Capítulo 10
Ada
La cabeza me está doliendo como el infierno, ya me tomé dos analgésicos, pero no han hecho efecto. Estoy muy confundida por el día de ayer, lo ultimo que recuerdo es que estábamos comiendo y después desperté en mi cama hoy en la mañana. He intentado que mi madre me de una explicación, pero me da la espalda o me inventa alguna excusa. Todo es tan raro, por este motivo me duele tanto la cabeza, porque trato y trato de recordar, pero no puedo. Me doy una ducha para refrescar mis ideas, no tengo ni ganas de ir al colegio, pero tengo cosas importantes qué hacer, no puedo faltar.
Cuando salgo me tomo asiento un momento y agarro mi celular, sonrío al ver la foto de Evan como fondo y lo deseo a mi lado. Le llamo y solo suena una vez, pero no habla.
—Lamento mucho no haber llegado anoche…
—¿En dónde diablos estás?
Grita y me toma por sorpresa.
—En mi casa, estoy por vestirme e ir al colegio.
—No te muevas de ahí, voy por ti ahora mismo.
Está enojado conmigo, tanto que no me da tiempo de decirle otra cosa. Cuelga y me quedo como tonta viendo hacia el suelo, tratando de entender qué fue lo que acaba de pasar. Ya me siento bastante mal como para sumarle una discusión con él, no quiero. Me visto muy rápido y ni tiempo me da de secar mi cabello cuando me manda un mensaje avisando que ya está afuera. Pero esto me pasa por tener un novio tan bipolar y enfadoso. Agarro mis cosas y bajo, mi mamá no se ve por ningún lado y William tampoco, a veces pienso que se esconden de mi para no tener que verme. Pongo los ojos en blanco al reconocer mis pensamientos que son tan absurdos, hemos pasado por algo tan doloroso y somos familia. A pesar de todo estaremos unidos siempre.
Saludo a los guardas inclinando la cabeza y deseándoles buen día. Dios, siento como si tuviera una maldita resaca y solo tomé agua mineral. Al verlo espero que me reciba con un abrazo y un beso, pero solo me ordena que me suba. ¿Qué demonios le pasa ahora? Yo debería ser la que cambia de humor a cada rato, parece que el papel de mujer malhumorada y hormonal lo tiene él. Me subo y me agarro de la parte de atrás, si está tan enfadado y no quiere hablarme entonces yo no quiero tocarlo.
—Agárrate de mí.
No se da cuenta que le enseño la lengua, me agarro de sus hombros y cambia mis manos a su pecho. Estando así supongo que cree que estoy segura y no me voy a caer, odio que me traten como una niña. No lo soy, estoy bastante grande como para saber lo que quiero y sobre todo cuidarme bien. Mientras maneja con una mano libre frota sus dedos en mi piel y esas pequeñas caricias hacen que los elefantes dormidos se despierten de golpe y empiecen a danzar tan temprano. Se desvía del camino hacia el colegio y en cambio toma la ruta directa hacia su departamento.
—Tengo que ir a la escuela, no puedo faltar.
Le digo lo suficientemente fuerte para que me escuche, pero no sé si no lo hace o me escucha, pero le vale. En serio no puedo faltar, no quiero sonar como una ñoña, pero hay trabajos que entregar y si no lo hago reprobaré. Por supuesto que él no va a entender eso porque simplemente no le importa la escuela, pero a mi sí. Somos tan diferentes, presiento que esto no va a funcionar, mucho menos si le dan ataques como este. No voy a soportar, lo sé, me conozco.
Evan es el tipo de chico que toda mujer quiere tener a su lado y juraba que no era mi caso, pero haber probado las mieles de su boca me hizo cambiar de opinión en un tiempo tan absurdo. Cuando llegamos a su departamento me bajo y entro sin esperarlo, sinceramente no sé por qué me trajo aquí si está tan enojado. Deberíamos alejarnos hasta que se le baje el coraje contra mí, esto va a terminar mal, lo sé.
Lo espero en la puerta y mete la llave, en cuanto abre entro y camino directo a la habitación, Aron está en el sofá y parece alegrarse de verme, pero yo no. Genial, Evan ha logrado contagiarme su maldito mal humor y yo sigo teniendo el cabello mojado. Me siento sobre la cama porque no tengo otra maldita cosa qué hacer este cuarto, entra y se sienta a mi lado.
—Ada…
—Esto no va a funcionar, Evan —interrumpo.
No quiero verlo, ya dije lo que pensaba y no me voy a retractar.
—Lo sé desde el principio.
Bueno, no me esperaba esa respuesta.
—Y si lo sabías ¿por qué dejaste que esto avanzara?
—Eso sí no lo sé, simplemente me dejé llevar.
