Capítulo 11: La despedida.
—Ya es hora de que sigamos con nuestro viaje—dijo Yade, extendiendo su mirada al camino que se perdía en lontananza.
Todos ellos se encontraban reunidos en la puerta de la casa de campo. El día estaba perfecto para empezar un recorrido.
—Antes de que os vayais—interrumpió Archer—. Como agradecimiento por salvarnos de esos malvados religiosos y también por sanar a mi querida esposa, quiero obsequiarles algo. —Les extendió un bolso de cuero; dentro de él estaba repleto de comida cruda y cocida, y varias bebidas naturales. —No es gran cosa, pero puede servirle mucho para su viaje directo a la Aldea Arco Caído.
—No se preocupen—dijo Yade cuando vio que Bruno tomó el bolso de cuero sin titubear—, yo sé que toda esta comida le será de mucha ayuda a mi querido Bruno—esas palabras las dijo mientras miraba a Bruno con una mueca de sorpresa.
—Tu si sabes cómo piensa un hombre—dijo Bruno, acomodándose el bolso de cuero en su espalda—. Por eso me caes bien, Yade.
« ¿Bruno…? —su corazón comenzó a latir aceleradamente—. Cada vez que me hablas de esa manera, mi corazón golpea fuertemente mi pecho. ¡No sé porque!» la mente de Yade estaba muy confundida que no sabía que pensamientos eran aceptables y cuáles no.
—¿Qué te pasa, Yade? —sospechó—. ¿Por qué actúas como rara?
—¡No soy ninguna rara! —regañó Yade, sonrojada—. Solo me atacó un pensamiento y ya.
—Como tu digas.
Yade se dio varios golpecillos en su cara y luego dijo:
—Dejémonos de sandeces, Bruno, tenemos un objetivo que alcanzar y estamos contra el tiempo.
( Pero si de la sandeces era ella cuando hacía esos gestos extraños—se quejó Bruno en su mente.)
—Esta bien—aceptó, a medias.
—Antes de que se vayan—interrumpió de repente Bárbara—. ¿Puedo pedirles algo?
—Bárbara… —dijo Mariana, sorprendida—. ¿Estás segura de que quieres hacerlo?
—¡Si, madre! ¡Ya estoy decida!
—Entiendo.
Mariana agachó su cabeza, ya no podía hacer nada para detenerla, su hija ya había tomado su decisión.
—¿Decidir que? —Archer exigió una respuesta, ya que estaba desinformado de todo.
—Disculpe que os interrumpa—intercaló Yade—. Pero también he quedado con algo de dudas. ¿Qué cosa nos quería pedir?
Bárbara titubeó por un momento, no sabía de que manera decirlo; para ella era muy difícil decidir algo que estaba fuera de su alcance. No obstante. Aspiró profundo, decidida, y luego dijo:
—¡Por favor! Se los suplico de corazón. ¡Llévenme con ustedes!
Todos se sorprendieron por lo dicho de Bárbara, excepto Mariana, que ya estaba al tanto.
—Pero hija. ¿Estás segura de que quieres salir allá afuera? —le preguntó Archer, preocupado por la repentina decisión de querida hija.
—Si, padre. Ya estoy harta de ser una endeble mujer—indicó, con frustración—. Ustedes dos me han protegido lo suficiente, ahora es mi turno de que les devuelva todo lo que hicieron por mi. Por eso necesito saber más del mundo exterior para así volverme más fuerte. Después que lo haga, volveré, os prometo.
—Hija… —Su padre no dudó en brindarle un abrazo—. Me siento muy contento de como has crecido, mi princesa de las travesuras.
—¿Todavía tienes la falta de respeto de llamarme así, padre? —dijo Bárbara, ofendida, mientras abrazaba a su padre con fuerzas—. Gracias por todo padre.
—A ti también, mi querida hija, por toda la alegría que nos trajiste a nuestras vidas.
Bárbara se rio, mientras lloraba en brazos de su padre.
—Bárbara… —Bárbara escuchó la dulce voz de su madre y rápidamente se apartó de su padre.
—Mamá… —No dudó en abrazar a su madre con todas las fuerzas del mundo. —Gracias por todo, mi madre querida. Te prometo que no voy a olvidar todo lo que hiciste por mi.
—Confío en que no lo harás, mi querida hija—dijo Mariana, abrazando a su hija con el mismo amor de siempre—. Yo sé que tú eres lo suficientemente fuerte para afrontar cualquier adversidad que se te cruce en el camino. Haz lo que debas hacer y vuelve sana y salva.
—Eso haré.
Archer también se unió y ahora los tres entraron en una perfecta comunión familiar.
—Estos actos me vuelven muy sentimental que no puedo contener las lágrimas—dijo Yade, limpiándose algunas lágrimas con su dedo índice.
Bruno solo se rio, también contento por el acto familiar que observaba.
El acto de comunión familiar se había acabado en el momento que los tres se apartaron. Bárbara miró de frente a Bruno y a Yade, ahora llena de determinación, y les preguntó:
—¿Qué decidieron sobre mi propuesta?
—La decisión que tome mi querido Bruno, la respetaré—dijo Yade, con seriedad.
—Yade—le susurró Bruno—. Porque solo no me dices Bruno. La gente sospechará que somos pareja.
—Eso es lo que quiero—aclaró, con el mismo susurro.
« ¡Tú…!» exclamó Bruno con algo de disgusto en su mente.
—Y entonces, Bruno. —Bruno rápidamente le brindó atención a Bárbara para que no sospechara—. ¿Cuál es tu decisión?
—Si tu decisión es viajar a nuestro lado, entonces la respetaré—afirmó, sonriente.
Rápidamente el rostro de Bárbara se llenó de mucha alegría. No sé lo podía creer, por fin en su vida iba a salir más allá del campo de sus padres.
—Mamá, papá, por fin voy a ver lo que esconde el mundo de allá afuera.
—Me alegro por ti, mi niña querida—la felicitó su madre—. Yo sabía que no iban a rechazar tu oferta, así que preparé tu bolso para el viaje—le extendió un bolso de una sola correa—. Buena suerte.
—Gracias mamá—agradeció.
—Me voy a sentir algo extraño cuando te vayas, Bárbara—añadió Archer, un poco triste—. ¿Ahora a quien regañaré cuando realice travesuras?
—Mi madre puede sustituirme durante mi ausencia.
Los tres se echaron a reír por la broma. Papá, mamá, e hija se iban a extrañar rotundamente, pero ya era hora de que dejaran volar a su única hija para que conozca lo que hay en el mundo exterior, algo que su infancia no pudo mostrarle.