Capítulo 9
Ada
Únicamente he visto a Stephan dos veces, pero me ha bastado para saber que es un hombre muy elegante, esperaba encontrarme con una casa enorme, pero es solo un muy amplio departamento decorado muy a la antigua, hasta hay lamparas con luz media como en épocas pasadas, al menos así lo veo yo. Hay cuadros en las paredes, pero son muy raros, o es que tal vez yo no les entiendo.
—Pero que alegría que estén aquí, pasemos al comedor.
Me mira a los ojos y agarra mi mano, la eleva a sus labios y besa mis nudillos. Me estremezco y me incomoda ese atrevimiento, pero a mamá parece encantarle. La agarro del brazo y caminamos a un lado de Stephan que no deja de mirarme como si para él representara un diamante o lingotes de oro, me incomoda demasiado. No sé por qué vine aquí, debí haber sacado la chica rebelde que hay dentro de mí y amarrarme unas esposas a la cama. El comedor es tan grande que no sé dónde coño es el mejor lugar para sentarme, tal vez mas lejos de lo que pueda de ese tipo. Hice bien en no vestir nada escotado o este hombre me habría hecho tres hijos en media hora.
Tres muchachas nos sirven la comida y se retiran muy rápidamente. Stephan agarra la servilleta y la dobla para ponerla en sus piernas.
—Cuénteme de usted, dígame, ¿a qué se quiere dedicar?
Meto la cuchara en el plato de crema que me sirvieron y no se ve nada apetitoso, es verde.
—Quiero seguir con el negocio de papá.
No sé que es lo que le causa gracia a este señor, o siempre vive feliz porque desde que nos conocimos no lo he visto ni un momento sin esa sonrisa tan grande en sus labios, me intimida tanto.
—Eso es muy bueno, le aseguro que no se arrepentirá. Yo me dedico a lo mismo que su padre.
—¿Conoció a mi papá?
Creí que era una nueva conquista de mi mamá, pero ya se conocían. Claro, por eso tanta confianza.
—Por supuesto, su padre y yo fuimos muy buenos amigos.
—Que raro, nunca lo oí hablar de usted.
—Eso sí que me hiere. Que les parece si mejor brindamos.
Les grita a las chicas del servicio y ellas llegan muy rápido, se nota que las tiene muy bien amaestradas, no encuentro una mejor palabra para definirlas, pero ni siquiera la voltean a ver, todo el tiempo llevan la mirada hacia abajo, ni siquiera a nosotras nos ven.
—Porque este sea el inicio de algo maravilloso —dice mamá.
—A la niña sírvanle agua mineral, no quiero que se me emborrache.
No soy una niña, quiero replicarle, pero me conformo con ver como llenan mi vaso con agua y a ésta le sale burbujas. Ellos me miran y esperan a que me ponga de pie y brinde con ellos. ¿A que diablos se refiere mi madre cuando dice el comienzo de algo maravilloso? Sabe algo que yo no, pero en cuanto estemos solas haré que me diga toda la verdad.
—Me gustaría saber que es eso tan maravilloso que se avecina.
—Ya lo sabrá, mi niña. Ya lo sabrá. ¡Salud!
Levantan sus copas y yo tomo el agua sin hacer tanto alboroto, quiero que esta payasada termine para ya regresar con Evan, siento que lo extraño. Esto es tan raro para mí y no quisiera seguir comparándolo con Jackson, pero es inevitable no hacerlo. Todo es tan diferente a lado de Evan, con mi ex no había necesidad de sentirme a salvo todo el tiempo y ahora siento que podría pasar un tornado y con tan solo sus brazos, Evan podría protegerme.
Me siento de nuevo y vuelvo a la crema verde, aunque no sabe tan fea a simple vista no se le puede antojar a nadie. Me muevo incomoda sobre mi asiento al seguir sintiendo la mirada demasiado penetrante de Stephan sobre mí.
—Me gustaría saberlo en este momento, no me gusta nada esto. Siento que están conspirando en mi contra o que están a punto de hacer algo a que tiene que ver conmigo.
Suspira y se limpia la boca con la servilleta.
—Algo que me enseñó mi padre y que hizo que yo fuera tan exitoso en esta vida es ser paciente y saber esperar. No quiera correr antes de aprender a caminar.
Rodeo los ojos y tomo la decisión de terminar con esta tontería, me pongo de pie, pero siento un mareo que me hace volver a sentarme. Presiono mi frente, pero todo lo que está a mi alrededor se mueve como si estuviera ocurriendo un terremoto, me sostengo de la silla, pero el mareo crece y crece.
—Me siento mal ¿podemos irnos?
Mis sentidos empiezan a apagarse, me siento como si estuviera sumergida en el agua. No sé si mi madre atiende por mí, pero siento como me levantan de la silla, trato de abrir los ojos, pero están tan pesados que se me cierran sin que lo pueda evitar.
¿Qué me está pasando?