Suspiro y me odio porque empiezo a tener culpa y arrepentimiento por lo que dije, no quería voltear, pero lo hago y quiero morir. Mira hacia el suelo ido y confundido.
—No puedes tratarme así cuando se te da la gana, no me gusta la forma en la que me hablas ni que me ordenes como si fuera una persona insignificante en tu vida.
Listo, dije otra vez lo que pienso. Pero él no se mueve ni me mira, sigue en la misma posición.
—Estaba preocupado por ti, no sabía en donde estabas y… casi me vuelvo loco. Cuando recibí tu llamada en lo único que pensé fue en traerte conmigo y ponerte a salvo. Eres mas importante para mí de lo que te puedes imaginar.
—¿Ponerme a salvo? ¿De qué? O mejor dicho ¿de quién? Desde que apareciste he tenido tanto conflicto contigo porque sé que tú sabes mucho mas de mí, pero no quieres hablar. Tú sabes quienes eran los hombres que nos perseguían al salir del cementerio.
Voltea lentamente hacia mí y parpadea lento. No había tenido oportunidad de verlo bien, pero esta mañana luce ojeroso y parece estar cansado.
—Pensé que te había pasado algo, quedaste de llegar después —susurra.
—Si tan solo me dejaras explicarte en vez de tratarme como a tu sirvienta.
Hay un espacio entre nosotros que nos divide, pero acaba con él y me agarra las mejillas. Oh, no. Aquí vamos otra vez.
—Perdóname, no quería hacerte sentir de ese modo, pero… si tan solo supieras lo que sentí cuando… —se queda callado y toma respiraciones profundas—. Si algo te llega a pasar no me lo perdonaría nunca.
—No va a pasarme nada, sé cuidarme sola. No llegué porque ocurrió algo muy raro, cuando estábamos comiendo me sentí muy mal y no me acuerdo de lo que pasó después. Hoy en la mañana desperté en mi habitación con dolor de cabeza y sed, pero no recuerdo haber bebido alcohol.
Cierra los ojos como si le hubiera dolido esto que acabo de decirle.
—No quiero saber nada más, a partir de ahora no vas a ir a ningún lugar si no es conmigo.
—¿Ahora vas a ser mi guardaespaldas?
—Si es necesario, sí.
Quiere besarme, pero muevo la cabeza y logra besarme solamente la comisura de mis labios, se queda recargado en mí y miro hacia otro lado.
—Solo quiero que seas mi novio, si empiezas a atosigarme….
—No termines con esto, mi amor.
—¿Cómo te explico que no quiero que terminemos? Solo quiero que seas sincero conmigo y que si algo te molesta me lo digas.
Me mira a los ojos y asiente, quisiera que se abriera completamente conmigo y confesara los secretos que hay sus ojos. Pero no lo hará, y en cierta forma no puedo seguir reprochándole porque todos tenemos derecho a guardar nuestros secretos, pero si estoy involucrada debo saberlo.
—Así será, te lo prometo.
Dejo que me bese y trato de olvidar este pequeño tropiezo que tuvimos. Él tiene el poder de hacerse sentir felicidad, desesperarme y desear estar junto a él todo al mismo tiempo. Me besa lentamente como no lo había hecho, disfrutando y escuchando su respiración lenta y profunda. Me dejo caer sobre la cama y me acomodo, él no abandona mi boca, al contrario, sigue besándome de la misma manera y siento su lengua recorrer mi boca. Los elefantes están dando de brincos y mi parte de adelante empieza a palpitar, pero no es eso lo que me importa, sino que me toca con delicadeza, como si le diera miedo que me fuera a romper. Mete la mano debajo de mi blusa y lleva lentamente su mano hasta uno de mis pechos, levanta el sujetador y empieza a tocar.
Me quito las botas ayudándome con mis propios pies y le levanto la camisa, deja de tocar mis pechos para levantar los brazos y me siento, toco su torso desnudo, paso las manos por su piel y toco alguno de sus tatuajes. Tiene unas alas debajo de la clavícula y en medio un beso, espero que no tenga que ver con esa mujer de la que me habló en la otra ocasión, ya tengo conflicto con saber que la tiene tatuada en el brazo, pero si llegan a ser sus labios soy capaz de borrarle ese tatuaje yo misma.
Por dios, Ada ¿puedes dejar de pensar en eso ahora? Lo tienes frente a ti, disfrútalo.
Beso su pecho y hace la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados. Me encanta este hombre, adoro su cabello negro y largo, me encantan y sus ojos y sus bellas pestañas rizadas, su piel morena y sus labios gruesos y antojables. ¡Me encanta! Mi consciencia me está gritando que hace unas semanas decía odiar lo que ahora adoro de él, pero la mando al carajo porque lo que pasó entre nosotros antes, ahora no importa.
