Kingdom of Dragonye. Novela Ligera.

6

Capítulo 6: Recuerdos pasados.

Durante una corta caminata dentro del pantanoso lugar, Bruno y Yade lograron llegar a un espacio muy extenso. Ese extenso espacio, dentro del corazón del pantanoso lugar, estaba a la intemperie; los árboles estaban demasiado lejos para ser un obstáculo, había pocas plantas, y el suelo estaba pulcro, con poca hierva nacida. Era un gran claro dentro del pantanoso lugar, perfecto para entrenar.

—Estas montañas siempre tienen alguna sorpresa que dar—dijo Bruno, sorprendido—. Me sorprende como se adapta a cualquier vida natural.

—Estas tierras montañosas están malditas—añadió Yade, sonriendo—, y gracias a la maldición, se puede crear cualquier tipo de vida natural.

—Que poder tan impresionante.

—Puede que sea un poder impresionante, pero es una maldición, en cualquier momento puede sucumbir en sus energías negativas, es por esa razón que nadie vive en las Montañas de Hargani, muchos dicen que es un suicidio hacerlo. Pero como yo ya estoy maldita, puedo adaptarme muy bien—y luego se rio. Bruno arqueó una ceja.

—Un cambio de energías, ¿verdad?

—Así es—afirmó—. Las Maldiciones de los Demonios son un rotundo cambio de energías dentro del mismo Foco de Poder. El primer cambio puede ser beneficiario, pero el segundo puede traer muchas desdichas. Por eso muchos elegidos de estás maldiciones han sabido adaptarse a los cambios constantes con la ayuda del Control, una poderosa habilidad que puede controlar cualquier cambio de todos los poderes de Dragonye.

—¡Increíble, Yade! Sabes mucho de los poderes de Dragonye.

—No es gran cosa, querido; tu también puedes hacerlo, ya que tienes la Bendición del Gran Héroe Yato.

—Entiendo.

En ese momento, a Bruno le llegó un pensamiento de lo que le había sucedido hace años atrás en las tierras donde se encuentra. Yade se acató del repentino cambio del temple de Bruno; ahora estaba triste por recuerdos del pasado. Yade se acercó a Bruno, que había agazapado su mirada, le colocó su suave mano en el hombro de este y luego le dijo:

—Yo estaba ahí, mi querido Bruno, pero me siento mal por haber llegado tarde.

—¿Tu eras esa anciana? —le preguntó, sorprendido.

—Si—afirmó, arrimando con su mano la mirada de Bruno hacía su rostro—. Por el cambio repentino de la maldición de las montañas, mi personalidad fue afectada, así como afectó el clima y las otras vidas naturales. Yo me siento muy culpable, tenía como ayudarlos a ustedes dos en ese momento, pero mi orgullo me atacó.

—No te preocupes, Yade. No tienes porque sentirte culpable. El único culpable de que sucediera ese desdichado hecho soy yo; yo no tuve que venir a este lugar en primer lugar, pero dejé que ese maldito personaje nos engañara…

FLASH BACK:

—Oigan, niños. ¿Quieren ganarse un Pase para dos personas para el Parque del Dragón Azul que se está celebrando en su pueblo? —les dijo un hombre religioso, con aspecto amable.

En esos días, faltando muy pocos meses para que sucediera la Masacre de Hoanim, los padres de Bruno y su hermana, llamada Ana, habían visitado una menuda aldea, asentada cerca de las Montañas de Hargani; los aldeanos de ese lugar eran muy religiosos, poseían varias iglesias, que cada año realizaban un ritual sagrado con frutas exóticas a los Dioses de la Naturaleza. Siguiendo la costumbre, los aldeanos se internan en las Montañas de Hargani para lograr conseguir algunas frutas raras para el Ritual Principal, pero muchos ya estaban consiente de la Maldición que poseía, así que mandaban a los turistas, que no estaban al tanto de la maldición; algunos corrían con suerte y regresaban ilesos, pero algunos no corrían con esa misma suerte y morían por lo que había ahí.

—¿No es bastante sospechoso, hermano? —Ana le susurró en el oído, pero Bruno la ignoró; sabía que esos Pases eran difíciles de encontrar.

—Acepto—no dudó—. ¿Qué hay que hacer?

—Es algo fácil—dijo el hombre, con una sonrisa—. Solo tienen que traerme varias frutas de un árbol que hay dentro de aquellas montañas que están allá—le señaló las montañas. No estaban tan alejadas de la aldea—. Aquí está un mapa para que no se pierdan.

—¿Y porque no va usted mismo? —le preguntó Ana, sospechando del hombre—. Para usted, se le hace más fácil que a nosotros que somos simples niños.

« ¡Esta maldita niña! Es inteligente. Tengo que inventarme algo para convencerlos.» se pensó el hombre.

—Yo soy un cuidador de animales abandonados—inventó, mostrando una fingida tristeza en su temple; sonrió al ver que la niña amaba a los animales por el peluche que llevaba abrazado en sus dos brazos—. Cada día me encargo de rescatar a los animales que abandonan las personas sin corazones. Cómo pueden existir seres tan atroces que abandonan a estos angelitos.

—¿Enserio? No estaba al tanto—dijo Ana, cayendo redondita en la trampa; el hombre sonrió malévolo al ver que la niña también había caído en su trampa.

—Si, niñita hermosa. Algunos de estos animalitos tienen enfermedades imposibles de curar, pero gracias a los dioses yo he encontrado un remedio para curarlos, pero me falta el ingrediente principal, y son esas frutas. Yo no puedo ir a buscarlas por mi mismo porque tengo que atender a los animalitos que están enfermos. Me duele en el alma que nadie me quiera ayudar.



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En el texto hay: demonios, novela ligera, aventura fantasia

Editado: 06.10.2025

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