Evan
Llevamos media hora pensando en qué comer, bueno, eso lo hago yo mientras Aron derrocha miel con su nueva conquista y ya me estoy cansando, no me gusta ver como se comen mientras yo muero de hambre de Ada, ya quiero tenerla aquí conmigo. Esta vez estoy sintiendo lo que ella cuando Aron le trajo la rosa a su amiga, fui un animal, pero yo no sé sobre ese tipo de cosas soy experto con las mujeres, pero inexperto en el amor.
—Bueno, lamento interrumpir su luna de miel por tercera vez, pero tengo hambre y quiero saber que carajo vamos a comer.
—Pide lo que quieras.
—¡Yo quiero pizza! —grita la chiquilla.
—Entonces pide pizza.
Eso me hubieran dicho desde la primera vez que pregunté. Pongo los ojos en blanco y saco mi celular, presiono el número, pero antes entra una llamada de mi tormento. Me olvido de la pizza y le contesto.
—¿Estás por llegar? Pediré pizza.
—Mi querido Evan Taylor, me parece que Ada no va a llegar con usted. Pero en cuanto despierte le daré su recado, usted no se preocupe.
No, no puede ser. Es el jaguar y está con ella, la tiene en su poder. ¡Maldita sea!
—Quiero hablar con ella.
—No, eso no se va a poder. Le dije que no se metiera con lo que me pertenece.
Cuelga y lanzo el celular lo mas lejos que puedo.
—Evan, cálmate ¿Qué te pasa?
—El jaguar tiene a Ada.
—¿Ada? ¿Qué le pasó a mi amiga?
Me lleva la jodida, se suponía que debía cuidar de ella, estar detrás de sus pasos hasta el más mínimo detalle. ¿Cómo no sospeché de esto? Me ha dado un golpe muy bajo, pero no ha ganado la guerra. Esto aún no comienza.
—Llévate a Bethany de aquí —ordeno.
—Yo no voy a irme hasta saber qué está pasando con mi amiga.
Trato de respirar y calmarme, pero no logro.
—¡Llévatela de aquí!
Tengo que averiguar en donde encontrar a ese infeliz, de cualquier forma, alguien tiene que decirme en donde vive. Voy a ir por Ada, me cueste lo que me cueste. Aron me abraza y me susurra al oído: cálmate.
¿Cómo me pide que me calme? Lo trato, en serio que lo hago, pero no lo logro porque simplemente me hierve la sangre el pensar que le puede hacer algo, o que se la puede llevar lejos. Conozco a esa rata, sé de lo que es capaz y a eso es a lo que le tengo miedo. Aron hace lo que le ordeno y se lleva a Bethany de aquí, ella chilla que quiere quedarse, pero no lo voy a permitir. Sería un estorbo y no tengo tiempo de dar explicaciones. Camino por la sala esperando a que se me ocurra algo, pero suena mi celular nuevamente y me pongo a buscarlo como idiota porque lo aventé y no sé en donde quedó, ese el jaguar ahora en una videollamada.
—Dime en donde carajo la tienes.
Aprieto la mandíbula al verlo tan sonriente, sintiéndose vencedor.
—Tranquilo, Taylor. Ella está aquí, mírela.
Me estremezco cuando cambia la cámara y la enfoca a ella acostada en una cama, aparentemente parece estar dormida, pero pudo hacerle cualquier cosa. Se acerca mas y se acuesta a un lado de su cuerpo, no puedo soportar ver esto.
—Quería que se convenciera de que está conmigo, pero tranquilo que no le haré nada. No me conviene hacerlo.
Cuelga y doy un grito. Por supuesto que no le conviene s quera tocarle un pelo porque en el primer momento que tenga lo mato, juro que lo haré. No quería recurrir a esto, pero no tengo otra opción, suspiro antes de marcar el numero de mi papá. Tengo que decirle lo que está pasando porque solo él puede ayudarme, aunque me muera de coraje por no poder arreglar esta situación yo solo. Tendría que investigar y me llevaría tiempo, mismo que no quiero que Ada ase con ese animal.
—Hijo, ¿todo bien?
—No, papá. Nada está bien. Tienen a Ada y no sé por donde buscarla, necesito que me ayudes investigando la dirección del jaguar.
Suspira y se tarda en contestarme, seguramente está fumando y caminando por su despacho pensando en qué podemos hacer, pero necesito una respuesta ya. Me siento tan inservible por no poder hacer algo yo mismo.
—Esperemos.
Creo que he escuchado mal.
—¿Qué?
—Vamos a esperar a que la libere, no le hará nada malo.
No, este no es mi padre. ¿Esperar? Eso es solo darle tiempo para que de otro paso más que nosotros.
—Debe haber otra opción, papá…
—Es lo mejor, buscarla ahora será meterte en la boca del lobo y lo que menos quiero es que te arriesgues. Confía en mí, la liberará.
