Capítulo 16: Magicalina.
—¿Q-Quien eres tú? —tartamudeó Bárbara mientras miraba con estupefacción, de pie a cabeza, a la persona con apariencia gallarda que estaba parada delante de ellos.
—El es mi hermano mayor: Aron Billcoster—Ana presentó a su hermano mientras se colocaba al lado de él—. Padre Supremo de la verdadera religión de esta aldea: la Religión del Arco Caído.
—Un gusto conocerlos, nuevos hermanos—dijo Aron con un gesto de pleitesía.
Aron Billcoster era un hombre joven con una apariencia atractiva. Su cabello era lacio, con un corte estilo japonés; el tono de su cabello era blanco entrejuntado con un hermoso color escarlata. El color de sus ojos tenían un tono de color azul cielo. El tono de su piel era clara. La complexión de su cuerpo era media atlética. A decir verdad. Era el hombre perfecto que cualquier fémina se quisiera casar.
Ana, por igual, también poseía las mismas características que su hermano Aron, pero a diferencia de este, ella no era tan atractiva como lo era él.
—P-P-Padre… —Bárbara tartamudeaba de la impresión mientras le extendía la mano a Aron. Su mano temblaba sin motivo alguno.
« ¿En qué momento llegó allá?» se preguntó así mismo Bruno, sorprendido.
—Q-Quisiera tener muchos hijos con usted—le dijo casi en un musito, sin tener algún control con sus palabras.
—¿Cómo dijo…? —inquirió Aron, haciéndose que no escuchó nada.
—¡Perdón! Lo que quise decir es que quiero tener una bonita amistad con usted. ¡Je, Je, Je! —corrigió con presteza mientras se rascaba la cabeza con vergüenza.
—¡Maldita niña de pacotilla! ¿Cómo te atreves a acosar a mi hermano de esa manera tan vulgar? —explotó Ana, desafiando a Bárbara con disgusto.
—¿Ahhh? ¿Quieres pelea? —Bárbara chocó su frente con la de Ana, volviéndose así el ambiente un poco tenso.
—¿Ahora porque se comportan como idiotas esas dos? —dijo Bruno, disgustado por la actitud de las dos féminas.
Bruno al notar que Yade no decía nada, volteó a mirarla y…
« Yade, por favor, no caigas en la tentación de ese hombre gallardo. ¡Tu eres fuerte!» Yade se daba tortazos en su cara para ver si lograba sacarse esos pensamientos tentadores de su mente.
No obstante. Otros no pensaban lo mismo.
« Esta también es así de idiota que esas dos» se dijo Bruno, colocándose la palma de su mano en la cara.
—Por favor, hermanas, traten de calmarse—Aron, maniobrando su educación religiosa, trataba de calmarlas—. Discutir entre hermanos no le agrada a la Diosa de la Naturaleza.
Las dos féminas acataron la orden de su superior a regañadientes y se separaron.
—No creas que todo ha acabado, mujerzuela grosera—Ana señaló a Bárbara con una mirada desafiante—. Ahora eres mi enemiga. ¡No voy a dejar que te acerques a mi hermano!
—Como si le tuviera miedo a tus ridículas amenazas, mujer de poco atractivo—replicó Bárbara ante su nueva adversaria.
—¡¿Cómo me llamaste?!
—Como escuchaste.
—¡Te voy a mostrar tu lugar, mujerzuela!
—¡Solo inténtalo, estúpida mujer!
Cuando las dos tenían intenciones de molerse a golpes, Yade las interrumpió de repente, extendiendo sus dos manos en señal de contención.
Pero…
Yade estaba llorando sin haber algún motivo para hacerlo.
« ¿Ahora porque llora?» se preguntó Bruno, harto de ver las estupideces de sus compañeras de grupo.
—No crean que estoy llorando porque me duela el corazón—dijo Yade—. Lloro porque es la única forma de sacarme esos pensamientos sucios que atormentan mi mente por culpa de este hombre tan gallardo.
« Así que era por eso… —se dijo en su mente Bruno, haciendo un gesto de desilusión—. ¡Que idiota es!»
—¿Tu también quieres acosar a mi hermano? —le preguntó Ana, furiosa.
—¿Intentas desafiarme? —le replicó Yade, mirándola fijamente con frialdad, mientras algunas gotas de lágrimas recorrían por sus mejillas.
Ana, al acordarse lo tenebrosa que era Yade, se tragó su saliva mientras se llenaba de pavor.
—Tu puedes cortejar a mi hermano las veces que quieras—le dijo, cambiado su estado de ánimo con presteza—. Por mi no hay problema—sus risitas inocentes mostraban el miedo que sentía por esa mujer de gran poder como lo era Yade.
Bárbara se acercó otra vez a Ana y de nuevo la confrontó, diciéndole con sorna:
—¿Ahora que pasó con esa valentía que tenías hace rato? ¿Ahhhhh?
Ana, frunciendo el ceño, sintiendo ese ultraje como un baño de agua fría, también confrontó a Bárbara, y de nuevo las dos estaban chocando sus frentes.
—¿Quieres que te demuestre tu lugar, ahhhhh? —le preguntó Ana con sorna.
—¡No me remedes, idiota! —replicó Bárbara.
Las dos estaban que se fulminaban con la mirada.
« ¿Ahora porque usan el “ahhhh” con signo de interrogación cada vez que se confrontan?—se preguntó Bruno en su mente—. ¿Acaso es una nueva forma de pelear entre mujeres?» Bruno y su mente tomaron ese pensamiento como una idea aceptable.
—¡Basta ustedes dos! —Yade, algo molesta, apartó a las dos féminas furiosas—. Desde ese momento presentí que ustedes dos no se iban a llevar bien. Siento en ustedes diferentes energías opuestas.
Las dos féminas se miraron, confundidas, sin entender a lo que se quiso referir Yade.
—¿Qué tratas de decir con que sientes diferentes energías en ellas dos, Yade? —inquirió Bruno, integrándose al grupo.
—No te lo he dicho antes, querido—dijo Yade, mirando a Bruno—: el ser viviente de este mundo poseen diferentes energías naturales, cada una con su mismo prototipo y forma de evolución, así como pueden adaptarse a cualquier poder evolutivo.
—Sin embargo, en esta parte de Dragonye está rotundamente prohibido el Despertar de dichas energías naturales—añadió Aron, integrándose en la conversación—. Es por esa razón que muchos de nosotros usamos sustancias mágicas cristalinas llamadas magicalina. Las magicalinas se pueden anclar en cualquier parte de nuestros cuerpos y nos otorga un bajo porciento de cualquier poder que pueda ser compatible con nuestras energías naturales. También existen otros tipos de magicalinas que se pueden usar para otras cosas en particular, pero las más comunes son las magicalinas de lágrimas, que son las que nos brinda el poder que necesitamos usar sin romper las reglas sagradas de estas tierras.