King Of My Heart (serie Bad Reputation)

Capitulo 11

Capítulo 11
Ada

No puedo pedir una mejor amiga porque ya la tengo, Bethany es todo para mí. Me escucha, me cuida y salva el trasero cuando es necesario, como ayer cuando hizo y entregó el trabajo de Historia por mí, gracias a ella no reprobé. Aunque no bajaré mi promedio, no importa. Adoro a mi mejor amiga. Estoy feliz porque pronto iniciarán las vacaciones que tanta falta me hacen, pienso pasar mucho tiempo con Evan para poder conocernos mejor y dejar de discutir por tonterías. 
Mientras caminamos al salón de Matemáticas Bethany habla y habla de Aron, no ha dejado de hacerlo desde que nos vimos esta mañana.
—Por cierto, necesito tu ayuda para encontrar mi disfraz para la fiesta del sábado.
—¿Qué fiesta? 
Se detiene en su casillero y lo abre.
—¿Evan no te invitó? 
Ah, esa fiesta. Me encojo de hombros y asiento.
—¿No me digas que piensas ir? Tu mamá ni loca te daría permiso.
Saca sus libros y cuadernos y lo cierra, luego cruzamos el pasillo para llegar al mío.
—Pues ya me dejó, le dije que la fiesta era en tu casa.
—Vas a meterme en problemas, además, yo no pienso ir.
Busco mi cuaderno de notas y el de ejercicios, siempre he sido muy ordenada, sobre todo en la escuela. Y no me siento una nerd, soy una persona inteligente que sabe hacer las cosas bien.
—¿Ni siquiera porque es el cumpleaños de Evan? 
Cierro la puerta y giro la llave. ¿Cumpleaños de Evan?
—No es su cumpleaños, me lo habría dicho.
—Pues no sé por qué no te lo dijo, pero Aron me lo contó y estoy dispuesta a ir. Es de disfraces en pareja, estaba pensando en que él sea Christian Grey y yo su Anastasia, pero tendría que hacerme flequillo.
Me rasco el cuero cabelludo y humedezco mis labios.
—Hablaré con Evan, en cuanto sepa donde carajo está.
Veo a Dora, la secretaria de Pili. Está buscando a alguien y cuando me ve levanta la mano. Se acerca muy a prisa y me saluda con un beso en la mejilla.
—Ada, qué bueno que te veo. La directora quiere verte en su oficina, es con carácter de urgente.
Arrugo la frente y veo a Bethany que también lleva la misma impresión que yo. 
—¿Para qué? 
—Es ella la que tiene que decírtelo, bueno, date prisa.
Me da una palmada en el hombro y se va. Hago una mueca porque me da flojera tener que ir hasta la dirección, no quiero llegar tarde a clase.
—Date prisa, te veo en clase.
Asiento y veo como Bethany se va. Abrazo mis útiles y me dirijo a la maldita oficina de Pili, en el camino me encuentro con Jackson y trato de evitarlo, ni siquiera quiero verlo a la cara. Tiene los rastros muy bien marcados de lo que pasó el fin de semana con Evan y estoy apenada con él. Me hago a un lado, pero él me impide el paso.
—Princesa ¿podemos hablar? 
Levanto la vista y me dan ganas de llorar al verlo así, su ojo derecho está muy hinchado y morado, pobre de él.
—Tengo que ir a la oficina de la directora.
—No voy a quitarte mucho tiempo. El sábado todos vieron cuando te fuiste con ese idiota y me dejaste ahí.
Sabía que no íbamos a tener una conversación normal, esto se iba a convertir en un manojo de reclamos. Y aquí voy yo.
—Esos mismos que me vieron irme con él fueron los que te vieron besarte con otra mujer, Jackson.
Me agarra de las manos y me besa los nudillos.
—Olvidemos el pasado, te extraño demasiado y he pensado en que pedirnos un tiempo fue una estupidez. Regresa conmigo, te lo suplico.
