Kingdom of Dragonye. Novela Ligera.

10

Capítulo 10: El amor de los padres vale más.

—¡Que buena está la comida! —exclamó Bruno, mientras comía sin parar.

Bruno, Yade y el padre de Bárbara se encontraban comiendo en una humilde mesa que estaba situado en el comedor de la inmensa casa.

—¿Verdad que sí? —el padre de Bárbara estaba muy emocionado que su salvador le gustara la comida—. Mi querida hija cocinó esa comida con todo su amor.

Bruno afirmó con la cabeza, comiendo sin parar, como si tuviera problema con el hambre.

—Come despacio, Bruno. Te puedes atragantar con la comida—le advirtió Yade, muy preocupado por él.

—No te preocupes, Yade—habló sin importarle que tuviera la boca llena de comida—. Estaré bien.

—Esta bien. Pero al menos puedes ingerir antes de hablar—Yade no sabía que hacer con él.

El padre de Bárbara se sentía muy ameno al ver que sus visitantes se la estaban pasando bien. Al fin y al cabo, ellos le salvaron la vida y se lo merecían.

—¿Y Bárbara? —preguntó Yade, cambiando el tema al notar la ausencia de Bárbara—. Desde hace rato que no la veo.

—Como verás. Bárbara se siente muy culpable de no ser de ayuda para curar la enfermedad de su madre—explicó, algo desilusionado—. Ella solo sabe hacer medicamentos para curar animales, pero nunca aprendió a combatir con una enfermedad de verdad. Disculpen su inocencia, es que ella hace lo posible para ayudar a su madre, pero lo único que puede hacer es brindarle compañía.

—¿Qué tiene su madre? —preguntó Yade, dándole interés al tema.

—Fiebre Helada—respondió, con tristeza.

—¿Fiebre Helada? —exclamó Yade, reconociendo ese tipo de enfermedad maligna—. Entonces ella está muy grave.

—¿Por qué lo dices? —preguntó Bruno, mientras se disponía a terminar con un pedazo de cochino.

—La Fiebre Helada es una Enfermedad de Transmisión de Sangre que es transmitida por un insecto infectado—comenzó a explicar—. Los resultados: la temperatura de la persona sube desmesuradamente, pero en vez de calentar el cuerpo, lo comienza a consumir con un recio frio muy helado.

—Lo que intentas aclarar es que el calor y el frío se conjugan en el mismo cuerpo—intuyó Bruno, con inteligencia.

—Así es, querido Bruno—afirmó Yade—. Tenemos que hacerle un remedio que pueda desaparecer esa bacteria que le inyectó ese contagioso insecto.

—¿Es una bacteria? —preguntó Bruno, interesándole el tema también.

—Si, y una muy maliciosa—respondió—. Si no actuamos a tiempo, la bacteria la puede consumir completamente.

—Veo que sabes mucho de esa enfermedad—habló el padre de Bárbara con impresión. Yade afirmó con la cabeza—. Desde aquel día que fuimos los tres a dar una vuelta por el Jardín de Hargani, Mariana se puso muy mal. Yo pensé que era una fiebre normal, pero me comenzó a preocupar cuando le daba a menudo. Hace mucho leí un libro de remedios que compré en la biblioteca de nuestra aldea e investigué a esta maliciosa plaga llamada “Mosquito Climático”. Busqué y busqué como combatir su enfermedad, pero no obtuve resultados; solo le podía hacer remedios caseros que retrasaban un poco su enfermedad, pero nunca encontré una cura para ella. Durante años he engañado a Bárbara que eso es natural en una persona, pero no quiero contarle que su madre le queda pocos días de vida; la enfermedad se ha agravado más de lo debido. Me siento culpable de no poder hacer nada por mi querida esposa. —De los glóbulos oculares del hombre comenzaron a rezumar muchas lágrimas de tristeza y culpa a la vez.

—No te preocupes, pastor de ovejas—le consoló Yade, con una sonrisa—. Mientras este viva, todavía podemos combatir su enfermedad.

—Me llamo Archer—dijo el hombre, incomodado de que no lo llamaran por su nombre—. ¿Sabes de un remedio que pueda combatir esa enfermedad?

—Si, Archer—respondió—. Pero tengo que saber primero el color que posee la sangre de tu esposa en este momento, así puedo saber que flores puedo coger del Jardín de Hargani.

—Esta bien—aceptó, contento—. Pueden seguirme—se levantó de su asiento—. La habitación de mi esposa se encuentra en el final del pasillo.

Bruno y Yade también se levantaron y siguieron a Archer.

***

—La sangre tiene un tono morado—dijo Yade, inspeccionando la muñeca de la mano de Mariana—, eso quiere decir que la enfermedad está alcanzando su última fase.

Mariana, una mujer más joven que Archer, permanecía acostada boca arriba en una cama, sufriendo por la fiebre que sometía todo su cuerpo; un pañito caliente cubría su frente y una bufanda húmeda ceñía su cuello.

—¿Qué quieres decir con eso, Yade? —inquirió Bárbara, con sospechas. Archer miró de repente a Yade. Yade entendió lo que quiso decir Archer con la mirada.

—Nada que debas preocuparte, querida Bárbara—intentó cambiar de tema para que Bárbara no se acatara de la falacia—. Solo es una fiebre pasajera. Tengo que salir a buscar los ingredientes para el remedio. —Se levantó y se dirigió a Bárbara, preguntándole: — ¿Me acompañas?

Bárbara aceptó y las dos salieron afuera.

Durante una buena caminata, ya tenían al gran Jardín de Hargani delante de ellas.

El Jardín de Hargani se expandía a muchos metros de longitud y de anchura. Había un sinfín de plantas fanerógamos con flores de todos tipos de colores y olores diseminadas por todas partes, que era la representación floral del lugar. En forma de espiral, un camino se internaba al jardín. Todo el lugar estaba a la intemperie, solo a lo lejos se podía avistar la cumbre de una inmensa montaña.

Las dos féminas aspiraron el idílico aroma que se despedía del jardín de flores al batir el viento; sus cuerpos se relajaron de inmediato.

Siguieron su recorrido.

—Siempre me ha encantado este hermoso lugar—dijo Yade, con un sonrisa, mientras buscaba con la mirada las flores indicada para su remedio—. Cada vez que venía, mi cuerpo expulsaba todas las energías negativas, provocando así una relajación que no se puede explicar con palabras.



#752 en Fantasía
#1169 en Otros
#74 en Aventura

En el texto hay: demonios, novela ligera, aventura fantasia

Editado: 06.10.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.