Perfecto, la única opción que tenía para poder tranquilizarme me dice que no me preocupe y lo deje pasar. Maldita sea, si tan solo supiera en donde vive ese infeliz iba yo mismo y mismo lo molería a golpes, donde se le ocurra tocar a mi niña no se la va a acabar, no tiene ni idea lo que puedo llegar a ser cuando me hacen enojar y se meten con lo mío, y ella es mía. Me siento en el sillón y recargo los codos sobre mis rodillas, me jalo el cabello y grito, pero no hay ninguna forma de que pueda calmarme. Me sorprende tanto que mi padre tomara esto tanto a la ligera, como si no estuviera en juego tanto. Aron regresa después y se pone frente a mí, sabe que me está llevando la mierda, pero aun así pregunta.
—¿Sabes algo de ella?
—Hablé con mi padre y sorpresivamente me dijo que esperemos.
—Bueno, si eso lo dijo él es porque es lo que debemos hacer.
Levanto la cara y lo miro con recelo.
—Parece que no entienden, está en manos de un delincuente.
—Tú también lo eres, Evan. Te estás enamorando de Ada ¿verdad?
Me levanto y le doy un empujón.
—Tenemos un maldito objetivo y si tú hubieras hecho lo que te tocaba y no andarte besando aquí todo el día esto no estaría pasando. No digas idioteces, tengo claro lo que tenemos qué hacer.
Suspira y baja la mirada, no voy a aceptar frente a él lo que estoy comenzando a sentir, aunque no tenga ni maldita idea de lo que es.
—Perdóname hermano, prometo que a partir de ahora voy a comprometerme en cuerpo y alma.
—Si no es demasiado tarde, quiero que no quites los ojos de encima de ese infeliz. Quiero que sigas sus pasos, que sepas lo que dice, lo que hace, absolutamente todo.
Agarro las llaves de la moto y mi celular y camino a la salida.
—¿A dónde vas?
—No voy a quedarme de brazos cruzados, iremos a la fortaleza. Coge las armas.
Salgo del departamento y siento los pasos de mi hermano muy cerca. Voy a ir a ese lugar y voy a matar a quien tenga que matar, pero van a decirme en donde se esconde esa rata. Me subo a la moto y espero a que Aron arranque el coche y nos vamos. Manejo a toda velocidad con todo el coraje y frustración presionando el acelerador, sintiendo como las venas de mi cuerpo se saltan y la sangre hierve como nunca, como si fuera un volcán a punto de hacer erupción. Llegar a la fortaleza sin fundamentos es, quizá, firmar tu sentencia de muerte. Pero no me interesa la muerte cuando tienen lo que quiero en sus manos.
Aron intenta llevar el ritmo de mi velocidad, pero no puede, se queda algunos autos atrás. Mi pequeño hermano, aún le falta muchísimo por aprender y es por eso que no estoy de acuerdo con que esté aquí. Solo espero que en serio no se enamore de Bethany o estará perdido al igual que yo. En algún momento todo se sabrá y nos tendremos que ir de aquí, olvidándonos saldando cuentas con los Claire y tratando de olvidar lo que nos hicieron. No quiero pensar en eso en este momento, pero ese pensamiento me acompaña desde el momento en que tuve sexo con Ada por primera vez.
Estaciono la motocicleta fuera de la fortaleza y espero a que Aron llegue, el celular suena y lo saco para contestar.
—Quiero que te largues en este momento de ahí.
Es mi padre. Aron fue de bocón.
—No me diste ninguna solución y la estoy buscando yo.
—Ya te dije cuál es la solución.
—Pues no estoy dispuesto a esperar.
Cuelgo y me bajo del vehículo, mientras me aproximo hacia la entrada aprieto mis puños y me siento mas decidido que nunca, no dudo ni un segundo en acercarme ahí y hacer un desastre si es necesario. Golpeo en la puerta con la bota y los dos hombres de seguridad se acercan con sus armas en alto.
—Quiero ver al jaguar, díganme en donde lo puedo encontrar.
—¿Quién eres? —me pregunta uno de ellos.
—Evan Taylor, él me conoce muy bien.
Se miran entre ellos y se dan la vuelta, se alejan mientras hacen una llamada y me miran desde lejos. Seguramente ya le están dando mi recado y eso me hace sentir tanta adrenalina como para buscar a cualquier persona y agarrarme a golpes hasta perder las manos. Solamente regresa uno de ellos, guarda su arma y abre la puerta.
—Váyase de aquí.
—¿No me entendiste? Estoy buscando al jaguar y no me voy a ir de aquí hasta saber dónde lo puedo encontrar.
—El que no entendió es usted, el señor no le interesa nada de usted. Así que váyase o le irá muy mal.
Maldita sea, golpeo la reja y empiezo a gritar, pero alguien me jala.
—No seas estúpido, vámonos Evan, por favor.
—El único estúpido eres tú que no entiende nada, ¡Maldita sea, nada!
Lo empujo y regreso a la moto, entiendo que el jaguar no va a venir ni tampoco atenderá a mi llamado, tiene un plan y lo va a llevar a cabo, y su maldito plan era hacerme saber que tiene a Ada en sus manos. Pero no me conoce, no tiene ni la mas maldita idea de lo que soy capaz de hacer por obtener lo que quiero.