Lo suelto y me muerdo la uña del dedo pulgar.
—Nada volvería a ser igual entre nosotros.
Entonces hace lo que menos esperaba y me pone en aprietos; se pone de rodillas y junta las palmas de las manos.
—Te lo pido de rodillas, eres mi amor, mi princesa. No podré vivir sin ti.
Lo agarro de los codos y le ayudo a que se levante, todos nos voltean a ver y me hacen sentir muy incómoda.
—No hagas esto.
—Es que sin ti no vivo ¿te cuesta tanto trabajo entender?
Me agarra de los hombros y me zarandea, actúa como si estuviera desesperado por tenerme, incluso trata de besarme, pero retrocedo y le doy una bofetada.
—¿Qué diablos te pasa?
Le doy un empujón y sigo mi camino, nunca debí detenerme solo para esto. Jackson se ha vuelto loco, susurra algo que ya no logro escuchar y lo mando al carajo. Me molesta que me culpe y me reproche como si él no hubiera cometido errores, los dos lo hicimos y no estar juntos es la consecuencia. 
Llego lo más rápido que puedo a la oficina de Pili, abro un poquito la puerta y asomo la cabeza.
—¿Puedo pasar?
—Ada, entra. Es urgente.
Me paso y tomo asiento, meto las manos en medio de los muslos y suspiro. Ya mencionaron dos veces la palabra urgente y estoy comenzando a asustarme.
—¿Qué está pasando? Me encontré a Dora en el camino.
Hay muchos papeles en el escritorio, quita una pila y me entrega una hoja.
—No sé qué está pasando en tu casa, entiendo lo de tu padre, pero no han depositado la colegiatura. He intentado comunicarme con tu madre, pero ha sido imposible.
Estoy escuchándola y al mismo tiempo leo la carta compromiso que me acaba de dar en donde dice que tengo hasta una fecha límite para pagar. Nunca había ocurrido esto.
—Debe haber un error, o seguramente se le olvidó a mi mamá con todo lo que pasó. Hablaré con ella hoy mismo.
Dejo la hoja sobre el escritorio y sonrío, como dije, esto debe ser un descuido de mi mamá.
—No esperaba más de ti, espero tu deposito.
Asiento y lo primero que hago al salir de la oficina es llamarle a mi madre, espero sentada en una butaca hasta que contesta.
—Hija, ¿ya estás con Stephan?
—¿Qué? No, estoy en el colegio y me acaban de decir que no depositaste la colegiatura. ¿Qué está pasando?
La línea se queda en silencio y bajo la mano para ver si la llamada continua. Mamá sigue ahí, pero parece que los ratones se comieron su lengua.
—No había querido decirte esto para no preocuparte, y menos por teléfono. Pero estamos teniendo problemas económicos y seguiremos así hasta que se lea el dichoso testamento. Por eso tienes que salir más con Stephan. En un rato pasará por ti porque te tiene una sorpresa, después te llamo para que me cuentes como te fue.
Después de colgar me quedo unos segundos muy largos viendo hacia el piso. ¿Problemas económicos? ¿Tener que salir con Stephan? No, eso sí que no. Es un hombre mayor para mí, no puedo salir con él solo porque mi madre ya no tiene dinero. Y no pienso sacrificarme, sé lo que conlleva el tener que hacer lo que ella me está pidiendo. Estoy dispuesta a hacer lo que sea menos salir con Stephan, podría ser mi papá. Qué bueno que no lo es. Guardo el celular y me levanto de la banca.
—¿Señorita Claire?
Atiendo al chico que me habla, tiene el cabello largo y ojos verdes como los míos y nunca en mi vida lo había visto. Obviamente no es alumno de aquí, aparenta tener una edad mayor.
—Sí, soy yo.
—Acompáñeme afuera, somos gente del señor Russo.
