Capítulo 8
Ada
Por fin he comprendido que la vida se trata de tomar decisiones, atreverse e intentar. Posiblemente las cosas no salgan como uno las planea, pero hay que intentarlo y tal vez la vida nos sorprenda con algo mucho mejor. Me siento en el sofá y recargo los codos sobre mis rodillas mientras él se sirve un vaso de whiskey con hielo. A pesar de que me escuchó y estoy aquí a su lado sigue molesto conmigo.
—¿Qué es lo que quieres? —pregunto con la voz quebrada.
Mira hacia la ventana con su vaso de whiskey y un cigarro en la otra, no sé qué está pensando, pero quiero saberlo. Me levanto y lo abrazo por detrás, quiero que sienta mi calor y que sepa que ahora estoy segura de quedarme con él.
—¿Qué es lo que quieres tú?
—Creí que no te gustaban las personas que contestan una pregunta con otra.
Se da la vuelta con una sonrisa en su boca y deja el vaso sobre la barra. Me da la espalda evitando mis ojos.
—No quiero arrastrarte a mi mundo, no merezco a alguien como tú.
—Te pregunté que es lo que quieres —le doy la vuelta a su cuerpo y agarro su cara—, si tú me pides que me quede, me quedaré. Pero necesito escucharlo de tu boca.
—Hace un rato me veías con miedo y quiero que te quede claro que el hombre que viste en esa fiesta soy yo, si me vuelves a ver así no me lo voy a perdonar. Prefiero que te retires ahora que estás a tiempo.
—No seas egoísta contigo mismo ni conmigo, tú no puedes decidir qué es lo que debo hacer si lo que quiero es estar contigo, arrástrame a tu mundo, déjame conocerte y entonces que sea yo la que tome la decisión.
Fuma y expulsa el cigarro a un lado, me siento tan nerviosa por su silencio. No quiero creer en eso que dije que él disfruta de su soltería y no toma nada en serio.
—¿Quieres solo sexo conmigo?
—Te mereces algo más que solo sexo.
Dejo caer los brazos a mis costados frustrada y desesperada, no puedo seguir soportando esto y rebajarme a rogarle a alguien que evidentemente no quiere estar conmigo. Asiento y doy dos pasos a la salida.
Evan
Estoy a punto de darme de topes en la pared, no quiero que se vaya y no puedo soportar verla alejarse de mí, siento que se me está escurriendo de las manos. No entiende lo que estoy sintiendo, quiero correr y decirle que me siento igual que ella y que si molí a golpes a Jackson fue por los celos que me dieron al verlos juntos en la cafetería, pero si lo hago y le confieso lo que creo que siento se desatará una guerra que tal vez no tenga fin, mi padre me pidió mente fría y le he fallado.
Yo no quería que esto pasara, creí que sería ella quien no iba a poder alejarse de mi lado, pero es al revés. ¡A la mierda con todo! La detengo antes de que cruce esa maldita puerta y la beso, mientras estábamos bailando mi corazón latía muy rápido y en mi pecho tenía una sensación diferente que regresa cuando choco mis labios con los de ella, la cargo y la llevo a la habitación. No quiero perder ni un maldito minuto más, deseo estar en sus brazos y sentirme completamente suyo y hacerla mía, solamente mía.
La acuesto sobre la cama le quito el vestido, beso su rostro, sus labios, su cuerpo entero tratando de no ningún rincón, siento como si no me conociera a mí mismo, siempre he actuado por impulso y eso es algo que me caracteriza, pero esta vez no siento que sea así. Maldición, me siento tan frustrado.
Cuando tengo su cuerpo desnudo sobre mi cama me acuesto sobre ella y acaricio su abdomen, bajo lentamente la mano sintiendo su suave piel y cuando llego al punto que quiero se sobresalta.
—Voy a darle amor a tu cuerpo.
Sonríe y arquea la espalda cuando como por arte de magia muevo mis dedos con destreza y rapidez para darle a ella el placer que tanto quiero darle. Por primera vez desde que llegué aquí quiero olvidarme de mi maldito objetivo y concentrarme en ella, no quiero pensar en su familia ni en la mía; quiero que solo seamos nosotros dos en esta habitación.
Si mi padre se opone a esto no sé qué haré, solo sé que no quiero defraudarlos en algo que juré lograría, me siento como un idiota por sentir algo por ella que ni siquiera sé que es. Libero mi mano y la agarro de la cintura para acomodarla a mi cuerpo que se amolda perfectamente, como si hubiéramos nacido siendo piezas para completarnos. Me hundo en ella muy despacio para no hacerle daño, cierra los ojos y se muerde los labios. Que sexy. Recargo los brazos sobre el colchón y alcanzo su boca nuevamente, ella se abraza a mí y comienzo a moverme, primero lenta y después ferozmente porque ella así me lo pide, si supiera lo que me encanta cuando se pone cachonda, me encanta y no lo voy a negar más.