—No imaginas cuanto te deseo, Ada. Día y noche estoy pensando en ti.
Se deshace de mi blusa y besa mis pechos, lo ayudo quitando el broche del sujetador y lo aviento lejos de la cama, dejo que recorra con su boca mi piel y se me escapa un gemido. Él tampoco imagina lo que me está haciendo sentir, pienso que poco a poco nos estamos alejando de que esto solo sea sexual, yo nunca lo vi de esa forma. Tuvimos sexo y después de eso no pude sacarlo de mi mente, se metió dentro de mi piel y lo que ocurrió hace un rato me hizo sentir que de verdad le importo y que le interesa nuestra relación. No quiere que terminemos y yo tampoco, deseo conservarlo a mi lado por mucho tiempo, quiero seguir sintiendo su calor, su olor entrando por mis fosas nasales y mirar sus ojos como se achican cuando sonríe.
Me tiene vuelta loca, se deshace se mi pantalón y me besa la parte interna de los muslos, justo ahí donde más calor me provoca. No encuentro algún modo de no demostrarle que su boca que me vuelve tan loca, podría vivir y morir en este momento si fuera necesario. Baja mis bragas y las quita, luego las pone sobre sus hombros y las acaricia lentamente, no alcanzo a ver muy bien lo que hace, pero mueve sus manos y después empuja la pelvis. Doy un salto y me agarro de la sabana, aprieto fuertemente y abro los ojos, levanto un poco la nuca para verlo hacer muecas de excitado, me fascina tanto
***
No sé cuanto tiempo llevo exactamente viéndolo dormir, después de follar se quedó completamente dormido y creo que no hay poder humano que lo haga despertar. Pero me encanta verlo así, sonrío porque parece que no rompe ni un plato, podría jurar que es un ser incapaz de sacar de sus casillas a alguien, en especial a mí. Suspiro y acomodo un poco su cabello que cae en su frente y le doy un beso ahí mismo. Su celular está en la mesa de noche y comienza a vibrar, quizá pueda ser algo importante o estoy inventando este pretexto para contestar. No lo sé, pero agarro el teléfono y contesto, es un número desconocido.
—Tengo unas ansias locas de volver a verte ¿sabes cuando vendrás?
¿Alguna vez han sentido que la sangre empieza a hervir como una olla en la lumbre y ésta sube y baja? Yo sí, en este momento.
Te mato, Evan. Juro que te mato.
—¿Quién habla? —pregunto.
—Disculpa, ¿no es el teléfono de Evan?
Trago y trato de no verlo, porque si lo hago voy a despertarlo de una bofetada.
—Este es su celular y yo soy su novia ¿puedes darme tu nombre? Con gusto le daré tu recado, si es que hay uno.
Guarda silencio y cuelga, si esto hubiera sido una batalla la habría ganado ya. Pero no lo fue, solo fue la llamada de una mujer que ha tenido que ver con el que se supone que es mi novio y ahora duerme a mi lado ajeno a todo esto. Decido regresar la llamada, pero ya no contesta y no creo que sea buena señal, no quiero pensar que está jugando conmigo porque no sé que haría si eso pasara.
Evan me hace sentir feliz en un momento y después confundirme o hacerme enfadar y sinceramente no sé por qué tengo que aguantar esto. Me pongo su camisa y salgo de la habitación, verlo dormir solo me provoca la ternura que no quiero tenerle por ahora. Saco un empaque de leche y le tomo de la boquilla, no me importa lo poco higiénico que es, me siento en el taburete de la barra y pienso en qué hacer. Escucho el sonar de unas llaves y Bethany llega con su mochila sobre su hombro, suspira y me da un abrazo.
—¿Cómo estás? Estaba preocupada.
—Evan me tiene loca.
Le cuento lo que ocurrió ayer y hoy por la mañana, frunce los labios y asiente mientras me escucha quejarme de mi novio.
—Entiendo, después de lo de ayer…
Deja la oración a medio terminar y me enseña los dientes.
—¿Qué pasó ayer?
—Bueno —se rasca la nuca—, como no llegaste ayer se puso como loco, pensó que te había pasado algo y salió a la calle a buscarte. Aron me contó que ni siquiera durmió esperando noticias tuyas.
La verdad me llega como un golpe en el estómago, ahora entiendo por qué se veía tan cansado. Solo se preocupó por mí y yo casi termino con él, lo juzgué de insensible y la insensible fui yo. No me hubiera imaginado que se preocupara tanto por no haber llegado anoche.
—No lo puedo creer, fui una tonta al haberlo tratado así.
—Es normal porque no lo sabías, no te preocupes por eso, lo importante es que ya te diste cuenta de que eres importante para él.
