Capítulo 7: El despertar del nuevo poder.
—Todavía recuerdo ese hecho como si fuera sucedido ayer—dijo Bruno, conteniendo una rabia antaña—. El malparido se escondió muy bien, nunca dimos con su paradero. Después de ese suceso, pasé varios días sumido en una tristeza mutua. Y para el colmo, pensando que no pudiera suceder otra tragedia más, en esos días sucedió la Masacre de Hoanim. Detallándolo con más precisión, no he tenido una buena infancia que me catalogue ser una persona de bien.
—No estaba al tanto de todo, mi querido Bruno—dijo Yade, sintiendo culpa en ese momento—. En ese momento te di la espalda y me retiré como no me importara nada. Pero entiéndeme. Nunca le tuve un gran aprecio a los habitantes que moran en esa aldea. Todos los días subían aquí, y con tal de cumplir con sus caprichos, arrasaban con cualquier vida natural con tal de conseguir sus malditas frutas mágicas. Yo trataba de ayudar a la naturaleza de estas montañas, pero cada vez venían más preparados; desde mi interior no tenía las intenciones de hacerle daño a ninguno de ellos, porque tenía el poder para eliminarlos a todos, pero quise respetar mi promesa y dejé que hicieran lo que sea con mi hogar. ¡Cómo odio a esas personas!
—¿Así que tú eras una guardiana?
—Exactamente lo era. —Se alejó un poco y tendió su mirada al gran cielo despejado. —Querido Bruno, estos días he sentido unas extrañas energías ajuntarse en esa aldea. Tengo sospechas de que ese malévolo hombre tiene algo que ver.
—¿Enserio? —exclamó Bruno, despertando sus ánimos en un tris—. ¿Cómo lo sabes?
—Poseo una gran percepción, querido—afirmó, con una sonrisa—. Puedo oler cualquier energía extraña a miles de kilómetros de distancia.
—¡Eres increíble! —loó Bruno.
—Gracias por el loamiento, querido. No obstante, no tenemos tiempo que perder—añadió—. Tengo un mal presentimiento de que mi hogar está en graves problemas. Comencemos con tu primer entrenamiento.
—Estoy listo para cualquier cosa, Yade—dijo, animado.
—Bien—aceptó—. Lo primero que tendrás que dominar para despertar el poder que te otorgó el Gran Héroe Yato es el Control. Pero para eso tendrás que dominar la Concentración Espiritual. Ven—ordenó, moviendo una de sus manos al aire.
Bruno acató sin percance y siguió a Yade; ella lo condujo hasta el corazón del lugar.
—Siéntate aquí, querido—señaló—, y trata de concentrarte todo lo que puedas. Haz que tú energías naturales se conecten con las energías astrales de tu nuevo poder. Se que lo lograrás al primer intento.
—Esta bien—acató.
Bruno se sentó en dónde le habían señalado, cruzó sus piernas y colocó los dorsos de sus manos sobre las rodillas, la típica posición de los meditabundas, luego cerró los ojos y trato de olvidarse de todo.
Después de estar un buen rato, luchando con su subconsciente dominado por pensamientos negativos y recuerdos desdichados, por fin pudo deshacerse de ellos. Abriendo más su concentración, pudo sentir las energías naturales que recorrían por todas su venas; eran bastantes. En ese preciso momento, también sintió una menuda llama de color rojo, anclado en uno de sus Focos de Poder. En ese momento no tuvo que forzar nada de su cuerpo, la menuda llama roja sirvió como imán y comenzó a succionar todas las energías naturales de su cuerpo, volviéndose rápidamente parte de ellas; ahora la menuda llama era una gran llama roja brillante que rebosaba descomunalmente por su foco, también las energías naturales de su cuerpo se vieron afectado y tornaron del mismo color de la llama roja.
¡Lo había logrado!
Cuando Bruno abrió los ojos, sintió como un aura poderosa recorría todo su cuerpo.
—Lo lograste a la primera, querido—dijo Yade, muy contenta por el logro—. Has despertado el Todopoderoso Poder Astral del Ojo del Infinito: El Control del Todo.
Bruno se puso de pie y comenzó a verse sus manos, diciendo:
—Me siento diferente. Siento como puedo acabar con cualquier ser maligno. Pero eso no es lo único: también siento que puedo controlar cualquier cosa. Mi vista… —Se tocó el ojo derecho, donde había sufrido una herida anteriormente, y notó algo extraño en él. Luego exclamó al darse cuenta: —¿Qué le pasó a mi ojo?
—Tu ojo normal ha cambiado a la forma del Ojo del Infinito—respondió Yade, colocándose al lado de él—. Ahora, cuando despiertes tu poder secundario, tu ojo cambiará, pero cuando esté dormido, lucirá como antes.
—Entiendo—dijo Bruno, sin preocuparse. No había sentido para hacerlo. Ahora era todo un guerrero astral.
El Ojo del Infinito de Bruno se concentraba más en su cristalino, que había tornado a una forma de un agujero negro del vasto espacio, bañado totalmente de un color rojo intenso que ardía como fuego; la forma astral había ocupado casi todo el iris del ojo.
—Pero todavía no te emociones, querido—interrumpió Yade—. Todavía tienes que dominar el Control, que va hacer el último paso para que podamos pasar a la segunda fase de tu entrenamiento.
—Entiendo—afirmó Bruno—. ¿Qué tengo que hacer ahora? —preguntó, con una repentina seriedad en su aspecto y una frialdad en su voz que despertó junto con su nuevo poder.
« ¡¡¡Uy!!! Si fuera sabido que toda esa rabia que se ha convertido en energías negativas y que has contenido durante años se iban a adherir también con tus energías naturales, ¡no te fuera ayudado a despertar ese poder tan impuro! Me encanta tu personalidad graciosa. ¡No esa personalidad seria y fría que ahora tienes! Pero… aunque lo quiera negar, tengo que cumplir con el último deseo de mi señor» creó una drama perfecta en su mente, mientras se quejaba de haberle enseñado a Bruno a despertar su nuevo poder.