hay algún elemento que nos cuesta más que otro porque no estamos tan ligados a él. ¿Qué te produce el agua?—preguntó Elijah.
—Cuando era niño casi me ahogo en la pileta de natación—dijo el joven agachando la cabeza.
—Ah, es por eso. Tienes que sacarte el miedo.
—Pero eso no es tan fácil, Elijah.
—Claro que sí — respondió Elijah al mismo tiempo que levantó a Angelicus en el aire llevándolo al medio del lago y dejándolo caer allí.
Angelicus gritaba de manera desquiciada de manera que sentía que se iba a ahogar pero sacando fuerzas de su interior formó una burbuja de agua gigante sobre la cual fue llevado hasta la orilla.
— ¡Sabía que podías hacerlo!—exclamó Adoel. — Maion me dijo que eras extraordinario.
—Gracias Adoel por tu confianza pero no hubiera estado mal un poco de tu ayuda, je. —dijo Angelicus con los cabellos chorreándoles de agua.
Eran cerca de las tres de la tarde por lo tanto tomaron un descanso para comer y luego siguieron practicando hasta que bajó el sol.
Cuando viajaban de regreso empezó a llover así que Adoel levantó el techo del auto para que no se mojaran. La autopista se veía oscura con un cielo encapotado haciendo que los pensamientos del muchacho se deslicen por su mente al igual que las gotas lo hacían en el parabrisas. De repente una camioneta se pegó al auto golpeándolo por detrás e iluminándolo fuertemente. Eran los caídos que buscaban a Angelicus. Como esto no era suficiente apareció otra camioneta por el lado derecho siguiéndola una tercera. Había que hacer algo urgente sino quedarían atrapados. Entonces Adoel abrió un portal en medio de la ruta por el cual el McLaren pasó y se cerró dejando a los demonios varados.
Cuando llegaron a la ciudad Adoel dejó a Elijah en su departamento y después llevó a Angelicus al departamento de Maion.
—Fue increíble la apertura de ese portal. ¿Podré hacer eso en algún momento, Adoel?
—Solo si eres lo suficiente maduro como para abrir puertas a otros mundos y cuidadoso como para viajar en el tiempo.
— ¡Eso es excelente!
— ¿Cuáles son los poderes que ya has desarrollado?
—Telekinesis, pirokinesis e hidrokinesis —respondió Angelicus.
—Vas bien, muchacho —le dijo Adoel dándole un golpecito en la espalda. —Sigue así.
Angelicus bajó del McLaren para subir al departamento de Maion. Adoel miró al joven hasta que entró y luego se fue. Eran cerca de la una de la madrugada. Había sido un día agobiante pero lleno de novedades. Se estaba cepillando los dientes cuando sintió un golpe en el techo que venía del departamento de arriba. Angelicus se enjuagó la boca y salió por el pasillo hasta subir al piso siguiente. El ruido venía del departamento B así que cuando se acercó a la puerta ésta estaba entreabierta y pudo ver en su interior a una muchacha que estaba siendo ahorcada por un caído. Por lo tanto Angelicus entró rápidamente tirando lo que encontraba al alcance sobre el demonio hasta que logró manipularlo hacia el techo donde quedó colgado. El muchacho tomó a la joven de la mano y huyeron hasta el departamento de Maion.
—Mi nombre es Angelicus. ¿Cómo te llamas?
— ¡Eres el cantante de Romance atómico! He ido a unos cuántos conciertos tuyos. Mi nombre es Clara Pain—respondió la muchacha de unos veinte años, cabellos castaños y ojos café.
— ¿Tienes idea de por qué este ser te estaba lastimando?
—Sí. Soy una semihumana al igual que tu. Pude ver que usaste telekinesis con él. Aún no he empezado las prácticas porque hace dos días que estoy aquí.
— ¿Y quién es tu guardián, Clara?