—Ahora hay algo mas que me aqueja, hace un rato sonó su celular y contesté. Era una mujer diciéndole que esperaba con ansias volver a verlo.
Abre la boca y se recarga en la barra para escuchar mejor y no perderse de ningún detalle.
—No puede ser ¿y que le dijiste?
—Que soy su novia.
—Eso, esa es mi amiga —levanta la mano y chocamos las palmas—. ¿Crees que tenga otra novia en Brasil?
—No lo sé y la verdad no quiero pensar más o me estallará la cabeza, no quiero engancharme con él porque sé que nuestro futuro es incierto. Él nunca va a poder darme lo que yo quiero.
—¿Y qué es lo que quieres?
Levanto la mirada para verlo, no sé cuanto escuchó de esta conversación, pero espero que lo suficiente.
—Creo que iré por ahí a ver que encuentro, regreso al rato.
Bethany me manda un beso y despide de Evan de lejos, corre a la puerta de salida y nos quedamos solos otra vez. Él camina a mí y me da un beso en la mejilla, rodea mi cintura y huele mi cuello.
—Te escucho, cuéntame qué es lo que quieres.
Puedo ser sincera y dejárselo al destino o quedarme callada y seguir aguantando todo este silencio que lastima mi garganta.
No, elijo la primera opción.
—Quiero algo seguro y contigo no lo voy a tener.
—¿Por qué dices eso?
—Te llamó una mujer y quiere con ansias locas volver a verte. A eso me refiero, no te conozco y la mayoría del tiempo siento que estás ocultándome algo.
Me doy la vuelta para verlo y pone los ojos en blanco y levanta los brazos, se agarra la cabeza y suspira.
—Ya, Ada. Hasta aquí llegué, te pedí que fueras paciente conmigo, pero yo no puedo serlo. Ya te conté de mí, ya hablé contigo lo que no hago con nadie más y sigues desconfiando. ¿Qué demonios quieres saber? Eres la única en mi puta vida, tú sacas lo mejor y peor de mí… y me gusta. Pero esto se va a convertir en una relación inestable y eso sí que no lo quiero.
Me quedo boquiabierta y me acomodo el cabello, ese es un tic nervioso que tengo. No pensé que reaccionaría así.
—¿Estás terminando conmigo? —pregunto en un hilo de voz.
Guarda silencio y gruñe. Tiene razón en decir que nuestra relación será inestable, ya lo es. Casi terminamos dos veces en un solo día.
—No sé que es lo que quiero si tú no estás segura.
—Yo estoy segura, es solo que todo esto me ha llegado a mí como un tornado de emociones, no sé que me pasa. En tiempos siento que podría pasar contigo el resto de mis días, pero después me haces enfadar y quiero ahorcarte… no sé si me entiendas.
—Te entiendo porque a mí me pasa exactamente lo mismo.
No puedo creer que estamos teniendo esta discusión después de haber follado como lo hicimos, no tenía idea que había estado tan angustiado por mí y debería reconfortarlo y besarlo hasta cansarme, creo, no, estoy segura que si hubiera sido Jackson no se hubiera preocupado tanto. Evan me hace sentir bien, pero hay algo que me impide confiar en él ciegamente y no sé qué es.
—¿A quien estás persiguiendo? Es la última pregunta que te haré.
—Hace un tiempo le presté dinero a alguien, pero cuando le cobré huyó como rata. Es alguien de tercero, no creo que lo conozcas.
Era eso lo que quería saber, lo que tenía dando vueltas en mi cabeza y me hacía pensar mal de él. No sé por qué cuando discutimos termino sintiéndome absurda y con ganas de disculparme, doy un paso y lo abrazo, pero ahora está frio conmigo. Lo hice enfadar.
—No sé qué decirte, me siento estúpida.
—Ven conmigo a Brasil.
Abro los ojos completamente y me quedo sin habla ¿qué está tratando de decir? Pensé que estaba tan enfadado conmigo que me aplicaría la ley del hielo, no que me pediría esto.
—¿Cómo?
—Quiero que conozcas a mi familia, necesito que veas el lugar en donde vivo, los lugares que visito y con quien me relaciono para que confíes en mí.
En verdad me siento tan estúpida, no creo que tengamos que llegar a tanto. Aunque sí me encantaría conocer a su familia, dudo que mi madre me deje viajar con él, mucho menos ahora que anda con tan mal humor.
—Evan… no lo sé.
—Piénsalo, mi familia organizó una fiesta para este sábado. Pero luego lo hablamos.
Lo vuelvo a abrazar y me toma de la cintura. Tendré que pensar en algún pretexto para decirle a mamá, si es que me animo a ir.