 No tiene mala pinta, pero tampoco me inspira confianza. Me doy unos segundos para pensar, afuera hay una camioneta que no sé a dónde me va a llevar pero que, según mi madre, esto nos ayudará económicamente y si decido no ir entonces deberé atenerme a las consecuencias y abandonar este colegio. No puedo entender cómo es que teniendo tanto patrimonio estemos pasando por esto.
—Está bien, pero con la única condición de que no me traigan de regreso tan tarde. Tengo clases. 
—No se preocupe, todo dependerá de usted. 
Pone su mano en mi espalda y me impulsa a caminar, vamos a la salida y ahí afuera otros dos hombres nos esperan. Hacen que me suba a una camioneta muy grande y negra, por dentro los asientos de cuero negro y está muy limpia y mucho más amplia por dentro. 
—¿Cuál es tu nombre? —le pregunto al chico que fue personalmente por mí.
—Rex.
—De acuerdo, Rex ¿puedes decirme ahora a dónde vamos?
—Espere un momento, ya lo verá.
Bufo y saco mi celular, sorpresivamente tengo la bandeja de entrada llena de mensajes de Evan preguntándome en donde estoy, que quiere verme y que no se me ocurra ir a ningún lado sin él. Pero a medida que pasa el tiempo empieza a alterarse en sus mensajes.
Ada: Tuve que salir del colegio, nos vemos luego ¿sí?
 No se tarda ni un minuto en contestarme.
Evan: Te dije que no fueras a ningún lado sin mí ¿por qué te empeñas en hacerme enojar?
Ada: No te vi en toda la mañana y te estuve buscando ¿en dónde te metes? Te enojas porque quieres, ya te dije que me sé cuidar sola.
Muevo los dedos sobre la pantalla de mi teléfono esperando a que conteste, pero otra vez ya se enojó. Hugh, me estresa demasiado. Miro por la ventana, llegamos a un centro comercial y el chofer se mete al estacionamiento, en lo que busca un lugar donde estacionarse, Rex recibe una llamada. Imagino que es Stephan porque no lo veo por ningún lado, a menos que se una a nosotros después. Cuando nos bajamos más hombres caminan detrás de nosotros, como si fueran nuestros guardaespaldas. Eso sirve para que la gente se abra paso y bajen la mirada al pasar, nos respetan y levanto la mandíbula. No es como que ya quiera esto toda mi vida, pero por sentirme mucho un ratito no pasará nada, a pesar de todo esto sigo pensando a donde carajo vamos. No encuentro lógica a esto, dijeron que era una sorpresa para mí, pero ¿qué sorpresa pueden darme en un centro comercial.
Subimos las escaleras eléctricas y al llegar arriba nos espera una tienda de ropa, mi favorita. Y Rex me lleva directamente hacia la entrada, estoy pensando algo y no sé si hago bien en hacerlo. Nos detenemos en frente de la muchacha encargada y levanta las cejas al vernos se pone pálida y rodea el mostrador.
—Es ella, ya sabes lo que tienes qué hacer.
—Por supuesto que sí, acompáñeme señorita.
Me agarra del brazo y me lleva más adentro de la tienda, volteo hacia Rex y me pide que me calme. No estoy asustada, me siento un poco abrumada. Hay gente aquí que es ignorada por los vendedores para atenderme a mí, además, me llevan hacia un área en donde hay sillones color azul cielo y una mesita en el centro. 
—Tome asiento —agarra una pila de revistas y las pone en la mesita—. Estos son nuestros catálogos, cualquier prenda que necesite solo díganos.
Asiento y otra chica más me ofrece un café o una copa. Había venido antes a esta tienda, pero no tenía ni idea que existía esta área para gente importante. Aprovechando la amabilidad de las personas el día de hoy para conmigo pido una malteada de fresa y papas fritas, y mientras espero mi comida veo los catálogos de ropa. No sé cuánto tengo permitido comprar, pero para comenzar pido que me muestren un vestido color vino, otro más del mismo color, pero con muchos corazones y el ultimo y que más me encantó: negro con flores rosas.
