Capítulo 17: La verdad.
—No tienen porque arrodillarse ante mi—indicó Bruno algo avergonzado—. No hay motivo para hacerlo. Véanme bien. Soy igual que ustedes.
—Eres el único que puede regresar de nuevo a nuestra humilde aldea la unión religiosa que nos ha mantenido siempre unidos como unas de las mejores contenciones mágicas que tiene estás tierras sagradas. —Aron no pudo contener más las lágrimas y estas comenzaron a rezumar de sus glóbulos oculares, mostrando todo el dolor y sufrimiento que ha tenido que soportar para mantener en funcionamiento la religión que sus antepasados lucharon para mantenerla viva y prospera.
Yade se acercó a Bruno y le colocó su mano en el hombro de este, diciéndole:
—Bruno. Querido. ¿Acaso no ves el sufrimiento que reflejan todas estas personas en sus rostros?
Bruno abrió en grandemente sus ojos cuando vio que Ana también lloraba. Sintió como si ella significara algo más que un arcano enigma sin resolver.
De repente. El tiempo en torno a él se detuvo.
Bruno. Confundido y anegado de dudas. No entendía nada de lo que sucedía en sus alrededores.
« ¿Qué está sucediendo? —se preguntó en su mente—. ¿Por qué el tiempo se congeló así de repente?», no sabía cómo tomarse ese repentino cambio en el tiempo.
Su ojo astral, que también poseía propiedades mágicas, sin estar en funcionamiento, le mostró a Bruno en una milésima de segundos todo el sufrimiento y el dolor que cargaban encima todas las personas presentes, excepto Bárbara y Yade.
De repente la realidad se hizo añicos en forma de muchos cristales rotos y Bruno cayó desparramado en el suelo; su ojo astral logró absorber y suprimir a la vez toda esa energía negativa que se había colado sin previo aviso en sus dos Focos de Poder.
—¡Bruno! —exclamó Yade sin percatarse a tiempo lo sucedido, todo pasó muy rápido.
—No te preocupes, Yade. Estoy bien. —afirmó Bruno, ileso de esa sacudida espiritual.
—¿Qué ha pasado? —le preguntó, todavía sin entender nada—. ¿No me digas que…?
—El ojo astral que recibió Bruno tiene el poder para absorber cualquier energía negativa y suprimirla en una milésima de segundos. —esclareció Aron, acercándose. —Me sorprende lo poderoso que es la Bendición de los Dragones del Todopoderoso Ojo Astral del Infinito: el Control del Todo. Pudo suprimir a voluntad toda la energía negativa que martirizaba a todos los seguidores presentes de nuestra religión. Te lo agradezco de corazón—esas palabras las culminó con un gesto de agradecimiento.
—¿Así que era eso? —Bruno logró colocarse de pie gracias a la ayuda de Yade. —Poco a poco voy entendiendo más sobre este extraño poder que obtuve.
—Me alegro oír eso, querido—le dijo Yade con una dulce sonrisa.
Bruno se acercó al oído de Yade y le susurró:
—Estoy harto de decirte que no me digas “querido” delante de la gente.
—¡No quiero! —resopló, devolviendo el susurro en modo de negación mientras inflaba sus cachetes en señal de desaprobación. Se veía tierna.
« ¡Que exagerada! ¡Parece a una niña mimada!», Bruno exclamó en su mente con un gesto de desagrado.
—Les dije que paren, chicas. —Esa voz conocida hizo que Bruno y Yade se volvieran para ver qué sucedía.
—¿Ahora que? —resopló Bruno, disgustado al ver lo de siempre—. ¿Acaso no pueden llevarse bien esas dos?
—Parecen al hielo y al fuego—añadió Yade, sonriendo—. Ojalá que alguna vez se puedan llevar bien.
Bruno negó con la cabeza. Eso no iba a suceder jamás y nunca.
—¡Bah! ¡Eres una niña llorona!
Bárbara y Ana estaban cara a cara, encendidas de rabia por molerse a golpes.
—¡No tienes el derecho de reprocharme, maldita zorra! —replicó Ana muy molesta.
—¿Cómo me llamaste, sucia mujer de poco atractivo?
—¡Tu comenzaste!
—¡No cambies la conversación!
—¡Ahhhhhhhhh! —las dos gritaron al unísono, con ganas de molerse a golpes.
—¡BASTA YA! —Yade se interpuso entre las dos y las apartó como lo hizo la vez pasada. Luego les preguntó con voz autoritaria: —¿Acaso ustedes no pueden llevarse bien al menos por un momento?
—Lo sentimos mucho—dijeron las dos al unísono con la cara agachada.
« Hasta para disculparse están sincronizadas. Yade puede ser amable y humilde, pero cuando se pone sería, no hay ser vivo en este mundo que no sucumba de pavor», reflexionó Bruno, mostrando algo de pavor en su rostro.
—Como ya se calmaron todos—dijo de repente Aron, llamando la atención de los presentes—. Los invito a sentarse. Necesito contarles algo a ustedes tres. —Señaló a Bruno, a Yade y a Bárbara. Después culminó: —Si no actuamos rápido, la influencia de la opuesta religión podría acabar con estas tierras sagradas y comenzar con una nueva era oscura.
Bruno, Yade y Bárbara, al tanto de la situación en la que se encontraba la aldea, afirmaron con la cabeza y obedecieron.
***
Aron, Ana y nuestro grupo de viajeros estaban reunidos en una circunferencia en el mismo ámbito donde estaban anteriormente, pero ahora sentados sobre unas alfombras ligeras de color rojo.
—Años atrás nuestra aldea era un menudo clan clandestino con un pasado aterrador encima—comenzó a relatar Aron—. Mi padre, Ar Billcoster, era el jefe del clan, y su hermano menor, Fredi Billcoster, era el subjefe. Los dos tenían distintos pensamientos, pero un mismo objetivo: independizar a todo el clan. Después de ganar la guerra en contra los Iluminados de las Montañas de Hargani, que en ese momento eran un gran grupo de soldados ilegales diseminados en cada rincón de las Montañas de Hargani, pudimos ser libre e independizarnos. Gracias a la valentía de nuestros antepasados, que la mayoría cayeron ante el enemigo, nació lo que hoy en día es el Arco Caído, una de las poblaciones más grandes del sur.
—¿Los Iluminados de las Montañas de Hargani? —inquirió Yade, tratando de recordar donde había escuchado ese nombre—. Creo haber escuchado de ellos, pero se me hace difícil recordarlo.