Los dos estuvimos juntos por impulso y ahora no podemos estar separados, por más que lo niegue. Así es y ya no se puede evitar, y es que todo pasó tan rápido que cuando estaba seguro que la odiaba, seguramente ya la deseaba. Sus pechos suben y bajan, se mueven solo para mí y me siento muy afortunado de ser yo quien está disfrutando de esta espectacular vista, no sé qué hubiera hecho si no me hubiera detenido o que decidiera quedarse en esa fiesta. Tal vez hubiera venido a casa y hubiera enloquecido, o me hubiera arrepentido a los 15 minutos y regresaría por ella. Estoy tan excitado que no creo aguantar mucho, ella me prende siempre al máximo. Salgo y termino sobre su abdomen, no quiero accidentes ni sorpresa, ya se lo he dicho y me gusta que lo entienda.
Recuerdo que en una ocasión salí con una chica y hacía todo lo posible para quedar embarazada solo para que me quedara con ella, me costó mucho que comprendiera que yo no estoy para esas cosas, pero era muy aferrada. Todo lo contrario a Ada, y lo sé porque sí tiene un futuro en cual pensar, metas y sueños que quiere cumplir. A pesar de su edad tiene claro que un bebé arruinaría por completo las cosas.
Me quedo de rodillas sobre el colchón mientras tratamos de que nuestras respiraciones regresen a la normalidad.
—¿Qué somos ahora? —pregunta.
—Seremos lo que tú quieras que seamos.
Se sienta y recarga la espalda sobre el respaldo de la cama.
—¿Podemos ser Patch y Nora?
Se emociona y aplaude, espera una respuesta esperanzada y levanto las cejas.
—No sé de lo que hablas, pero si eso quieres está bien.
Voy a la cocina por servilletas de papel para limpiarle el abdomen, cuando termino me acuesto a su lado y pone la mejilla sobre mi pecho. Suspiro y le acomodo el flequillo.
—Háblame de ti.
—¿Qué quieres saber?
Levanta la mirada y le doy un beso en la nariz.
—Sobre tu familia, si tienes hermanos, qué te gusta hacer en tus ratos libres, si tienes trabajo… en realidad no sé nada de ti.
Y lo mejor para los dos sería que no sepa nada de mi vida privada, aspiro su aroma y la abrazo más fuerte.
—Soy el tercero de cuatro hermanos —tomo un respiro—, mi madre nos abandonó hace años, no tengo sida… no sé qué más quieres saber.
Sonríe y abandona mi pecho para sentarse.
—Me alivia saberlo ahora.
—Lo único que hago es ser yo mismo, nunca trato de creerme lo que no soy.
—¿Cómo superaste… lo de tu madre?
No sé qué contestarle al respecto, he decidido contarle solamente una parte de mi vida y ella no es parte de eso.
—Fue como si nunca hubiera existido, no me hace falta cuando tengo a mis hermanos y mi padre. Mi familia son todo para mí y ella jamás entendió ese concepto así que rápido quedó en el olvido. No vale la pena.
No me gusta hablar de esa mujer, en casa está prohibido mencionarla. James, Mason y yo vivimos unos años con ella, pero el más afectado por su abandono fue Aron. Él no la conoce, ni siquiera por foto porque era solo un bebé cuando la desgraciada nos dejó, siempre le ha dolido y reprocha el hecho de que por lo menos pudimos tocar su rostro, ver su sonrisa o reconocer su olor a distancia, ha pasado tanto tiempo de eso que ya no lo recuerdo y estoy alegre por eso.
—No te entiendo, para mí papá era el mejor, mi mejor amigo y compañero. Estar lejos de él me mata, lo extraño demasiado ¿tu cómo le haces para vivir lejos de tu familia? ¿No te preguntas en donde está tu madre o si se acuerda de ustedes por lo menos?
—No —contesto sin titubear—, y siendo sincero no me gusta hablar de ella.
Frunce los labios y asiente. Me alegra porque no quiero seguir hablando de esto, puedo ponerme de muy mal humor y no quiero empezar mal con Ada. Bueno, nuestra relación.
—Por cierto ¿Qué es eso de Nora y Patch? —pregunto.
—Es una saga de libros y Patch es el ángel caído más sexy y que todas queremos.
—Bueno —la agarro de la cintura y la jalo hacia mi—, yo te aseguro que puedo ser mejor que ese tal ángel caído.
Se muerde los labios y la beso.
Ada