Le digo a la señorita lo que quiero y me llevan a un vestidor muchísimo más amplio que uno normal y hay un espejo muy bonito frente a mí y tiene el largo de la pared.
—Si necesita algo más solo hágamelo saber.
Me deja las prendas y cierra la puerta. Así como me están tratando creí que estarían aquí mientras me pruebo los vestidos, me quito la ropa y me quedo en ropa interior viéndome en el espejo. Siento mi cuerpo tan cambiado, y ahora que me veo compruebo que está pasando, estoy cambiando tanto por dentro como por fuera. Se me han ensanchado un poco las caderas, ya había tenido sexo con Jackson antes, pero no lo hacía con tanta frecuencia como lo hago con Evan. Siento tanta intensidad al verlo que no puedo resistirme cuando me arranca la ropa y empieza a besar mi piel hasta convertirla en su casa. Incluso estando en este lugar sola, lo deseo.
Deseo tanto que esté aquí que empiezo a tocarme, primero el vientre y luego lentamente elevo mis manos hacia mis pechos, todo esto mientras imagino que es él quien me está acariciando, que son sus manos fuertes y grandes las que me tocan. Cierro los ojos y me dejo llevar por esta maravillosa sensación, estoy segura que nunca me cansaría de sentirlo dentro de mí, ni de ver su rostro al despertar y su cabello despeinado. Es tan fuerte lo que siento que me da mucho miedo, miedo a caer, a entregar todo y no recibir lo mismo, pero mucho mas miedo a que nos entreguemos el uno al otro y no saber qué hacer cuando estemos separados. 
Siento que está aquí conmigo y besa mi cuello, pasa su lengua por mi piel y la moja, que muerde mi oreja y nos olvidamos de que estábamos enojados. Empiezo a sudar y jadear, al abrir los ojos me quedo quieta al verlo por el espejo detrás de mí.
—¿Qué haces aquí?
Trago de producir saliva en mi boca, pero está demasiado seca. Está aquí ¿Cómo entró? ¿en qué momento? No me di cuenta, estaba tan ocupada pensando en él que no escuché que había llegado. 
—Quise ver con mis propios ojos la forma en la que me desafías.
—No intento desafiarte.
Nos miramos a través del espejo y detrás de mí tengo la prueba de que en este momento me está deseando igual que yo a él. Vuelve a besar el lóbulo de mi oreja y no deja de mirarme, deja sus manos quietas sobre mi abdomen y recarga la mandíbula en mi hombro.
—No es lo que parece.
—¿Cómo supiste en donde estaba?
—Intuición, las mujeres siempre vienen a este tipo de lugares.
Me vuelve loca cuando me habla al oído de esta forma, me pone caliente al grado de querer explotar y expandirme en mil pedazos para volver a renacer en su piel. Me empuja hacia el espejo y con su mano en mi abdomen hace presión para inclinarme, pongo mis manos sobre el cristal y bajo la mirada. Me siento como si fuera Anastasia en una de tantas ocasiones que desobedeció a Grey y tenía que castigarla. Baja mis braguitas rápido y me da un beso en el trasero, cierro los ojos y espero a que haga algo, recorre con su boca toda mi espina dorsal y abro la boca para jalar un poco de aire, estar con él siempre me roba el aliento. Intuición o no, no me importa. Está aquí y como llegó hasta mí no interesa, solo quiero sentirlo dentro de mí, a estas alturas he llegado a desconocerme a mí misma. A veces siento que me estoy comportando de una forma que jamás imaginé, es como si me convirtiera en otra persona cuando estoy con él.
Me encanta y quiero que esto dure muchísimo tiempo.
Siento como me penetra y abro los ojos para verme al espejo, he comenzado a sudar de más y lo que quisiera es verlo. Me encantan las muecas que hace cuando estamos follando, todo él me encanta. 



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En el texto hay: mafia, celos, romance

Editado: 04.05.2020

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